La
Inquisición llegó a la América colonial de la mano de los Tribunales
del Santo Oficio creados en 1569 en Lima y México, por orden del rey
español Felipe II. En 1610 se creó un tercer tribunal en Cartagena de
Indias.
Las
localidades que quedaban fuera del alcance de estas instituciones eran
regentadas por comisarios del arzobispado y un complejo sistema de
notarios y delatores oficiales.
En la región andina correspondiente al noroeste argentino, Bolivia y
el sur de Perú, se registraron numerosos procesos judiciales contra las
mujeres consideradas brujas, que terminaban corrientemente en la
ejecución en la hoguera y la aplicación de crueles torturas.
Alicia Poderti, historiadora argentina, autora del trabajo “Brujas
Andinas, la Inquisicion en Argentina”, explica en su libro que en las
colonias americanas se utilizaron los mismos métodos que en las
metrópolis europeas para combatir todo lo que era considerado herejía
por la Iglesia Católica.
En la zona perteneciente al Antiguo Imperio Inca se persiguió con
particular saña a las hechiceras que practicaban ancestrales artes de
curación y magia originaria. La Santa Inquisición atacó ferozmente el
poder de estas brujas y la continuación de sus costumbres contrarias a
las europeas. Como resultado, cientos de mujeres fueron cruelmente
asesinadas en nombre de los Santos Evangelios.