Una serie habla descarnadamente del acoso escolar y el suicidio juvenil



Con apariencia de serie de ambiente escolar y actores poco conocidos, “Por trece razones”, la nueva apuesta de Netflix, es algo más que un mero producto diseñado para adolescentes. Es verdad que posee los ingredientes típicos del género, pero su elemento distintivo es la manera tan peculiar como aborda temas sensibles como el acoso escolar y el suicidio juvenil.
La premisa de la que parte es el suicidio de una estudiante de secundaria, Hannah Baker. Lo diferente es la manera en que la chica cuenta su historia y las razones que la llevaron a tan fatal desenlace, lo cual hace a través de varios cassettes de audio que deja grabados. Un día, al volver del colegio, Clay Jensen, su amigo y ex compañero de trabajo, se encuentra con un paquete con varias cintas en su interior. En ellas, la propia muchacha le plantea escuchar todas y cada una de las grabaciones para saber qué razones, 13 en total, la condujeron al suicidio.
Una de esas razones es el propio Clay. Si ha recibido la caja es porque tuvo algo que ver en su desenlace. Así comienza “Por trece razones”. La serie va creciendo a medida que el joven escucha las cintas, siempre audibles también para el espectador. En los cuatro episodios iniciales se descubren algunas de las pistas de los hechos, de las razones que llevaron a Hannah a poner fin a su vida.
Producida por Selena Gómez, la serie plantea dos temas complicados de abordar. Y lo hace sin caer en los estereotipos y el morbo. Uno es el acoso escolar; el otro, el suicidio juvenil. ¿Qué lleva a un adolescente a suicidarse? ¿Cómo afecta el llamado bullying a quienes lo sufren día a día? Todo el mundo puede ser víctima y nadie está libre de culpa, ni los que acosan ni los que lo contemplan impasibles. Ese es parte del mensaje.
Hannah no tiene kilos de más, ni las orejas grandes, ni es demasiado alta, ni demasiado baja, no habla raro, no tiene gustos distintos a los del resto. Es una chica normal. Pero un hecho puntual y casi anecdótico se convierte en la mecha que activa una sucesión de acontecimientos que la llevarán a acabar con su vida. Sorprende, oyendo las cintas, la frialdad con la cual la protagonista habla de su muerte y de las razones que tuvo para propiciarla.
Todo está contando de manera que se dosifican las pistas, como las piezas de un rompecabezas que hay que ir encajando poco a poco para tener la imagen global de qué ocurrió. La serie juega con ello y le sale redondo.
“Por trece razones” plantea cuestiones profundas y poco habituales en la ficción, enmarcadas en una producción fácil de ver por el ritmo y construcción de los capítulos. El mensaje llega a donde debe llegar, sin demasiados rodeos.






 
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