"Chile ha dado un enorme salto cualitativo y lleva camino de
transformarse en una especie de Silicon Valley de la ciencia, en el
centro mundial de la astronomía", asegura Jorge Ibsen, el físico chileno
que desde 2010 dirige el departamento de computación e informática del
observatorio ALMA, en el desierto de Atacama.
Ibsen,
que trabajó durante veinte años para el Observatorio Europeo Austral
(ESO, por sus siglas en inglés), se muestra optimista acerca de las
posibilidades de desarrollo que abre la astroinformática, no solo en el
ámbito científico, sino también en el área tecnológica.
El inmenso flujo de datos que genera la observación del firmamento,
que para 2020 supondrá el 70 % del total generado en todo el mundo, "va a
transformar a Chile en el Silicon Valley del Data Science", asegura
este físico chileno.
Pero aunque Chile puede liderar la ciencia del análisis de datos en
América Latina, existe un déficit de profesionales en esta materia.
"Por cada astrónomo que trabaja en un observatorio, hay otros cinco
profesionales, entre matemáticos, físicos e informáticos", explicó Ibsen
durante la charla sobre "El big data cósmico: astronomía e innovación"
que dio este sábado durante el festival de ciencia Puerto de Ideas
Antofagasta 2017.
Este es uno de los desafíos a los que se enfrenta este país, pero no
es el único. Según este científico, hay poca conciencia entre las
autoridades locales sobre el daño que supone para la observación
astronómica la contaminación lumínica.
"Las ciudades deben desarrollarle, pero hay que proteger el cielo,
porque las señales que nosotros captamos son muy débiles y necesitamos
que estén libres de radiación lumínica. Estamos hablando de potencias de
10 elevado a -26 watts", explica.
Tradicionalmente, los astrónomos observaban el firmamento con sus
aparatos, pero hoy ni siquiera tienen que desplazarse hasta los
observatorios. Son los científicos que trabajan ahí quienes las hacen
por ellos.
"De hecho, el 75 % de los usuarios de ALMA usan los datos que son
públicos. Observatorios como el nuestro guardan indefinidamente los
datos que recogen", detalla Jorge Ibsen.
Por lo tanto, es necesario crear una infraestructura para el
almacenamiento, procesamiento y transmisión de este gigantesco big data
"y resulta pernicioso que estos centros se hagan solo si existe una
rentabilidad económica", recalca Ibsen.
Y si todos estos proyectos se hacen realidad, el norte de Chile
vivirá una nueva revolución, la de la minería de los datos, una
industria muchos más poderosa que la minería del cobre, el salitre o el
guano que han hecho del desierto atacameño un polo de desarrollo
industrial desde el siglo XX.