Los críticos la aplaudieron en el Festival de Cine de Sundance. Y aunque la plataforma Netflix no la ha incorporado –no aún- entre sus largometrajes más descargados de este año, la película Mucho mucho amor, La leyenda de Walter Mercado (2020), dirigida por Kareem Tabsch y Cristina Costantini, ha levantado un huracán de comentarios en las redes sociales. Quizás tantos como despertara en vida la estrella puertorriqueña que ocultaba su intimidad detrás de los signos zodiacales, el maquillaje, joyas y miles de capas estrafalarias.
Una intimidad que Tabsch, Constantini y el productor puertorriqueño estadounidense Alex Fumero se empeñaron en escudriñar para resolver, en principio, lo que consideraban un verdadero misterio digno de la detective Agatha Christie: ¿Por qué desapareció el astrólogo de manera tan repentina del plató? ¿Había fallecido y nadie se había enterado?
Fue Fumero quien dio el primer paso en 2017. Leyó en la prensa que había una subasta de objetos de Walter Mercado en la ciudad de Miami y de inmediato se le metió en la cabeza la idea de adquirir una, al menos una, de las capas que solía usar el showman en sus programas televisivos desde los años setenta; y que, se dice, llegaron a sumar 1.500, muchas de las cuales fueron confeccionadas a la medida por la diseñadora cubana Yway Baralt.
“No hubo suficiente dinero para la capa”, se ríe ahora Fumero de su osadía. Las más baratas fueron valoradas por encima de los 1.000 dólares y una de ellas llegó a alcanzar la cifra de 15.000 dólares en una subasta benéfica. “Pero sí me compré una (pequeña escultura de la) Caridad del Cobre que él tenía en su cuarto y que hoy conservo en uno de los dormitorios de mi casa”, aclaró para El Diario.
No fue lo único que se llevó Fumero de aquella visita. Lo más importante, cuenta, fue que ahí conoció a la sobrina de Walter Mercado, Dacette Benet, le explicó que él era cineasta, y le planteó entonces la idea de rodar un documental acerca de su tío. “Yo creo que a él le puede interesar”, recuerda que le respondió ella, y así comenzó entonces la historia de Mucho mucho amor, estrenada en enero en el Festival de Sundance –con gran éxito de crítica- y desde el pasado 8 de julio en la plataforma de Netflix.
“Todos los días, a las 6:00 pm, la casa se tenía que quedar en completo silencio para que la abuela pudiera escuchar el mensaje que le tenía que dar Walter a los del signo acuario, piscis, sagitario, libra. Y todos nos quedábamos impresionados porque era una especie de mago que hacía acto de presencia de pronto en la pantalla, con sus brazos adornados con joyas, y unas capas impresionantes”, agrega el cineasta cómo fue que él y muchísimos en su generación quedaron hechizado ante semejante aparición.
“¡Era como una combinación entre Liberace y ‘El Chavo del Ocho’!”, se ríe él de su propia definición de aquel estrafalario personaje que debutó casi por azar en un segmento del programa El show de las doce, que transmitía Telemundo en 1970, y que, subraya el cineasta, durante tres décadas se convirtió extrañamente en un verdadero y contundente fenómeno de audiencia “pese a vivir en una sociedad tan machista y homofóbica”.
“Sí, sí… porque uno se pregunta cómo es que Walter Mercado se convirtió en un Dios tan aceptado en una cultura como esta”, se increpa a sí mismo Tabsch, quien se dedicó entonces, junto con Cristina Costantini y Alex Fumero, a indagar durante dos años acerca de la vida de Walter Mercado Salinas. De su nacimiento en la ciudad de Ponce, Puerto Rico, en 1932; de sus padres de origen de pocos recursos, José María Mercado y Aída María Salinas Vidal; su paso por la universidad, su incursión como actor de piezas teatrales y telenovelas… y, por su puesto, de sus facultades, que algunos han bautizado de “especiales”.
“Es complicado hacer un documental acerca de una figura como Walter, que es tan famosa, que tuvo una trayectoria tan larga y tan rica, y que falleció a los 88 años, cosa que a él no le gustaría que yo recordara. Tienes que plantearte inevitablemente qué es lo importante y qué es lo verdaderamente superficial. Para nosotros era importante contar cuáles eran sus orígenes, cómo fue que descubrió que era una persona diferente, especial, y a partir de ahí trazar toda su trayectoria desde que comenzó como bailarín hasta que se convirtió en actor de teatro y de telenovelas; para luego describir cómo llegó a transformarse en Walter Mercado, hablar de los niveles de fama que alcanzó, y contar por qué de pronto desapareció de la vida de todos nosotros sin dejar rastro alguno”, explica refiriéndose a la compleja relación laboral que sostuvo con su mánager Bill Pakula, quien lo alejó por completo de los focos y hasta lo despojó durante años hasta de su nombre personal y artístico.
Esas eran, coinciden el director y el productor, las principales aristas del documental. Sin dejar de lado, claro, ciertas interrogantes que muchas personas se hicieron inevitablemente acerca de este showman que llegó a tener contratos televisivos millonarios con Telemundo y Univisión, firmó el horóscopo de diarios y revistas de América Latina y Estados Unidos, escribió siete libros, y en 2010 fue rebautizado como “Shanti Ananda”, que significa “Paz y felicidad”, por el maestro espiritual indio Osho.
Proceso cinematográfico
¿Quién era en realidad Walter Mercado? ¿Un astrólogo visionario? ¿Un mago extraordinario? ¿Un hombre con estupendas habilidades de predicador? ¿O acaso un gran charlatán? Kareem Tabsch y Alex Fumero juran que también llegaron a hacerse preguntas similares. Y aunque sus dudas, queda claro, no han permeado al producto cinematográfico final, ambos esperan que sea el público el que ofrezca una respuesta de manera muy personal.
“Nosotros, como cineastas, nos aproximamos a Walter con escepticismo. Y salimos igual: escépticos. Él nos contó que de niño tenía poderes especiales. Si eran cuentos suyos, no lo sabemos. Y de lo que nos dimos cuenta es que no importaba, porque lo más grande es que llegó a inspirar a millones de personas. Hay algo muy importante que la gente tiene que entender: Walter no era una persona superficial. El sabía de astrología, de catolicismo, de judaísmo, de budismo. Era un estudioso de las religiones y también de la espiritualidad. Se identificaba así mismo como cristiano, pero lo que le importaba era demostrar que todas, absolutamente todas las religiones, tenían algo en común: el amor. Y siempre intentaba buscar ejemplos específicos que pudieran servir a su público. Creo que ese es uno de sus grandes secretos. Y creo que por eso la gente lo amaba”, explica Tabsch.
Entre sus grandes admiradores, por cierto, se cuentan Eugenio Derbez, el actor y comediante mexicano, y también Lin Manuel Miranda, el actor, compositor, cantante y dramaturgo estadounidense, de padres puertorriqueños, que no dudaron en participar en Mucho mucho amor, y que se deshacen en elogios para “la estrella de las mil capas”.
Hubo dos personalidades que, sin embargo, nunca pudieron ser incorporadas al documental. “El primero es Bad Bunny”, confiesa Kareem Tabsch. “A él lo quisimos entrevistar porque es un artista que ha sabido trabajar su identidad y que ha mezclado muy bien lo masculino con lo femenino y, para mí, la manera en cómo se viste está bastante inspirada en Walter y queríamos preguntárselo”.
“Y el segundo es Ricky Martin, por razones obvias: fue un pionero en salir y expresar abiertamente su sexualidad”, añade el director, quien explica que el cantante puertorriqueño siempre se mostró “interesado en hacer la entrevista”, pero nunca pudieron coordinar sus agendas profesionales con las de la producción del largometraje. Y sin embargo, recuerda, no por ello dejaron fuera el tema de la sexualidad de Walter Mercado.
“Para nosotros era muy importante hablar de ese punto, porque Walter llegó a ser aceptado y adorado, aunque la expresión de su sexualidad y hasta de género fuera bastante fuera de lo común. Pero él, que sin duda fue una gran inspiración para muchas personas, estaba más allá de eso y cada vez que aparecía en la pantalla enseñaba quién era. Y si alguien le preguntaba directamente, respondía: ‘¿Quién eres tú para señalar cómo debe vestir un hombre?’, ‘¿Quién eres tú para decidir cómo debe comportarse un hombre?’, y ‘¿Quién eres tú para decirme si un hombre debe maquillarse o no?’. Pero la verdad es que nada de eso se había visto antes en la televisión latinoamericana. Fue un pionero en eso de expresarse, como nadie lo había hecho, acerca de la sexualidad y los géneros, y eso fue muy importante porque era una forma de hacer pensar y reflexionar al público”.
“Siempre habrá preguntas que quedaron por hacerse”, ataja Tabsch, por cierto, cuando se le pregunta acerca de si Willie Acosta –quien lo niega con no poca picardía en el documental- era en realidad mucho más que el asistente fiel de Mercado. “Siempre habrá preguntas… y creo que Walter lo quería así”.
A manera de anécdota, cuenta el productor Alex Fumero, que entre tanto material audiovisual revisado para el montaje de Mucho mucho amor: La leyenda de Walter Mercado, encontraron una entrevista en la que el astrólogo vaticinaba hace tres décadas que “en el futuro no habría distinciones tan marcadas entre lo femenino y lo masculino, y que los géneros se iban a terminar mezclando”. “!Y ya ves lo que estamos viviendo! De manera que sí… Walter siempre fue un pionero. Y ojalá se replique su mensaje: lo más importante es aceptar a las personas que son distintas, porque al final su lenguaje era ese: el amor”.
Lo cierto es que fueron dos años de arduo trabajo al lado de Walter Mercado. “Algunos días con maquillaje. Otros días sin maquillaje. Algunos días con capa. Otros días sin capa”, bromea Kareem Tabsh, y Alex Fumero atrapa su chanza rápidamente:
“Bueno, puede que alguna vez no llevara capa, pero siempre con maquillaje”. Y agrega:
“Fue impactante, porque llegamos a tener una relación tan familiar que terminamos cargando su féretro cinco semanas después de acabar el documental. Él tenía a sus sobrinas, que lo adoraban, a su asistente… pero para nosotros se convirtió como en una especie de abuelo”, apunta el productor, quien llegó a soñar alguna vez con un estreno apoteósico, con el astro puertorriqueño presente, y sin embargo no pudo lograrlo.
“Siempre soñamos con que él pudiera ver la película entera. Pensamos que iba a poder asistir a Sundance, pero ya en ese entonces todo era como una montaña rusa. En el estreno estábamos felices por el documental, pero muy tristes a la vez por su partida y su ausencia”, finaliza.