A pesar de que han pasado más de 100 años desde la tragedia, la
leyenda del Titanic sigue navegando por nuestras mentes. El accidente
que el 14 de abril de 1912 le llevó hasta el fondo del Atlántico no fue
el más trágico de la Historia (aunque murieron unas 1.500 personas), pero sí logró impactar de tal forma a la sociedad.
Según ha desvelado el diario “Daily Mail” en su edición digital, ha
sido descubierta una colección entera de telegramas en los que el
capitán del Mackay Bennett, Frederick Larnder dejó clara su intención de
arrojar al mar los cadáveres de los pasajeros más pobres y dejar en el
navío, por el contrario, a los de primera y segunda clase. Al parecer,
el capitán vio superada la capacidad de su pequeño buque rápidamente y,
ante la disyuntiva, prefirió dar a los más pobres un “entierro
marítimo”.
Tal y como explica Jorge Olier en su popular obra “La historia del
Titanic y los grandes transatlánticos”, las labores de rescate no solo
fueron protagonizadas por el “Carpathia”. Por el contrario,
otros tantos buques arribaron a la zona en las jornadas siguientes una
serie de bajeles dispuestos a buscar supervivientes y a rescatar todos aquellos cadáveres que pudieran.
“Del millar y medio de fallecidos, sólo se recuperaron del mar 328
cadáveres. En barco que más cuerpos rescató fue el “Mackay Bennet”, que
recogió trescientos siete cadáveres entre los días 17 y 24 de abril”,
señala el experto.
Los autores de “Los diez del Titanic” son partidarios también de estas cifras en su obra. Aunque ellos describen pormenorizadamente cómo fueron las aciagas jornadas a las que tuvieron que hacer frente los marineros del bajel en mitad del Atlántico: “Tan lejos como alcanzaba la vista, el mar estaba lleno de seres humanos atrapados por la letal hipotermia”, determinan.
Los autores de “Los diez del Titanic” son partidarios también de estas cifras en su obra. Aunque ellos describen pormenorizadamente cómo fueron las aciagas jornadas a las que tuvieron que hacer frente los marineros del bajel en mitad del Atlántico: “Tan lejos como alcanzaba la vista, el mar estaba lleno de seres humanos atrapados por la letal hipotermia”, determinan.
Barco de rescate
El “Mackay Bennett”, por ejemplo, fue el bajel que rescató los
cadáveres de tres de los ocho miembros de la orquesta del “Titanic” (el
viola Jhon Clarke, el violinista John Hume y el director de la banda,
Wallace Hartley). También sobre él acabaron, por ejemplo, otros tantos
cuerpos como del español Servando Ovies (uno de nuestros paisanos que
viajaba en el “Buque de los sueños”).
El descubrimiento
Una serie de telegramas enviados (en su mayoría) por el capitán del
«Mackay Bennett», Frederick Larnder, acaban de desvelar que este oficial
solicitó tirar por la borda del bajel los cadáveres de los pasajeros
más pobres.
La razón fue, según dejó por escrito, que su barco carecía del espacio suficiente para devolver a todos los fallecidos a puerto. Por ello, registró los cuerpos sin vida y, atendiendo a su clase social, pidió que le dejasen tomar la decisión.
El historiador experto en el Titanic afirma que los muertos fueron
minuciosamente registrados por los marineros en busca de su billete o
cualquier pertenencia que atestiguara si eran ricos o no. Después de
ello, 116 cuerpos fueron arrojados a las gélidas aguas. ¿Por qué no se
había sospechado hasta ahora de ello? Porque, oficialmente, lo que se
hizo fue tirar a la tripulación del «Titanic», algo habitual y llamado
también «entierro marítimo».
Mensajes destacados
Entre los telegramas más destacados se puede ver uno en el que, desde
el puerto de Halifax, en Canadá, se insta al capitán a que lleve a
puerto todos los cadáveres que pueda. “Es absolutamente necesario que
traiga todos los cuerpos que pueda acomodar”.
La respuesta del marino es la siguiente: “Se ha hecho un registro
cuidadoso de todos los papeles de dinero y objetos de valor encontrados
en los cuerpos. ¿No sería mejor enterrar los cuerpos en el mar a menos que los parientes pidieran específicamente preservarlos?”.