Todo ha sido parte de un show como siempre lo ha sido. Escribió una carta de despedida en el que justificaba su salida de Venezuela, entró ilegalmente a Colombia y a las 24 horas ya estaba en Miami, Estados Unidos. El objetivo final de su triste destino. Nada nuevo.
Nadie lo recibió. Ni la “diáspora” que él mismo aupó a marcharse del país por sus gestiones como “interino”. Solo pocos medios de comunicación lo recibieron para dejar en claro que terminó solo con cara de derrotado.
Dejó Venezuela con deudas, robos y acciones bochornosas. Se fue con millones de dólares en sus bolsillos a cambio de entregarle al gobierno de Estados Unidos más de mil millones en oro, hoy en manos del Reino Unido.
Ante la vista de todo el mundo también robó y entregó Citgo, arruinó Monómeros, bloqueó al país y llenó de hambre a los venezolanos. Llenó de mentiras a sus seguidores y a la nación.