Cuando surgió el nuevo coronavirus en Wuhan, China, en diciembre de 2019, el mundo nunca imaginó que estaba frente a un gérmen que literalmente se diseminaría por todo el planeta.
Para que esto ocurriera, la transmisión, es decir cómo el virus pasa de una persona a otra, tiene que ser, primero, veloz, y segundo, tremendamente eficaz.
En base a la experiencia que la comunidad científica tenía con otros coronavirus, y por los datos que fueron surgiendo, se determinó casi inmediatamente que, con mayor frecuencia, el virus que causa COVID-19 ingresa al cuerpo de las personas cuando partículas virales "aterrizan" en sus manos y se tocan la boca, la nariz o los ojos.
Estas partículas virales que pueden entrar a un organismo las expele una persona infectada al toser, estornudar, o simplemente hablar. Por eso, se estableció que una distancia social de 6 pies (2 metros) es una eficaz forma de prevención.
Un virus es algo tan pequeño que no puedes verlo. Al expeler las partículas virales, éstas flotan en el aire por un tiempo y luego caen. Si "aterrizan" en una superficie, pueden permanecer allí por horas y hasta días, y una persona también puede infectarse al pasar la mano por alguna de esas superficies y luego tocarse la cara.
Esta teoría es la que ha sostenido por meses la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, la organización ahora está revisando su postura, luego que más de 200 científicos de todo el mundo firmaran una carta solicitando a la OMS que analizara la transmisión del nuevo coronavirus por vía aérea.
Ahora bien, ¿cuál es la diferencia? Porque a simple lectura pareciera lo mismo: el virus sigue estando en el aire.
Bueno, la diferencia es que en la transmisión por vía aérea, las partículas virales no caen rápidamente luego de ser expelidas, sino que se mantienen en el aire flotando por horasluego que una persona infectada habló, tosió, estornudó o respiró.
Esta forma de propagación generaría más casos potenciales porque la persona ya no tiene que estar cerca de otra que porta el coronavirus para estar en riesgo. Si las partículas virales permanecen por horas en el aire, simplemente caminar por el lugar puede exponer a la persona al contagio.
De confirmarse ciento por ciento esta teoría, cambiaría radicalmente la estrategia de salud pública en lugares públicos cerrados.
El miércoles 8 de julio, la OMS admitió que había evidencia que sugiere que esto era posible en entornos específicos, como espacios cerrados y abarrotados.
Esa evidencia tendrá que evaluarse a fondo, pero si se confirma, los consejos sobre cómo prevenir la propagación del virus pueden tener que cambiar.
Podrían conducir a un uso más generalizado de máscaras y un distanciamiento social más riguroso, especialmente en bares, restaurantes, y también en el transporte público.
Y habría que ver qué decisión se tomaría sobre las escuelas.
Tanto si ocurre una transmisión u otra, o las dos, el uso de máscara y la distancia social siguen siendo dos formas de prevención críticas para frenar la propagación del coronavirus que causa COVID-19.