En la capital mexicana opera la escuela de seducción "Instinto Social Alfa", que enseña herramientas para conquistar a las mujeres, pero también a fortalecer la autoestima y convertirse en todo un tiburón social y alcanzar el éxito en distintos aspectos de la vida.
"Un seductor, definiéndolo de manera muy específica, sería alguien que está enamorado de sí mismo", dice a Efe el director del curso, Miguel Carrión, quien comienza sus cursos -divididos en 8 sesiones teóricas y 6 misiones prácticas- tratando de quitar a los alumnos sus inseguridades.
Por ejemplo, en cuanto al físico o la clase social, "cosas que realmente no le importan tanto a las mujeres", explica.
Para ello, es necesario tener claro qué se quiere lograr en la vida, definir las verdaderas pasiones y trabajar en ellas para volverse más atractivo.
Tener éxito en cualquier área de la vida requiere de tres cosas, la primera de ellas es el "juego externo", aquellas habilidades y técnicas que pueden aprenderse.
El juego interno, otro de los requisitos, es el diálogo que se establece con uno mismo al preguntarse con sinceridad sobre la propia autoestima, para luego trabajar sobre ella.
Finalmente, el tercer nivel es la congruencia, si se desea obtener un nivel de vida increíble o una mujer maravillosa, debe llevarse una vida que te haga merecedor de dichas inquietudes.
"Yo puedo ir con una mujer y decirle la mejor frase del mundo para conquistarla, pero si no me estoy sintiendo merecedor de ella no va a funcionar", aseguró.
En los cursos se enseñan las razones biológicas y sociales de la seducción y se les incita a reflexionar sobre "qué hacen a los hombres atractivos" ante el mundo.
Pero la seducción, por lo visto, es una disciplina que se entrena y que consiste en cuatro pasos: intriga, cualificación, conexión y finalmente seducción o sexualización.
El primero de ellos hace referencia a la generación de un misterio, de un interés, mientras que el segundo consiste en resaltar las cualidades que llaman la atención de la persona a la que se quiere seducir.
El tercer paso consiste en conectar con una persona de manera real, "sin las máscaras que nos ponemos día a día en nuestra sociedad", detalla.
El último punto es poder llevar una situación de entendimiento mutuo a una atracción química en la que lo sexual se respire en el ambiente.
Al mismo tiempo, los alumnos -de entre 18 a 32 años- aprenden "pequeñas sutilezas de lenguaje corporal como llegar de lado, la sonrisa, establecer un poco el espacio", entre otros.
Una vez los conceptos teóricos están claros, toca salir al mundo de la noche a establecer contacto social, supervisados por el profesor, que examina "lo más importante de la comunicación, que es el lenguaje no verbal", para después darles una retroalimentación.
"Salen a la calle, salen a un antro y ponen en práctica todas estas estrategias que nosotros les vamos brindando", apunta Carrión.
Las misiones van de más sencillas a más complejas, pudiendo ser desde hacerle unas sencillas preguntas a una chica a conseguir que los diferentes grupos de amigos que están en un bar se junten y así lograr convertirse en el alma de la fiesta.
Uno de los asistentes a las clases, un joven de 18 años llamado Daniel Gaspar, pareció interesado en este aspecto, ya que nunca tuvo problemas para gustar a las chicas.
"Ahora estoy en los negocios y la seducción no solo es para conquistar chicas, sino para el día a día, en los negocios, la familia, para siempre poder influir un poco mejor", señala a Efe.
Otro de los asistentes -que pidió no ser identificado-, un joven cerca de los treinta años que llegó a pesar 120 kilogramos, reconoce que siempre tuvo problemas con las mujeres y que asistía al curso para aprender técnicas de autoestima.
El profesor admite que asistir a este tipo de talleres sigue siendo un tema tabú para la sociedad.
Sin embargo, él sigue pidiendo a los alumnos que, ante todo, sean sinceros, inclusive si una chica les pregunta qué están haciendo allí durante una de las misiones.
En definitiva, la seducción, sea cual sea el fin que se le dé, en ocasiones requiere de perfeccionamiento para obtener los más fervientes deseos. EFE