26, 2019 08:05
POR: FEDERICO ARREOLA
sdpnoticias.com
Si EPN no se hubiera exhibido tanto no tendría problemas; hoy quiere ser discreto, pero la que se exhibe es su ex... malo para ella y él y otros
Creo que los cubanos se caracterizan por producir ruido; es como una condición innata en ellos y también es parte de su condición exhibicionista; no saben gozar o sufrir en silencio, sino molestando a los demás.
No soy monedita de oro
Pa' caerle bien a todos
Así nací y así soy
Si no me quieren, ni modo.
Una aclaración: no soy culto ni he leído todas las novelas que se publican ni visto todas las películas que se producen. Lo admito con honestidad. Podría presumir lo contrario simplemente copiando y pegando frases tomadas de internet, pero no me apetece ser tan mamón como, por ejemplo, el columnista Gil Gamés, de Milenio (aliasRafael Pérez Gay), a quien le da por apantallar a sus lectores con un conocimiento enciclopédico evidentemente basado en Google.
Pues bien, ni he leído Antes que anochezca, libro de Reinaldo Arenas, ni tampoco he tenido la oportunidad de ver la película con el mismo título en la que actúan Javier Bardem, como Reinaldo Arenas; Johnny Depp, como el dulce trasvesti Bon Bon, quien es también el duro Teniente Víctor, y en la que tiene un papel menor el tipo que engañó a nuestra Kate del Castillo, Sean Penn, quien en el filme es Cuco Sánchez.
Antes de que nadie se emocione hay que precisar que ese Cuco Sánchez no es el Cuco Sánchez de las canciones, sino un campesino con un diente de oro.
Ya veré tal película, si está disponible en Netflix —y si no, pues no—; la obra escrita la leeré si me la topo por ahí en algún aeropuerto, y si no, entonces tendré que entretenerme con otro libro.
En Letras libres, revista de Enrique Krauze, hay un interesante análisis de Antes que anochezca escrito por Jorge Edwards. Este texto sí lo leí. Vale la pena recordar la persecución que sufrió Arenas en su país, por homosexual y por no aceptar el régimen de Fidel Castro, que en México tristemente sigue teniendo numerosos admiradores.
El hecho es que, según Google, en Antes que anochezca, el señor Reinaldo Arenas dice lo que encabeza este artículo de que los cubanos son ruidosos y exhibicionistas.
He tratado a algunos cubanos y he estado dos o tres veces en La Habana, pero no me siento con el conocimiento suficiente como para darle la razón —o refutar— al escritor.
Pero a los mexicanos los he observado bastante, durante toda mi vida. Con objetividad puedo decir que somos excesivamente ruidosos, presumidos, exhibicionistas, ostentosos. Más todavía en los tiempos de las redes sociales, en las que mostramos todo lo que hacemos, tanto si nos beneficia como si nos perjudica.
Enrique Peña Nieto no debería tener ningún problema. El presidente López Obrador dijo que no lo iba a perseguir, pero don Enrique se ha puesto tanto en el aparador que ya llevó a que se aprehendiera a no pocos de sus cercanos.
No valía la pena que EPN enseñara a su nueva novia como trofeo de caza ni, tampoco, que alardeara su vida de lujos, como en la boda de la hija Juan Collado, en la que estuvo el cantante Julio Iglesias, que está pasado de moda y ya bastante viejo, pero que sigue siendo una celebridad internacional.
Si Peña Nieto no hubiera acudido a esa fiesta para exhibir su felicidad al lado de Tania Ruiz —con la que ya se había retratado en Madrid—, quizá seguirían libres o no tendrían tantos problems y hasta permanecerían en sus altos cargos otros de los asistentes a la llamada“boda maldita”, a saber: el propio Juan Collado, preso; la ex secretariaRosario Robles, presa; el ex ministro Eduardo Medina Mora, escondido y buscando como justificar su patrimonio; el ex dirigente del sindicato petrolero Carlos Romero Deschamps, destituido y con un pie en la cárcel. Una mentirijilla de Reforma sobre Manlio Fabio Beltrones —la de que anda en líos penales— tuvo credibilidad porque los editores del mencionado periódico dijeron que el sonorense estuvo en la boda.
Peña Nieto no dejó de exhibirse después de la boda —le hizo al chistoso en Nueva York disfrazado de hippie en un restaurante al que acudió con Tania—; optó por la discreción solo cuando se dio cuenta, por la desgracia de sus amigos y aliados, de que para él los actuales son tiempos de sumirse.
Pero, el destino es así, ahora la que exhibe su felicidad en redes sociales es la señora Angélica Rivera. Se retrató con su ex marido —José Alberto El Güero Castro, productor de televisión evidentemente entrado en años—, y sus hijas.
La gente normal tiene derecho a tales actos de exhibicionismo. No son del todo convenientes, pero finalmente el ruido en Instagram, si bien puede ser ridículo, no daña a nadie. No en el caso de las personas comunes y corrientes, las que nada deben y por lo tanto nada temen.
No es que Angélica Rivera deba nada —siempre pensé que no fue justa la acusación que se le hizo de haber adquirido una casa mediante la corrupción—, pero ella debería saber que el exceso de poder del que gozó le quitó derechos: uno de ellos, presumir su buena vida frente a un pueblo que la detesta. Cuco Sánchez diría que está lejos de ser monedita de oro.
La señora Rivera pondrá de nuevo los reflectores sobre Enrique Peña Nieto. Malas noticias para el ex presidente... y en una de esas, también para la ex primera dama y otros cercanos a ellos, Nuño, Videgaray, Osorio Chong, políticos a quienes no les sale eso de nadar de muertitos simplemente porque se los impiden las presunciones de su ex jefe y su ex jefa.