El
calor desprendido de la formación de rocas incandescentes apunta como
una posible causa de la mayor extinción mundial hace casi 252 millones
de años, según un estudio divulgado hoy en la revista Nature.
La investigación fue liderada por James Muirhead, asociado del
Departamento de Ciencias de la Universidad de Artes y Ciencias de
Siracusa (Estados Unidos), junto con el geólogo estadounidense Seth
Burgess y Samuel Bowring, profesor de Geología en el Instituto de
Tecnología de Massachusetts.
Según sus pesquisas, la formación de rocas incandescentes desató
una cadena de acontecimientos que desembocaron en la clausura del
periodo geológico conocido como Pérmico, perteneciente a la Era
Paleozoica.
En ese proceso, según esto, más del 95 % de las especies marinas y el 70 % de las terrestres se extinguieron.
"Ha habido cinco extinciones masivas importantes desde que se
originó la vida en la Tierra hace más de 600 millones de años", indica
Burgess, que añade que la mayor parte de esos acontecimientos se han
atribuido a "erupciones volcánicas e impactos de asteroides".
"Al volver a examinar los tiempos y las conexiones entre el
magmatismo -movimiento de lava-, el cambio climático y la extinción,
hemos creado un modelo que explica qué desencadenó la extinción masiva
del final del periodo Pérmico", señaló el experto.
En el centro de su investigación sitúan a los llamados traps
siberianos, que forman una gran región de roca volcánica, conocida como
gran provincia ígnea, en Siberia.
Este enclave rocoso fue el centro de casi cerca de un millón de
años de actividad volcánica, según apunta el estudio, que esparcieron
volúmenes significativos de lava, cenizas y gas al tiempo que empujaron
dióxido de sulfuro, dióxido de carbono y metano hasta alcanzar niveles
peligrosos en el medioambiente.
Según Muirhead, su investigación sugiere que "los flujos de lava
de la superficie se desataron demasiado pronto para provocar una
extinción masiva" y agrega que "en lugar de eso, hubo un subintervalo de
magmatismo que desencadenó la cascada de eventos que ocasionaron la
extinción masiva".
"El calor desprendido de las rocas incandescentes expulso
sedimentos ricos en gas, que se pusieron en contacto con el
metamorfismo, con lo que liberaron volúmenes enormes de gas de efecto
invernadero necesarios para provocar la extinción", dijo Muirhead.
El investigador explicó que su modelo de estudio "vincula el
comienzo de la extinción con el pulso inicial del emplazamiento de las
rocas incandescentes" y representa "un momento crítico en la evolución
de la vida en la Tierra".