Melania Trump (46) tiene por delante un complicado objetivo. La mujer
de Donald Trump (70) debe hacer que los americanos olviden a una de sus
mejores primeras damas, Michelle Obama (52). Aunque de momento solo ha
dicho que pretende tener un "papel tradicional" dentro de la Casa
Blanca, lo que sí es cierto es que la biografía de Melania da para hacer
una película, y de las buenas.
La más lista de su clase
La
primera dama nació bajo el nombre de Melanija Knavs en Sevnica, una
pequeña ciudad de la antigua Yugoslavia (ahora Eslovenia). Hija de
Viktor, un comunista que trabajaba como agricultor, y Amalija, que se
encargaba de cultivar cebollas en el huerto familiar, tenía una hermana
mayor, Inés, con la que tenía una estupenda relación. Melania ya
destacaba en sus primeros años escolares por tener muy claro cuál era su
sueño. "Quería salir de la ciudad y ver mundo. No quería conformarse.
Se notaba que no era como los demás niños de su edad", recuerda Mirjana
Jelancic, compañera de clase en el colegio Sava Kladinka.
Con unos padres que luchaban por mejorar en la vida, ambos
consiguieron trabajos mejor remunerados. Viktor montó un negocio y
Amalija comenzó a trabajar en el sector de la moda. Esto los llevó a
comprarse una casa en el llamado 'Beverly Hills' de Sevnica, no por la
majestuosidad de los edificios, sino porque quién vivía allí ya no era
considerado un simple obrero.
Descubierta en plena calle
"Gustaba
a los chicos y siempre iba muy arreglada", afirma Mirjana. Un físico
exuberante que llamó la atención del fotógrafo Stane Jerko: "Corría el
año 1987 y yo andaba por las calles de Ljubljana (capital de Eslovenia
donde Melania fue enviada a estudiar) cuando la vi sentada en las
escaleras de un instituto. Le pregunté que si podía hacerle unas fotos y
me contestó que tenía clases y no podía faltar. Sin embargo,
concertamos una cita y pude comprobar su potencial".
Tras este
golpe de suerte, Melania se apuntó a una escuela de modelos, dejó de
lado sus estudios (hay algunas informaciones que apuntan a que más tarde
cursó primero de arquitectura y otras que concluyó un máster de moda,
pero ninguna se ha podido confirmar) y comenzó una exitosa carrera como
top. Tenía solo 18 años cuando fue elegida por la firma de ropa Vezenine
Bled, una de las industrias textiles más importantes de Yugoslavia
antes de la guerra, para ser su imagen. Cuatro años más tarde, con 22,
quedó segunda en el certamen Face of the year organizado por la revista eslovena Jana.
Da las capitales de la moda europeas a Estados Unidos
Meses
más tarde, Melania consigue un contrato con una agencia de modelos,
cambia su apellido por el de Knauss, y viaja a París y Milán. Allí
pronto se hace un hueco en desfiles y producciones. Sin embargo, no
termina de encajar. Cambió su color de pelo a rubio (es morena natural)
y, según las malas lenguas, se puso pecho y moldeó su cuerpo con horas y
horas de gimnasio. Cansada de aparecer en editoriales de publicaciones
de segunda división ligerita de ropa y habiendo perfeccionado cinco
idiomas (esloveno, alemán, francés, serbio e inglés), en octubre de 1996
hace las maletas y se traslada a Estados Unidos.
¿Trabajó ilegalmente en Norteamérica?
Aunque Melania dijo que
se había mudado a Nueva York en octubre de 1996, la agencia Associated
Press aseguró estar en posesión de unos papeles que demostraban que la
modelo había cobrado 20.000 dólares por unos trabajos realizados entre
los meses de agosto y septiembre del mismo año. Fechas en las que, según
AP, solo estaba en posesión de un visado de turista (años más tarde,
Donald y su equipo negaron dichas informaciones). Sea como fuere, fue
pisar la tierra de la libertad y Melania comenzó a triunfar. De hecho,
dicen que Hugh Hefner (90), dueño de Playboy, la alojaba de vez en
cuando en su mansión. También cuenta la leyenda que posó para dicha
revista. Las fotos, si es que existen, estarán en algún cajón cerrado a
cal y canto. Sin embargo, algo debe de haber de cierto en esta historia
porque Donald y Melania acudieron a la fiesta del 50º aniversario de
dicha publicación en 2004. Cuando el río suena…
Y por fin conoce al hombre de su vida
Es
en 1998, en plena semana de la moda de Nueva York, cuando Melania y
Donald coinciden en una fiesta en el Kit Kat Club de Manhattan (Nueva
York). El flechazo es instantáneo y comienzan a salir. Pronto se
convierten en la pareja del momento y no hay evento que se precie que no
cuente con ellos.
Trump, un provocador nato, y Melania, una modelo que ansiaba aparecer
en las revistas más influyentes del mundo, consiguen sus objetivos. En
el año 2000, él posa para la revista Playboy, y ella aparece en la
portada de GQ Inglaterra con unas fotografías nada apropiadas para una
primera dama.
Después del escándalo (generado por los 24 años que les separan y por
la profesión de ella), pasan cinco años siendo los David (41) y
Victoria (42) Beckham del círculo empresarial más elitista de Nueva
York. Ella se aleja progresivamente de la moda y se dedica a ser
socialité. Básicamente, participa en programas de televisión como
colaboradora. Llega a ir al show de Oprah Winfrey (62), es jurado de
Miss USA y aparece en el reality show de Trump, The Apprentice.
Acuden a las alfombras rojas de los Emmy, los Oscar e incluso a la
prestigiosa gala MET. De hecho, en 2004 acude como una de las invitadas
personales de Karl Lagerfeld (83) al desfile de Chanel.
Boda multimillonaria
Con Melania integrada en la alta
sociedad neoyorquina, Donald da el paso y decide pedirle matrimonio. La
ceremonia, celebrada en Palm Springs (Florida) el 22 de enero de 2005,
reúne a cientos de invitados, entre ellos Hillary (69) y Bill Clinton
(70). ¡Sorpresa!
Convertida ya en la señora de Trump, Melania copa la portada de Vogue
USA al mes siguiente. Un dato que solo quiere decir una cosa; ha sido
aceptada por las mujeres del Upper East Side. Fotografiada por Mario
Testino (60), Melania luce en todo su esplendor el vestido de novia que
Dior creó exclusivamente para ella y que costó 200.000 dólares.
Es entonces cuando Melania se da cuenta de que ha subido de nivel.
Tanto que cuando anuncia embarazo a finales de 2005, la pareja es
retratada por Annie Leibovitz (67) en una instantánea en la que ella
presume de tripa y él de cochazo.
Madre y empresaria solidaria
El 20 de marzo de 2006 (año en
el que se convierte por fin en ciudadana americana gracias a su boda)
nace Barron William Trump (11), primer hijo de Melania, y quinto vástago
para Donald. A él se ha dedicado en cuerpo y alma y solo ha abandonado
su papel de madre para apoyar iniciativas solidarias, como la fundación Make a Wish, o para hacer sus pinitos como empresaria.
En esta última faceta, Melania lanzó al mercado en 2010 una línea de
joyas que ella misma se encargaba de publicitar en espacios similares a
La Tienda en casa. Se agotaron en 45 minutos. Viendo el éxito con el que
comenzaba su negocio, dos años más tarde creó sus propias cremas
antiedad que contenían caviar y que rondaban el precio de 150 dólares.
De nuevo, triunfó.
A pesar de haber demostrado que los negocios también eran lo suyo,
Melania prefiere quedarse en casa controlando la educación de su hijo y
participando en la vida social neoyorquina desde 2013.
A la sombra de su marido durante la campaña
Cuando
muchos pensaban que su carácter amable ayudaría a contrarrestar la
violencia verbal de su esposo, Melania no ha tenido un papel relevante:
"Prefiero centrarme en mi papel de madre". Pero lo cierto es que algunos
dudan de sus cualidades comunicativas. En uno de los pocos discursos
que ha pronunciado durante la campaña, la acusaron de plagiar uno
realizado por Michelle Obama en 2008. Una polémica que solucionó el
equipo de prensa de su marido asegurando que lo había copiado uno de sus
asistentes. Tras esto, Melania solo ha dirigido a los votantes algunas
palabras en ciudades pequeñas y no fue hasta el 18 de octubre cuando
decidió conceder una entrevista a Fox News defendiendo a su marido por
sus comentarios machistas.
¿Estará a la altura de sus antecesoras?
La vida de Melania
poco o nada tiene que ver con la de Michelle Obama, Laura Bush (70) o
Hillary Clinton (las tres primeras damas anteriores). Sin embargo, los
medios de su país han destacado su saber estar durante el discurso de
victoria de su marido y la posterior visita a la Casa Blanca. Quizá sea
eso lo único que tiene que ofrecer. De momento, ya es un icono de estilo
que consigue que cada prenda que luce se agote al instante. ¿El mono
blanco de Ralph Lauren que lució en la noche electoral? Agotado. Y eso
que costaba 4.000 dólares.
De momento, Melania tiene por delante cuatro años para demostrar que
puede hacerlo igual o mejor que cualquier otra. El tiempo dirá si nos
sorprende.
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