El presidente Donald Trump dijo el martes que estaba abierto a una oferta del presidente de El Salvador, que le propuso encarcelar a delincuentes convictos, incluidos ciudadanos estadounidenses, en la tristemente célebre “megaprisión” del país centroamericano.
“Si tuviéramos el derecho legal de hacerlo, lo haría en un santiamén”, dijo Trump.
Es casi seguro que no tiene derecho legal a hacerlo, a decir de los expertos jurídicos, y cualquier intento de llevar a cabo el plan del presidente Nayib Bukele probablemente sería impugnado ante los tribunales.
Pero la propuesta de Bukele de convertir a El Salvador básicamente en una colonia penal de Estados Unidos demostró hasta dónde está dispuesto a llegar para definirse como el principal aliado de Trump en una región que el presidente estadounidense ha menospreciado. Y para Trump, incluso considerar la propuesta señaló su voluntad de adoptar medidas extremas para demostrar que es duro con la delincuencia y la migración ilegal.
“Es bastante extraordinario, sin precedentes y alarmante en muchos sentidos”, dijo Michael Shifter, investigador principal del instituto de investigación Diálogo Interamericano de Washington. “Sé que muchos expertos han planteado dudas sobre la constitucionalidad y legalidad de este acuerdo, pero Bukele es un dirigente que tiene un poder absoluto en El Salvador y parece que Trump avanza en una dirección similar al intentar reducir o eliminar cualquier control sobre su poder”.
Bukele, quien ha reconfiguraado su país emprendiendo medidas enérgicas tanto contra las pandillas como contra las libertades civiles, dijo que estaría dispuesto a encarcelar a los enviados en el Centro de Confinamiento del Terrorismo, una prisión construida para albergar a 40.000 personas y que ha suscitado la preocupación de grupos de derechos humanos por el hacinamiento extremo y las denuncias de torturas por parte de los guardias.
A pesar de las dudas sobre su legalidad, la propuesta cosechó elogios de Marco Rubio, secretario de Estado de Trump, así como de Elon Musk, el multimillonario y poderoso asesor de Trump que se ha propuesto rehacer el gobierno. La medida también implicaría encarcelar, a cambio de una cuota, a inmigrantes indocumentados de cualquier país, no solo de El Salvador, que hayan sido condenados por delitos.
“Obviamente hay legalidades de por medio. Tenemos una Constitución”, dijo Rubio a los periodistas en Costa Rica el lunes. “Pero es una oferta muy generosa”.
No obstante, los expertos dijeron que esas “legalidades” prácticamente excluían la premisa básica del acuerdo.
“Es ilegal enviar presos estadounidenses a otro país”, dijo Andrea Flores, vicepresidenta de política migratoria del grupo de defensa FWD.us y exfuncionaria del Consejo de Seguridad Nacional. “Probablemente violaría la Constitución y la protección contra el trato cruel e inusual”.
Aunque expertos jurídicos y especialistas en migración dijeron que lo más probable es que la propuesta de encarcelar a estadounidenses fuera solo un esfuerzo de Bukele por apaciguar a Trump, él y sus ayudantes consideran a El Salvador un socio clave en la aplicación de las leyes de inmigración. El Salvador firmó lo que se conoce como un acuerdo de “tercer país seguro” en 2019 para recibir a detenidos en Estados Unidos que no sean salvadoreños. Ese acuerdo nunca llegó a ejecutarse debido a la pandemia de coronavirus. Sin embargo, ahora que Trump ha vuelto al poder, sus asesores en materia migratoria están interesados en ampliar este tipo de acuerdos a toda la región, según una persona familiarizada con el asunto.
Bukele destaca en América Latina como un dirigente que no desaprovechará la oportunidad de reforzar sus vínculos con Trump, aunque ello signifique colaborar en sus agresivas políticas contra la migración. Al igual que Trump, Bukele ha tratado de forjarse la imagen de un iconoclasta dispuesto a tomar medidas enérgicas contra la delincuencia al tiempo que trastoca las instituciones gubernamentales tradicionales.
Aunque El Salvador tuvo en su día una de las tasas de homicidio más elevadas del mundo, los asesinatos han caído en picada a medida que Bukele se ha valido de una declaración de estado de emergencia y del ejército para detener a decenas de miles de personas en todo el país, en su mayoría sin el debido proceso.
Cuando Bukele ofreció a Estados Unidos lo que denominó “la oportunidad de subcontratar parte de su sistema penitenciario” a El Salvador, incluyó imágenes que mostraban a decenas de presos tatuados y sin camiseta agachados con las manos en la cabeza bajo la vigilancia de guardias armados con equipo antibalas.
Al expresar su apoyo a la propuesta de Bukele el martes, Trump despotricó contra los “delincuentes curtidos” de Estados Unidos, una queja frecuente en su intento de cultivar una imagen de ley y orden. Las cifras, sin embargo, no se han alineado claramente con la imagen que pretende proyectar. Los homicidios aumentaron durante su primer mandato antes de descender durante el gobierno de su sucesor, el presidente Joe Biden.
”Esta es una gestión en la que hay mucho show y mucho miedo, y nadie en América Latina lo hace mejor que Nayib Bukele”, dijo Shifter. “Yo esperaría ver mucho más show entre Bukele y Trump y su gobierno”.