Mayré Martínez (Caracas, 1978) tenía 15 años cuando inició su periplo en los escenarios. Cafés y locales nocturnos fueron las primeras tarimas en las que labró su destino.
Hoy, tres décadas después, la cantante y compositora, sostiene que la clave que le ha permitido mantenerse a flote en el mundo del entretenimiento ha sido reinventarse con el paso del tiempo y sortear las subidas y bajadas de una industria que responde a giros inesperados, eso sí, siempre confiando en que Dios envía a sus guerreros en las batallas que pueda sortear.
Por estos días, Mayré celebra el lanzamiento de A las 12:02, en el que trabajó con Beto Cuevas, su hijo Diego Cuevas, Fernando Osorio, Judy Buendía, Willie Gómez, EvrYwhr y Blair Taylor.
“Esta producción es súper especial porque todas las personas que colaboraron en ella son artistas y seres humanos que admiro, en los que confío y que me caen muy bien, así que trabajar con ellos es como un sueño hecho realidad. Tuve la oportunidad de combinar diferentes géneros que tenía ganas de compartir y, a pesar de lo que siempre te recomiendan de que no mezcles géneros, lo importante es expresarte y eso fue lo que hice en este álbum”, asegura la artista, a través de una videollamada de WhatsApp desde Los Ángeles, en donde está radicada desde hace nueve años.
La vocalista cuenta que el EP incluye un par de boleros que ofreció para el álbum en español de Christina Aguilera, que no fueron seleccionados, así que le dijo a Osorio y Buendía que quería cantarlos y ellos la secundaron en su idea.
-Saltó a la palestra pública en 2006, cuando ganó la primera edición de Latin American Idol, ¿Cómo definiría este trayecto en el mundo de la música?
-Siempre me estoy reinventando. Me encanta hacer algo nuevo, sacar algo diferente. Este álbum es especial porque me pasa que lo pongo en el carro o lo escucho cuando estoy haciendo algo. No me cansa en lo más mínimo, me ha dado el chance de expresar cómo me estaba sintiendo en ese momento. Nunca he grabado un bolero o una balada con otro artista. Compuse todas las canciones. Hubo un tema que produje yo solita. Me senté 16 horas en la computadora después de hablar con una amiga y su historia hizo que me sentara a escribir, a componer la música y a hacer la programación de los instrumentos y cuando salí dije: “Esto me gusta así”. Por primera vez no le pregunté a un amigo o colega, solo pensé que era lo que quería hacer.
"Creo mucho en las relaciones simbióticas en donde tú das y recibes de la misma manera", afirma la cantautora (EMILIO URIBE)
-A lo largo de su trayectoria artística también se ha dedicado a la docencia, incluso ha desarrollado su propio método de canto. ¿Por qué este empeño?
-Creo que siempre hay que dar y recibir. Creo mucho en las relaciones simbióticas en donde tú das y recibes de la misma manera. A mí me parece que eso es sano, sobre todo, cuando sucede espontáneamente. Siento que soy un canal de información (risas). Siempre hago un ritual y le pido a Dios, en quien creo, que sea un canal. Me parece hermoso que tantos sueños míos se hayan hecho realidad y sé que hay mucha gente que quiere cantar y sé que todos pueden hacerlo, así que no hay manera de que yo me quede con esa información.
-¿Qué es el éxito para Mayré Martínez?
-Para mí el éxito es sentirse en paz, que estás alineada con lo que viniste a hacer y que eso te causa una felicidad increíble, que te da esa motivación, esa esperanza, esa energía de que cuando te caes, que cuando las cosas no salen como tú las tenías planeadas, es normal. Dios siempre se encarga de mandarte lo que te hace falta.
-¿Y la fama?
-La fama para mí debería estar balanceada. Me refiero a que cuando se sale de las manos se convierte en una tortura. Es inevitable que se distorsione todo y que tu vida ya ni siquiera te pertenezca. Siento que es bonito llegarles a muchas personas, tener la posibilidad de usar tu instrumento para expresar maravillas al mundo o a una gran cantidad de personas. Siento que la fama se puede balancear, aunque muchos amigos me digan que no. He vivido muy bien de mi carrera desde que tengo 15 años de edad. El artista tiene que aprender de finanzas, de empresas, de todo. En el desbalance la gente no vive de lo que ama ni de la manera que quiere.
-¿Está entre sus planes visitar Venezuela?
-Sí, tengo nueve años sin ir a mi país, sin olerlo, sin comer la comida de verdad, los quesos de verdad, la gente tan hermosa, aunque vas para Miami y se siente muy Venezuela, no es Venezuela porque hay algo muy especial que tenemos nosotros y que se ve, que brilla mucho más cuando estamos en nuestra tierra. Anhelo volver a Venezuela y seguramente voy a hacerlo muy pronto.
-¿Qué siente de haber sido abrazada como uno de los iconos de la comunidad LGBTI+?
-Es un honor increíble. No fue por La reina de la noche. Empecé cuando cantaba en bares y locales nocturnos. En una ocasión canté en Café Macchiato, en el que cabían 15 personas y fueron llegando parejas gays hasta que se reunieron 200 personas, sin alcohol. Lo hacía los domingos. A través de los años, me he puesto a analizar que tengo su absoluta aprobación y ellos tienen la mía, además de mi admiración porque es duro decirle al mundo lo que eres y que quieran criticarte, condenarte. Siento que es algo que está en mi aura, que es una bendición y me encantaría seguir cantándoles. La gente me pregunta si soy gay y yo les digo que no tengo que serlo para apoyar a la comunidad.
-Cecilia Todd dice en una de sus canciones que "El norte es una quimera". ¿Qué opina usted?
-Los Ángeles es un paraíso para mí. Vivo al lado de la playa y tengo un estudio. Se llama Hermosa Beach y soy inmensamente feliz. La gente me ha recibido muy bien, aman mi acento, mi cultura, me han respetado. Conocí a mi esposo y a mis hijastros, que son unos ángeles y me han cambiado la vida. Mucha de mi familia está aquí. El norte nos ha recibido tan bien que lo considero un sueño alcanzable y maravilloso. Si uno cree que no puede, no va a poder y si crees lo contrario, sí vas a poder. Dios siempre encarga las mejores batallas a sus mejores guerreros.