La izquierda y la derecha han encontrado territorio común en un país fuertemente dividido. Ambos sectores del espectro político han dirigido una lluvia de críticas al presidente Joe Biden después de que este diera a conocer una orden ejecutiva de control migratorio. Esta restringe el asilo al país y cierre la frontera sur cuando los cruces irregulares rebasan los 2.500 encuentros diarios a lo largo de una semana. Algunos integrantes del partido demócrata han reprochado al mandatario seguir los pasos de Donald Trump en la campaña electoral, mientras que los republicanos ponen en duda la eficacia de la medida al señalar que esta llega demasiado tarde.
La gestión de Biden en la frontera sur de Estados Unidos es reprobada por el 62% de los estadounidenses, de acuerdo al promedio de encuestas de Real Clear Politics. La orden quizá va dirigida a los votantes centristas que se han dicho preocupados por lo que ha ocurrido en la Administración. Pero las críticas no solo han sido políticas. Instituciones han mostrado su cautela ante la medida, que daña uno de los pilares más importantes del país. La Agencia de Refugiados de la Organización de Naciones Unidas, ha mostrado su “profunda preocupación” por la decisión de Biden. “Las nuevas medidas negarán el acceso a muchos individuos que necesitan de una protección internacional y quienes ahora se verán sin una opción para encontrar seguridad”, señaló la ACNUR.
La Coalición de Derechos Humanos para los Inmigrantes (CHIRLA, por las siglas en inglés), ha calificado la orden ejecutiva de ser una decisión “innecesaria, punitiva y altamente politizada”. “Virar a la derecha para tranquilizar a quienes se han opuesto a cualquier tipo de migración a Estados Unidos está mal. Hemos sido y siempre debemos ser un faro de esperanza para aquellos que buscan protección para ellos y sus familias”, ha señalado Angélica Salas, la directora de la organización, una de las más grandes en el país.
La decisión adoptada por Biden ha sido ampliamente criticada por los defensores de derechos humanos y activistas enfocados en la migración. Este martes, 46 organizaciones firmaron una carta conjunta repudiando la medida. Algunas de estas apoyaron la llegada del presidente a la Casa Blanca como forma de contraste con las draconianas políticas en la frontera implementadas por la Administración de Donald Trump. El giro ha sido interpretado como una vuelta a políticas que ya se han utilizado y no en la construcción de un mejor sistema, que es una de las promesas que llevó al demócrata a la presidencia. Algunas organizaciones han amenazado con llevar a los tribunales la orden, vigente desde el primer minuto de este miércoles.
“Biden hizo campaña en 2020 con la idea de reconstruir el sistema del asilo y promover políticas más humanas, pero en realidad ha deshumanizado y criminalizado a los migrantes en su intento de obtener puntos políticos”, señala Erika Pinheiro, directora de Al Otro Lado. La organización, que tiene mucha experiencia en la frontera, asegura que la medida forzará a quienes desean llegar a Estados Unidos a explorar rutas más peligrosas donde pondrán su vida todavía en un mayor riesgo.
Al Otro Lado también critica la cifra “arbitraria” que impuso para cerrar la frontera. Y descarta que este número, 2.500 aprehensiones diarias durante una semana, tenga que ver con la capacidad de procesamiento de detenidos. Esta cifra en realidad lleva a cerrar la frontera, como sucedió mientras estuvo vigente el Título 42 durante la pandemia, pues es una cifra que o se registra desde 2021. Tan solo ayer la Patrulla Fronteriza contabilizó 4.300 cruces irregulares entre los puntos de entrada.
Biden recibió fuego amigo de sus compañeros de partido. El senador Chris Murphy, quien fue clave en la negociación de una fracasada ley bipartidista que reforzaría la frontera, dijo que veía con buenos ojos la decisión. Ponía en duda, sin embargo, que el Poder Ejecutivo tuviera el poder para frenar el proceso de asilo en su totalidad por sí solo.
Los sectores a la izquierda dentro del partido demócrata han criticado abiertamente al mandatario por imitar a Trump. “Este veto al asilo fracasará en la atención de los retos de nuestra frontera, como sucedió en la Administración pasada”, aseguró Alex Padilla, el único senador latino que ha tenido California.
Los candidatos republicanos, quienes buscan ser elegidos en noviembre con una retórica dura sobre la inmigración irregular, han rechazado la medida. La trumpista Kari Lake, una expresentadora de televisión que busca llegar al Senado por Arizona, asegura que los votantes no deben olvidar que esta “crisis humanitaria y de seguridad nacional” fue creada por Biden. “Con Trump teníamos la frontera más segura en décadas y la única forma en que podemos volver a eso es llevando a Trump a la Casa Blanca, afirmó en un comunicado dirigido a sus seguidores en un territorio vital.
El demócrata Mark Kelly, el otro senador por Arizona, estuvo en la Casa Blanca este martes para acompañar a Biden en la promulgación del decreto. “Es un muy buen paso para resolver la parte de la seguridad en la frontera”, aseguró el legislador a los medios. Algunos congresistas del partido del presidente han apoyado a regañadientes la medida, pues la consideran la única acción tangible después de que los republicanos en el Congreso han desechado en dos ocasiones a una ley que daría más recursos a la Patrulla Fronteriza.
Los políticos más radicales de la derecha llevan años exigiendo a Biden actuar para frenar la migración ilegal. Pero tampoco están contentos. Greg Abbott, el gobernador de Texas, la ha llamado “una cortina de humo” para el fracaso de sus políticas. “Por tres años, el presidente ha mentido sobre la existencia de una crisis en la frontera, culpando al Congreso, y ahora se contradice a sí mismo con una irresponsable orden ejecutiva promovida meses antes de la elección”, aseguró Abbott.