En su primer discurso como presidente, Michel
Temer instó a rescatar a Brasil de la crisis económica y política que
había llevado al impeachment de Dilma Rousseff. Un año después, el
propio Temer, blanco de una investigación judicial por corrupción,
parece lejos de su objetivo, y no contento con eso, se niega a renunciar
pese a las graves acusaciones de corrupción surgidas en su contra y a
la erosión de su base aliada.
“No renunciaré”, dijo este jueves en un mensaje televisado, después
de que el Supremo Tribunal Federal (STF) decidió abrir una investigación
tras la revelación de un audio en el que supuestamente se escucha a
Temer dando el aval para el pago de un soborno a fin de comprar el
silencio del expresidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha y a su
operador monetario, ambos en prisión en el marco de la operación Lava
Jato, que investiga una red de sobornos para obtener contratos en la
estatal Petrobras. Esa grabación habría sido entregada a la justicia
como parte de la declaración premiada del empresario Joesley Batista,
dueño de la mayor empresa cárnica del mundo, JBS.
“La caída de la inflación, los números de retorno del crecimiento y
los datos de mejora del empleo crearon esperanzas de días mejores. El
optimismo retorna y las reformas avanzan en el Congreso”, proclamó el
mandatario. Pero “una grabación clandestina trajo de nuevo el fantasma
de la crisis política”, lamentó Temer antes de advertir: “El inmenso
esfuerzo (…) se puede volver inútil. No podemos tirar a la basura de la
historia tanto trabajo en pro del país”.
Y subrayó: “Yo no compré el silencio de nadie”, antes de decir que
estaba convencido de que en el STF podrá demostrar que no tuvo “ningún
involucramiento” con los hechos que se le reprochan y de exigir la
investigación “plena y muy rápida” que merece el pueblo brasileño.
La filtración de esa ‘bomba’ por parte del diario O Globo, la noche
del miércoles, generó agitación judicial, política y social, y todo tipo
de especulaciones.
Al menos tres legisladores ya presentaron pedidos de impeachment y
varios partidos, incluyendo algunos que votaron por la destitución de
Rousseff, se aprestan a pedir el mismo tratamiento contra Temer, que se
propone entregar el mandato a quien gane las presidenciales del 2018.
El expresidente Fernando Henrique Cardoso, de un partido aliado del
gobierno, afirmó que si Temer carece de argumentos convincentes para
defenderse, “tendrá el deber moral de facilitar la solución, así sea con
la renuncia”.
Los movimientos que sacaron a millones de personas a pedir la salida
de Rousseff –acusada de manipular las cuentas públicas– también llaman a
volver a las calles para castigar a los “corruptos”.
Sin contar a los partidos de izquierda y las organizaciones
sindicales y sociales que piden la partida del “golpista” Temer y el
abandono de las medidas de austeridad, con llamados a marchas (desde la
noche de este jueves) en las principales ciudades del país.