Henrique Capriles se ha apartado de la carrera de las primarias en Venezuela. Este domingo, a través de sus redes sociales, el líder de Primer Justicia ha señalado que ha decidido retirarse del proceso por la inhabilitación que le impuso el régimen de Caracas en 2017. “Hace 6 años fui inhabilitado inconstitucionalmente por Nicolás Maduro. Tengo 6 años esperando justicia en el Tribunal Supremo de Justicia, pero ¿cuál ha sido la respuesta del poder? Más inhabilitaciones”. El político ha dicho que su objetivo ahora es facilitar la ruta hacia las presidenciales de 2024 con una “opción viable” que pueda llegar a la contienda.
El dirigente opositor no se ha mostrado a favor de ninguno de los otros aspirantes. Sí ha puesto sobre la mesa la inhabilitación que afecta a quien lidera las encuestas, María Corina Machado, y al candidato de Voluntad Popular, Freddy Superlano. En su opinión, estas representan un obstáculo en la carrera rumbo a la elección del 22 de octubre, aunque no le impidió que él se sumara al proceso después de haber sido elegido por las bases del partido. “Por supuesto que llamo a votar en las primarias. Hay que salir adelante con la mirada puesta en el 2024. No podemos pelearnos por lo pequeño, porque lo que está en juego el futuro. Pongo en sus manos la construcción de una candidatura fuerte y viable, que pueda estar allí y derrotar a Maduro”, ha dicho Capriles, quien ha vuelto a llamar al “realismo” para entender el momento político actual.
Capriles recibió a finales de agosto un inesperado apoyo de Manuel Rosales, líder de Un Nuevo Tiempo, uno de los cuatro principales partidos de la oposición en Venezuela. Se publicaron fotos de ambos líderes dándose la mano. Un Nuevo Tiempo decidió no presentar candidato propio para las primarias del 22 de octubre y prometieron respaldar a quien ganara, por lo que el apoyo a Capriles despertó dudas. Rosales es un político con ambiciones presidenciales. Compitió en 2006 contra Hugo Chávez cuando la oposición no tenía más opciones. Ha logrado maniobrar con el chavismo para enfrentar procesos judiciales y sostenerse como gobernador del Estado de Zulia, donde está su principal base de apoyo. No ha entrado en conflicto con el Ejecutivo que durante los últimos años ha cercado las jurisdicciones regionales y locales en manos de líderes de oposición. Su perfil podría ser viable en una candidatura. Esta semana, en una entrevista, Rosales reiteró que sus aspiraciones no se habían marchitado. “Yo seguiré aspirando, hasta el último suspiro de mi vida, a ser presidente”, dijo.
María Corina Machado lidera las encuestas casi desde el inicio de la contienda. El hartazgo con los líderes de la oposición en los últimos años y su posición frontal contra el Gobierno le han generado apoyos. Machado hizo activismo en favor del derecho al voto y luego fue diputada cuando todavía gobernaba Hugo Chávez. El movimiento del expresidente la tiene en la mira. La ha inhabilitado hace unos meses para bloquear sus aspiraciones presidenciales. Es parte de la rutina de la persecución, las escaramuzas en sus actos. Esta misma semana, la policía bloqueó la autopista Regional del Centro, una de las principales del país, generando largas filas de vehículos, para evitar que llegara a un acto político. La candidata terminó cruzando a pie un tramo y llegó horas después. Es ahora la principal amenaza de Maduro si se llegan a configurar unas elecciones presidenciales competitivas.
La pieza en el juego de la oposición incide en un tablero mayor. Venezuela y Estados Unidos han sostenido conversaciones discretas. Estas han desembocado en algunos acuerdos, como el de la reapertura de los vuelos directos desde el norte hacia Caracas para deportar migrantes venezolanos sin papeles. Sería un primer paso en una serie de compromisos que podrían llevar a la reanudación del diálogo entre la oposición y el Gobierno, que empezaron en México hace dos años. Hace un año ocurrió un intercambio de prisioneros estadounidenses, los antiguos gerentes de Citgo apresados en Venezuela por los sobrinos de la primera dama Cilia Flores, quienes enfrentaban cargos de narcotráfico en Nueva York.