Un centenar de alpinistas muy abrigados desafiaron el martes al frío
glacial y la falta de oxígeno para bailar, todo lo bien que podían en
tales circunstancias, al ritmo de música electrónica en ocasión de "La
fiesta más alta de la Tierra", en el campamento base del Everest.
El célebre DJ británico Paul
Oakenfold dio un concierto durante la madrugada a 5.380 metros de
altura, a los pies del techo del mundo, un acontecimiento cuyo objetivo
es concienciar sobre el cambio climático y recoger fondos para oenegés.
Bajo una tienda decorada con los
tradicionales banderines coloridos del Tíbet, el músico actuó ante un
grupo de alpinistas luciendo un gorro y anorak. Sin lugara a dudas, un
público muy distinto al de las fiestas de Ibiza o Goa.
"Es verdaderamente increíble. Me
siento tan afortunado de poder actuar aquí", declaró por teléfono a la
AFP el artista, con tres décadas de carrera a sus espaldas.
Su público parecía feliz. "Era
bastante 'cool'. Hace varios años que vengo (al campamento base) pero
nunca había visto nada así", contó el estadounidense Ben Jones, empleado
de una compañía de alpinismo.
Ranzen Jha, un disyóquey nepalí que actuó después de Paul Oakenfold, expresó su satisfacción ante el número de espectadores.
"El mensaje se ha propagado y vino mucha gente", declaró a la AFP.
Los artistas necesitaron diez días
de senderismo, y que los "sherpas" con sus yaks transportaran el
material sonoro para poder ofrecer el concierto en el campamento base.
Antes de llegar a la cumbre, los
artistas que actuaron en el Everest hicieron viajes de ida y vuelta
entre distintos campamentos durante varias semanas para acostumbrar su
organismo a las condiciones extremas de altura.