Estos objetos pueden fusionarse y sufrir violentas transformaciones que
los hacen «saltar» hacia el el espacio intergaláctico: entonces, se
convierten en agujeros negros errantes (no es por asustar, pero no es
imposible que uno de ellos fuera disparado hacia el Sistema Solar,
aunque sí extremadamente improbable).
El
Universo está repleto de sorpresas. Hay planetas que son expulsados de
sus Sistemas Solares por la gravedad de otros cuerpos, como si fueran
simples cometas, y vagan en soledad por la oscuridad del espacio. En las
afueras de las galaxias, hay estrellas solitarias expulsadas que viajan
hacia el «vacío» (en realidad el vacío del espacio nunca está vacío). Y
no solo eso. Algo mucho más grande y misterioso, que suele estar en el
centro de las galaxias o sujeto a su gravedad, también puede errar en
solitario: se trata de los agujeros negros. Estos objetos pueden
fusionarse y sufrir violentas transformaciones que los hacen «saltar»
hacia el el espacio intergaláctico: entonces, se convierten en agujeros
negros errantes (no es por asustar, pero no es imposible que uno de
ellos fuera disparado hacia el Sistema Solar, aunque sí extremadamente
improbable).
El observatorio Chandra de rayos X, de la NASA, ha fijado sus
sensores en el que parece ser un vagabundo enorme: un agujero negro
supermasivo de 160 millones de masas solares. Se encuentra, de momento,
en una galaxia elíptica situada a 3.900 millones de años luz de la
Tierra, en la Osa Mayor. Estas observaciones han sido publicadas
recientemente en arXiv y serán publicadas en The Astrophysical Journal.
(Aquí puedes ver un vídeo de Youtube sobre el estudio).
Esta oscura acumulación de masa pudo ser exiliada cuando dos agujeros
negros se fusionaron, y emitieron un violento «grito» en forma de ondas
gravitacionales. El proceso de unión, todo un misterio para la ciencia,
cambió el estado del agujero. Le hizo más pesado y le hizo moverse en
una dirección concreta, como si hubiera sido disparado por un enorme
muelle. De hecho, la potencia del muelle depende de una de las pocas
propiedades que definen los agujeros negros: el giro.
Al comienzo, los astrónomos observaron con el Chandra una potente
fuente de rayos X , que llevaba la firma de los agujeros negros
supermasivos que están en crecimiento (lo que quiere decir que están
engullendo gas de su entorno). Con el vetusto telescopio Hubble,
observaron dos puntos en ese mismo lugar. Concluyeron que esos puntos
podían estar mostrando dos cosas distintas: o bien un par de agujeros
negros supermasivos, o bien a un agujero negro vagabundo.
Las imágenes del Hubble, en azul, muestran, efectivamente, dos puntos
luminosos. Uno más nítido y otro más difuso. Uno de ellos está en el
centro de la galaxia, y el otro 3.000 años luz más allá. El que se ve
arriba, es una potente fuente de rayos X, tal como ha mostrado el
Chandra, y según datos obtenidos por varios telescopios (el Keck, en
Hawái, y el «Sloan Digital Sky Survey»), parece tener una velocidad
distinta a la de la galaxia. Por eso, los astrónomos sospechan que se
trata de un agujero negro supermasivo errante que se está alejando de
las estrellas del centro de la galaxia.
En apoyo de esta idea está el hecho de que la galaxia hospedadora
muestra señales de «interferencias» en su exterior. Esto podría ser un
síntoma de que en un pasado reciente, a escala cósmica, la galaxia
sufrió un proceso de fusión con otra galaxia vecina. Además, los modelos
consideran que cuando esto ocurre, los agujeros negros del centro
también acaban fundiéndose.
El proceso no es tan destructivo como podría parecer. La fusión de
galaxias puede favorecer el nacimiento de estrellas, hasta el punto de
alcanzar una tasa de formación de cientos de masas solares al año, tal
como se ha observado en esta galaxia.
Ahora bien, también podría ser que lo que estemos viendo en realidad
sean dos agujeros negros supermasivos muy próximos. Uno creciendo
rápidamente, y por eso emitiendo rayos X, y otro creciendo más despacio,
y no emiténdolos. Aunque los astrónomos se decantan por la idea del
agujero errante, aún necesitan más datos para confirmarlo. La caza de lo
desconocido continúa.