Quince años más tarde se preparan actos de homenaje en EE.UU. que
incluyen la exhibición de sus vestidos, sus divertidas pelucas y otros
artículos, que podrán verse en el Bronx neoyorquino, Miami y Washington.
Los admiradores de la cantante caribeña ya no disfrutan de su
"azúcar", su dulce grito en los escenarios con el que enloquecía a las
masas, y ya no la ven junto a su inseparable "cabecita de algodón", como
llamaba a su marido, el trompetista y director de orquesta Pedro
Knight, con quien protagonizó una eterna historia de amor.
Extrañan sus pelucas y llamativos vestidos de brillantes colores, sus
peculiares zapatos de plataforma, su energía, su alegría con el
público, al que amó incondicionalmente. Celia fue una mujer que triunfó
en un mundo de hombres, que la querían y respetaban y con quienes
compartió escenarios.
A pesar de su éxito, de haber puesto al mundo a bailar, en su país
fue vetada por su oposición a Fidel Castro y no fue hasta 2012 cuando su
voz se escuchó por primera vez en la radio en Cuba, país donde nació en
1925.
La pena de no poder regresar a la isla, de donde salió de gira a
México en 1960 junto a la Sonora Matancera y no regresó -ni siquiera
para enterrar a su madre-, siempre la acompañó.
Solo tuvo la oportunidad de ir a cantar en 1990 a la base naval de
EE.UU. en la bahía Guantánamo, donde al llegar se arrodilló y besó tres
veces el suelo, mientras al salir se llevó consigo un puñado de tierra,
que pidió que fuera depositado en su ataúd.
Al cumplirse 15 años de su desaparición, los tributos van más allá
del 16 de julio, que marca el fin de su batalla contra el cáncer a los
78 años, aunque su edad siempre fuera un misterio.
Su tumba es de la más visitadas en el cementerio Woodlawn, en el
condado de El Bronx en Nueva York, donde cuatro años más tarde fue
enterrado el amor de su vida, con quien estuvo casada 41 años. En cada
aniversario de su muerte, el mausoleo abre sus puertas para que se le
rinda tributo a la reina.
Sus admiradores llegan de todas partes y dejan allí incluso cartas,
como la de una madre que le agradece que su hija se haya curado de
cáncer, reveló a Efe Omer Pardillo, exrepresentante de la artista y
albacea de su legado.
Este año el tributo incluye varias exhibiciones además de la de El
Bronx con sus vestidos, sus pelucas y otros artículos, está la más
grande, "Celia Forever", que se inaugurará el 18 de octubre en el Museo
Americano de la Diáspora Cubana en Miami.
Woodlawn le rendirá tributo con "Celia vive", una muestra en su
capilla a finales de septiembre, en el Mes de la Herencia Hispana.
"Hace tiempo que querían hacer algo y les dije que este era el año
apropiado", comentó Pardillo para agregar que la de Miami "será la
(muestra) más grande de Celia que se haya hecho hasta el momento", con
700 piezas que incluyen sus trofeos, vestidos, pelucas, documentos, y
que podrá visitarse durante un año.
La agenda incluye también "Celia, el musical", un proyecto de gira
que "es muy personal", que se estrenó en diciembre del año pasado en
Miami y que cuenta con Lucrecia, cantante cubana radicada en España,
adonde llegará la obra el 18 de agosto, en el Starlive Festival, en
Marbella, acompañada de una orquesta y bailarines.
El musical que recorre la vida de la artista con soporte multimedia
regresará a Miami el 16 y 17 de noviembre para presentarse en el
Adrienne Arsht Center for the Performing Arts.
Durante sus cincuenta y cinco años de carrera, la intérprete de
"Guantanamera" acumuló innumerables premios y reconocimientos que no han
parado después de su muerte, como el sello del Servicio Postal de
Estados Unidos y su elección como primera latina en el Paseo de las
Estrellas del legendario Teatro Apollo en Harlem (Nueva York).
"Su legado está muy vivo, su memoria y la gente la sigue recordando,
su música se toca en todo el mundo. Me siento honrado", afirmó Pardillo.