De acuerdo al Dr. Josué Garza Flores, profesor de la UNAM y
especialista en Farmacología Clínica y Endocrinología Reproductiva,
señala que “desde que el hombre es hombre ha tenido la idea de controlar
el crecimiento poblacional, como lo manifestaron los egipcios en el papiro de Ebers (1550 antes de nuestra) en donde se describen métodos para evitar el embarazo..
En esta misma vertiente, el especialista cita la historia de un
médico conocido como el Dr. Condom, quien durante el siglo XVII fue
asesor del rey Carlos II de Inglaterra y le sugería utilizar un
preservativo hecho con intestino de oveja para evitar embarazos no
deseados. Del apellido de este personaje se deriva, por supuesto, el
popular nombre “condón”.
Pese al interés mostrado, los métodos tradicionales de
anticoncepción poseían alto margen de error, no tenían difusión masiva y
enfrentaban férrea resistencia moral y religiosa. No en balde, Sigmund
Freud, padre del Psicoanálisis, escribió en 1898: “Si el acto
responsable de la procreación pudiera ser elevado al nivel de una
conducta voluntaria e intencional y, de esta manera, separarlo del
imperativo de satisfacer un impulso natural, teóricamente sería uno de
los mayores triunfos de la humanidad”.
Gestación de la pastilla
El Dr. Garza Flores afirma que la creación de métodos
farmacológicos para controlar la fertilidad “proviene del conocimiento
de la fisiología hormonal femenina, en concreto cuando se supo que era
posible inhibir la ovulación y, por tanto, el embarazo”. Esto
ocurrió por primera vez cuando el fisiólogo austriaco Ludwing Haberland,
en 1929, retiró los ovarios a un grupo de ratas preñadas y los implantó
en roedoras que se encontraban en edad reproductiva; el resultado fue
que los animales de laboratorio se volvieron infértiles debido a una
hormona generada por las glándulas trasplantadas: la progesterona.
Así, al conocer el mecanismo natural que evita una nueva
fecundación cuando la gestación se encuentra en curso, las
investigaciones avanzaron hasta lograr la obtención en laboratorio de
progestinas sintéticas, que son proteínas que desencadenan la obtención
de progesterona y, como consecuencia, detienen la ovulación. En
este sentido, fue determinante el trabajo del biólogo Gregory Pincus,
galardonado con el Premio Nobel de Medicina, quien delimitó y comprobó
la existencia de este mecanismo con conejas.
Empero, y para sorpresa de muchos, la primera sustancia empleada en
anticoncepción se obtuvo en 1951, en los laboratorios Syntex de la
Ciudad de México. Este hecho se consiguió “gracias al trabajo de los
científicos Carl Djerassi, George Rosenkranz y el mexicano Luis E.
Miramontes, quien realizaba trabajos de pasantía como químico -añade el
endocrinólogo-; la patente se encuentra en el salón de la fama, en
Estados Unidos, donde lo conservan para inmortalizar este trabajo como
una de las grandes contribuciones a la píldora”.
El compuesto sintetizado fue la noestisterona, y se obtuvo a
partir de una fuente vegetal también mexicana, el barbasco (Discorea
genus); a pesar del paso del tiempo, continúa en uso hasta
nuestros días como uno de los principios activos de los anticonceptivos
orales que toman millones de mujeres en casi todo el planeta.
Al fin nació
Con 1960 inició una década caracterizada por cambios artísticos
trascendentes y el surgimiento de nuevas formas de organización y
participación civil, pero también fue el año en que nació la “revolución
sexual”, debido a que se presentó en el mercado estadounidense el
primer anticonceptivo oral (Envoid), desarrollado por los científicos Gregory Goodwin Pincus y M. C. Chang.
A este acontecimiento se sumaron los notables avances en el desarrollo
de penicilinas más efectivas que permitían controlar las enfermedades de
transmisión sexual conocidas hasta entonces.
Al respecto, el Dr. Garza Flores señala que hasta entonces “las
mujeres sólo contaban con el preservativo, el coito interrumpido o el
ritmo para evitar la gestación; ciertamente ello favoreció que se
pusiera de moda el uso de la píldora, sobre todo en naciones europeas y
Estados Unidos, pero no tanto en México, ya que había una
política a favor de la natalidad y no estaba en nuestra Constitución el
derecho a elegir de forma responsable cuándo y cómo tener hijos”. Sin
embargo, y en contraste, fue también en esos años cuando se fundó la
primera clínica de planificación familiar, en el Instituto Nacional de
la Nutrición.
También de esta época data la píldora de emergencia o del día
siguiente, concretamente en 1964, cuando un médico holandés administró
una dosis muy fuerte de estrógenos a una niña de 13 años que fue
violada, con lo que se evitó el proceso de gestación. Luego de esta
experiencia, se ha establecido que la dosis ideal consiste en tomar dos
píldoras de las utilizadas regularmente para protegerse del embarazo,
tanto por la mañana como por la noche (cuatro en total) durante cinco
días consecutivos; no obstante, para que sean efectivas deben empezar a
administrarse dentro de las 72 horas siguientes a la relación sexual si
ésta se llevó a cabo sin protección.
En cuanto a este método, el especialista comenta en que “la
forma en la que funciona es uno de los secretos en anticoncepción mejor
guardados, debido a que el mecanismo de acción no está todavía
bien definido; pero también sabemos que no es un método abortivo, ya que
cuando hay un embarazo ya establecido no induce la menstruación”.
Sistema perfectible
En términos generales, la píldora tuvo creciente aceptación hasta que
comenzaron a reportarse enfermedades o efectos adversos importantes
derivados de su uso, lo que motivó la realización de nuevas
investigaciones para conocer el por qué de ellas, cómo evitarlas y si
sería necesario crear nuevas fórmulas. Fue entonces que los
especialistas se dieron cuenta de que dosis más bajas de progestinas
lograban el mismo efecto a la vez que disminuían las molestias por su
uso, describe el endocrinólogo.
Asimismo, nuevos estudios permitieron el desarrollo de sustancias más
potentes para inhibir la ovulación, las cuales requieren una
dosificación menor y causan menos efectos adversos. De este modo,
podemos distinguir hasta la fecha tres generaciones de progestinas:
Un nuevo grupo de progestinas hace su arribo en el decenio 1970-1980, siendo la sustancia más representativa el levonogestrel.
Finalmente, en la última década del siglo XX se desarrolló una tercera generación de estos químicos, como el desogestrel, que son más eficaces y causan menos efectos secundarios que sus antecesores.
Asimismo, algunos anticonceptivos actuales incluyen otras sustancias, que son derivados artificiales de hormonas naturales conocidas como estrógenos, las cuales tienen como objetivo la generación de moco del cuello uterino más espeso, de modo que dificultan la movilidad de los espermatozoides para lograr mayor efectividad y seguridad en la prevención del embarazo.
Finalmente, en la última década del siglo XX se desarrolló una tercera generación de estos químicos, como el desogestrel, que son más eficaces y causan menos efectos secundarios que sus antecesores.
Asimismo, algunos anticonceptivos actuales incluyen otras sustancias, que son derivados artificiales de hormonas naturales conocidas como estrógenos, las cuales tienen como objetivo la generación de moco del cuello uterino más espeso, de modo que dificultan la movilidad de los espermatozoides para lograr mayor efectividad y seguridad en la prevención del embarazo.
Por convención, la píldora se toma de la siguiente manera: 1
tableta cada 24 horas, a partir del quinto día de la menstruación, hasta
completar 21 jornadas; se descansa durante 7 días, tiempo en
el cual se presenta la menstruación, y el siguiente paquete se inicia
exactamente a los 7 días de la última dosis. Algunos productos contienen
7 pastillas más, las cuales contienen hierro y se toman durante la
menstruación con un doble propósito: compensar la pérdida del mineral y
ayudar a la mujer a mantener el hábito y horario en que toma el
anticonceptivo.
Aunque la píldora acaparó rápidamente el mercado, su presencia ha tenido altas y bajas debido al surgimiento de otros métodos,
como dispositivo intrauterino (DIU), anticonceptivos inyectables y
otros, los cuales también han tenido etapas positivas y negativas, lo
que permite hablar de “modas” en materia de contraconcepción, y de una
presencia oscilante entre uno y otro sistema.
Empero, el surgimiento de la pandemia ocasionada por la infección del
VIH ha significado un avance en los sistemas de barrera (preservativo)
sobre los métodos de anticoncepción hormonales, a fin de evitar la
propagación del mal. En opinión del Dr. Garza Flores, “el
problema que genera esta enfermedad requiere un enfoque
multidisciplinario, a todos niveles, pero fundamentalmente preventivo.
Por eso, me parece que en esta década vamos a ver nuevas sustancias y
nuevos anticonceptivos con doble función: proteger contra el sida y
prevenir el embarazo”.
Asimismo, una nueva vertiente de investigaciones permite que nos aproximemos al surgimiento de la píldora para hombres.
El Dr. Garza Flores indica que ya existen algunos datos sobre la
eficacia de este sistema en Europa, por lo que es probable que dentro de
esta primera década del siglo XXI se observe la aparición del
citado método en el mercado mexicano, pero “todavía tiene que
perfeccionarse debido a que, como efecto secundario, los varones sufren
disminución del deseo sexual”.
Sólo queda reflexionar sobre la aportación que significan los anticonceptivos orales para la vida sexual en pareja,
particularmente desde el punto de vista femenino, ya que ha permitido
que las mujeres rompan con el papel social de sumisión que se les tenía
asignado y decidan por su cuenta, o en pareja, pero de igual a igual,
cuándo tener relaciones íntimas y si desean embarazarse o no. Ah, y no
hay que olvidar que su incursión también quedó marcada en el lenguaje, pues a pesar de la diversidad de fármacos en el mercado y de sus diferentes usos, esta es “la” píldora.