El Tribunal Supremo de Alabama dictaminó el viernes que los embriones congelados son “niños”, con plenos derechos como personas, y cualquiera que los destruya será responsable en caso de muerte por negligencia.
La primera resolución de este tipo pone en tela de juicio el uso futuro de la tecnología de reproducción asistida (TRA) que incluye la fecundación in vitro (FIV) para los pacientes de Alabama y de otros territorios. Con esta tecnología, quienes desean tener hijos pero se enfrentan a dificultades para concebir producen embriones en entornos clínicos, que pueden o no implantarse en un útero.
En el caso de Alabama, un paciente del hospital entró a un almacén que no estaba cerrado con llave, sacó algunos embriones congelados que se conservaban a temperaturas bajo cero y, al sufrir una quemadura de hielo, los dejó caer, destruyéndolos. Los pacientes de la FIV afectados presentaron demandas por homicidio culposo contra la clínica conforme a la Ley estatal de Homicidio Culposo de un Menor. El caso fue desestimado inicialmente en un tribunal de primera instancia, que dictaminó que los embriones no se ajustaban a la definición de “menor”. Pero el Tribunal Supremo de Alabama determinó que “se aplica a todos los niños, nacidos y no nacidos, sin limitación”. En una opinión concurrente, el presidente del Tribunal Supremo, Tom Parker, aludió a sus creencias religiosas y citó la Biblia para apoyar la postura.
“No se puede destruir injustamente la vida humana sin incurrir en la ira de un Dios sagrado, que considera la destrucción de su imagen como una ofensa a sí mismo”, escribió Parker. “Incluso antes de nacer, todos los seres humanos llevan la imagen de Dios, y sus vidas no pueden ser eliminadas sin borrar su gloria”.
En 2020, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE UU estimó que había más de 600,000 embriones congelados en almacenes de todo el país, un porcentaje significativo de los cuales probablemente nunca llegarán a culminar en un nacimiento con vida.
El proceso de la FIV suele ser el siguiente: primero, se sobreestimula la producción de óvulos con tratamientos hormonales. Después, los médicos extraen los óvulos y el esperma. El número de óvulos recolectados varía, pero a veces los especialistas intentan recuperar tantos como sea posible, desde un puñado hasta varias docenas, dependiendo de los factores de fertilidad. Los óvulos obtenidos se fecundan en una clínica, a veces combinándolos con espermatozoides en una incubadora o mediante un proceso más delicado que consiste en inyectar directamente espermatozoides en un óvulo maduro (inyección intracitoplasmática de espermatozoides). Los óvulos fecundados resultantes suelen someterse a preparativos adicionales, como la “eclosión asistida”, que acondiciona la membrana del embrión para que se adhiera al revestimiento del útero, o a pruebas genéticas para garantizar que el embrión está sano y es viable.
La temida realidad de la reproducción asistida
Este proceso a veces produce varios embriones, lo que se consideraría algo positivo porque cada ronda de FIV conlleva una tasa significativa de fracasos. Según los datos nacionales sobre la TRA recopilados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE UU (CDC, por sus siglas en inglés), el porcentaje de extracciones de óvulos que no dan lugar a un nacimiento con vida oscila entre el 46 y el 91%, dependiendo de la edad de la paciente. El porcentaje de transferencias de óvulos fecundados o embriones que no conducen a un nacimiento con vida ronda entre el 51 y el 76%, según la edad. Muchas pacientes pasan por varias rondas de extracciones de óvulos y transferencias de embriones.
Todo el proceso de la FIV genera a menudo numerosos embriones, pero da lugar a muchos menos nacimientos con vida. En 2021, casi 240,000 pacientes de Estados Unidos se sometieron a más de 400,000 ciclos de TRA, que resultaron en 97,000 nacimientos con vida, de acuerdo con los CDC.
Actualmente, las personas que conservan embriones sobrantes de la FIV tienen la posibilidad de elegir qué hacer con ellos: congelarlos para más ciclos o futuros intentos de embarazo, donarlos a otras personas que deseen concebir, destinarlos a la investigación o desecharlos.
Pero si, como dictaminó el Tribunal Supremo de Alabama, los embriones se consideran “niños”, esto significaría que cualquier embrión que se destruya o deseche en el proceso de la FIV o después del mismo podría ser objeto de demandas por homicidio culposo. La sentencia crea una responsabilidad potencialmente paralizante para las clínicas de TRA y los pacientes que recurren a ellas. Los médicos quizá opten por intentar engendrar embriones de uno en uno para evitar la responsabilidad que conlleva la producción de más, o quizá renuncien por completo a la FIV para evitar la obligación de hacerse cargo cuando los embriones no sobrevivan al proceso. Esto agravaría el procedimiento, ya de por sí agotador desde el punto de vista económico y emocional, y lo dejaría totalmente fuera del alcance de quienes desean utilizar esta tecnología, lo que llevaría a las clínicas a la quiebra.
Barbara Collura, CEO de RESOLVE: La Asociación Nacional de Infertilidad, declaró a USA Today que la resolución probablemente paralizaría la mayoría de los trabajos de FIV en Alabama. “Esto es exactamente lo que temíamos y nos angustiaba. Nos preocupa muchísimo que esto suceda ahora en otros estados”, declaró Collura.
Pero los riesgos hipotéticos no terminan ahí. A los defensores de la salud también les preocupa que la idea de que una esfera embrionaria formada por unas pocas células se considere una persona se aplique a los resultados del embarazo, como los abortos espontáneos o el uso de anticonceptivos.
Artículo publicado originalmente en Ars Technica. Adaptado por Andrei Osornio.