De cuerdo con los autores, Juan Gabriel murió a causa de un infarto provocado por el esfuerzo de eliminar una flema con la que se estaba ahogando y no pudo expulsar.
Sin embargo, este síntoma ya se le había presentado antes, el 14 de abril de 2014, en el hotel Mandalay en Las Vegas, Nevada en Estados Unidos, cuando estuvo a punto de morir asfixiado y su piloto aviador, Danny le salvó la vida con un inhalador. Sus bronquios se abrieron para poder respirar y llegar al hospital para recibir la atención médica.
En otro de los pasajes del libro, Navarro y León cuentan que el cadáver desnudo de Juan Gabriel fue trasladado en una camilla improvisada, cubierto con una cobija, luego que el médico certificó la causa de la muerte, y fue trasladado a la funeraria en una camioneta de su uso y no una carroza, para ser cremado 36 horas después.
Según autores, Adiós Eterno es un trabajo periodístico, una secuencia cronológica desde 2014, cuando se presentó el primer caso de asfixia y hasta que Alberto fue cremado.
