Caras largas y de frustración es lo que ve aquí”, reseña Verónica, vendedora de una tienda de ropa en el centro comercial La Cascada; la joven es la encargada de atender a los clientes y darle el precio de los productos que, pese a lo que establece la ley, ya no aparecen en las etiquetas.
Explica que los precios aumentan prácticamente a diario, por lo que los dueños del local decidieron eliminar las etiquetas, por lo que los compradores deben ingresar al local y preguntar por el valor.
“Cuando uno le dice que por ejemplo este jeans vale 2 millones de bolívares se retiran deprimidos”, narra la mujer mientras dobla la mercancía. Indica que las ventas se desplomaron y que pasa días enteros sin vender ni una sola pieza.
“¿Quién se puede comprar un jean de ese precio o una chemise de un millón?”, se pregunta la mujer. Pero no solamente en este local retiraron los precios de la vista, en almacenes de ropa del mismo centro comercial retiraron los llamados “habladores” y ahora el comprador debe dirigirse a una computadora que al leer el código de la prenda arroja en pantalla el precio.
“Así se ahorran el trabajo de estar remarcando a diario, simplemente cambian el precio en el sistema y listo”, explica uno de los jóvenes, quien no puede crees que un paquete de 6 interiores tenga un precio de 800 mil bolívares en la conocida cadena de tiendas.
Sin estenos
“El año pasado recuerdo que ni mi esposo y yo no pudimos comprar ropa para poder adquirir los estrenos de nuestros tres hijos, pero este año ni a ellos le podremos comprar”, detalla Maritza Blanco, tras agregar que ni hallacas podrá elaborar pues el dinero no le alcanza.
“Esto es absurdo, un día un par de zapatos valen 800 mil y al día siguiente están en un millón 100”, indica la mujer, mientras observa la vidrieras de una tienda de zapatos para niños.
Asegura que estas serán las “peores navidades” de su vida, pues la costumbre de su familia era reunirse para hacer la cena de navidad y el intercambio, “este año mi hermana no está, es una de los miles de venezolanos que se han ido, y los que nos quedamos resistiendo no nos alcanza ni para una hallaca”, reseña.
Daniel Murolo