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 El libro de Bollmann va contando la historia de la lectura femenina a partir de cuadros e imágenes de cada época

Relegadas tradicionalmente a un papel secundario y a menudo pasivo en la sociedad, las mujeres encontraron muy pronto en la lectura una manera de romper las limitaciones del mundo al que las confinaban. La lectura, para ellas, ha sido una puerta abierta al conocimiento, la imaginación, el acceso a otro mundo, un mundo de libertad e independencia, que les ha permitido desarrollarse y adoptar, poco a poco, nuevos roles en la sociedad.




Las mujeres que leen son peligrosas, es el provocador título de un libro de Stefan Bollmann (Ed. Maeva, España, 2006), en el cual a través de un recorrido por las numerosas obras de arte que reflejan la estrecha relación entre libros y mujeres, rinde un sentido homenaje a las damas y confirma el excepcional poder que confiere la lectura.



En el prólogo del libro se plantean algunas preguntas interesantes: ¿Son más peligrosas las mujeres que leen o las que no leen? ¿Fueron en el pasado más peligrosas las mujeres que leían que las de ahora? ¿Qué opinaban los hombres de las mujeres lectoras? ¿Y las mujeres que no leían sobre las que sí lo hacían? ¿Las mujeres leen de un modo distinto al de los hombres?




El libro de Bollmann va contando la historia de la lectura femenina a partir de cuadros e imágenes de cada época hasta llegar al siglo XX, donde incluye una inusual foto de Marilyn Monroe leyendo un libro de lo más relajada. No se trata de una foto posada como la mayoría de las que conocemos de la diva, sino que fue capturada en el jardín de su casa leyendo nada más y nada menos que la novela “Ulises” de James Joyce. Al parecer Marilyn no era tan cabeza hueca como el estereotipo que nos vendieron y la lectura era una de sus costumbres preferidas.

Leer es peligroso, por supuesto. Ejercita los músculos del entendimiento, de la comprensión y de la empatía, los resortes de la rebeldía, de la disquisición, del conocimiento y, en ocasiones, de la indiferencia ante lo banal. La lectura es peligrosa desde el preciso instante en el que algunos se empeñaron en prohibirla a las mujeres. Leer también puede inducir a la conformidad y a la sumisión, si quien lee no lo hace con sentido crítico y planteándose nuevas preguntas. Pero lo que resulta realmente peligroso es no leer.  




 
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