¡Qué sorpresa nos llevamos, amigos! Resulta que ser alcalde no solo es sinónimo de poder y privilegios, sino que también puede ser un excelente trampolín para una nueva carrera: la de reo de alta seguridad. La alcaldesa del Estado de México, en un movimiento tan inesperado como un sismo en Acapulco, decidió cambiar su despacho por una celda. ¡Y no cualquier celda, no! Una de esas con rejas, guardias y visitas restringidas a familiares directos (¡y si tienes suerte!).
El Operativo Enjambre: De las Abejas al Avispero
El operativo "Enjambre" fue como meter la mano en un hormiguero, pero en versión XXL. De un plumazo, se desmanteló una red de corrupción que hacía parecer a los políticos de la serie "House of Cards" unos amateurs. Alcaldes, funcionarios y hasta algunos policías que juraban protegernos, resultaron ser simples peones en un juego mucho más grande.
Y la alcaldesa, la reina abeja de este enjambre, fue la primera en caer. ¡Vaya figura! De inaugurar parques y presidir cabildos, a contar barrotes y pedir permiso para ir al baño. ¡Qué cambio de vida!
¿Y ahora qué?
La pregunta del millón es: ¿y ahora qué? ¿Quién se hará cargo de los asuntos municipales? ¿Será que el subdirector de obras públicas, el que siempre llegaba tarde a las reuniones, tomará las riendas? O quizás el secretario de turismo, famoso por perderse en sus propios eventos. Las posibilidades son infinitas y todas igual de prometedoras.
Lo que sí es seguro es que este caso nos deja claro una cosa: la corrupción en México es un monstruo de mil cabezas. Cortas una y salen dos más. Pero no perdamos la esperanza. Tal vez, algún día, tengamos políticos que trabajen por el bien común y no por el de sus bolsillos.
En resumen, amigos, la alcaldesa del Edomex nos ha dado una lección magistral sobre cómo no ser un buen gobernante. Y nos ha recordado que, en este país, la ficción a veces supera a la realidad. Así que la próxima vez que vayan a votar, piénsenlo dos veces. Porque, quién sabe, podrían estar eligiendo al próximo inquilino de una celda.