El consejo de ministros alemán aprobó este miércoles un proyecto de
ley que incluye multas de hasta 50 millones de euros para las redes
sociales que no supriman los mensajes de odio y "las informaciones
falsas delictivas".
En gestación desde hace meses, este
texto suscitó largos debates, especialmente debido a la delgada línea
que separa la libertad de expresión y los discursos racistas que son
duramente combatidos en Alemania, país aún marcado por su pasado nazi.
"Cuando no se combaten de manera
efectiva y no son objeto de procedimientos judiciales, los crímenes de
odio representan una gran amenaza para la convivencia pacífica en una
sociedad libre, abierta y democrática", resaltó el gobierno de Angela
Merkel en un comunicado.
"Las publicaciones manifiestamente
delictivas deben ser eliminadas o bloqueadas en 24 horas desde que se
tiene conocimiento de ellas, los otros contenidos delictivos" en el
lapso de siete días, continúa el comunicado a propósito del proyecto de
ley que apunta a sitios como Facebook, Twitter o Youtube.
"Esto concierne también a las copias de estos contenidos delictivos", añade el gobierno.
Promovido por el ministro de
Justicia, el socialdemócrata Heiko Maas, el texto, que aún debe ser
aprobado por el parlamento, establece que si no se respetan estos
plazos, las empresas descubiertas se exponen a "hasta 50 millones de
euros" de multa, y las personas físicas responsables dentro de las redes
sociales a hasta cinco millones de euros.
Aparte de los discursos racistas,
también se contemplan la apología del "terrorismo", la pedofilia, la
difamación, la incitación a cometer crímenes y las amenazas de todo
tipo.
El gobierno señala que la llegada de
las redes sociales provocó "un cambio masivo" en las relaciones entre
las personas: "la cultura del debate 'online' suele ser agresiva,
hiriente y a menudo llena de odio".
Los gigantes de internet, como
Facebook, se comprometieron en diciembre de 2015 a examinar y suprimir
en un plazo de 24 horas los comentarios señalados por los usuarios que
se expanden en Alemania, especialmente tras la llegada de 890.000
migrantes este año.