Con
ojos llorosos y un leve temblor en sus manos, como evidencia del miedo
que recorre su cuerpo a punto de rendirse, Javier Alberto Rodríguez, de
35 años, hizo pasar a La Verdad a su casa para contar "el infierno" por
el que atraviesan los pacientes diabéticos en el Zulia. "Estoy asustado
porque no veo ninguna mejora y eso es lo que me asusta. El futuro pinta
peligroso. En mi caso creo que lo mejor es irse del país. Porque va a
llegar el momento donde no habrá ni ayuda y aquí voy a morir, vamos a
morir".
Javier fue diagnosticado con diabetes mellitus tipo 1 a los cinco años,
es decir, se convirtió en paciente insulinodependiente. Dice que durante
todos estos años llevó su enfermedad con total normalidad, debido a que
nunca se le dificultó obtener la medicina, sin embargo el escenario
cambió para él hace tres años aproximadamente. "Antes no tuve problemas
porque se conseguían y podía costearlos. El problema viene desde hace
tres años, porque la insulina se convirtió en una lotería y las
farmacias comenzaron a decir, no hay".
Este año cumple 31 años con diabetes. Hoy sus posibilidades son
mínimas, dice que "es casi imposible encontrar insulina. Llegas a una
farmacia a preguntar, y los farmaceutas te miran con una expresión de
burla por tu ilusión de conseguirla por fin". Él debe tomar cuatro dosis
diarias, una antes de cada comida y la última antes de acostarse en la
noche. "Con mi dosis, un frasco de insulina dura entre dos o tres
semanas, entonces, mientras que tenga la última reserva tengo que salir
todos los días porque no sé cuándo las voy a encontrar, aunque tengo
mucho tiempo que no compro insulina en la farmacia".
Esperanza controlada
El porcentaje de esperanza está totalmente controlado por los
"bachaqueros virtuales". Las redes sociales se convirtieron en portavoz
de servicios públicos de pacientes que necesitan la insulina para vivir,
pero ahí es donde entran los "desalmados" y hacen su domingo. Desde su
propia experiencia, el también profesor de inglés contó, que recorre
desde hace más de un año tres a cuatro veces por semana las droguerías
en busca de su medicamento sin lograr nada. "Con las medicinas pasa
igual que con la comida, la gente que necesita medicinas, opta por
servicios públicos y los que llaman para supuestamente ayudar son
revendedores del medicamento, que generalmente lo traen de Colombia".
La excusa más común que tienen estas personas para vender el fármaco
es que tienen familiares diabéticos, viajan a Colombia a comprarla y
"bondadosamente" pueden vender algunas. El precio regular de la insulina
de acción lenta es de 25 bolívares y la de acción rápida es de mil 500
bolívares, según la última compra de Javier, el pasado agosto de 2016.
Sin embargo, los costos "bachaqueados" a través de las redes varían
entre 45, 30 y siete mil bolívares por frasco de insulina.
"Lamentablemente, los pacientes en Venezuela vivimos de lo que
encontramos y no de lo que necesitamos", esto implica un riesgo
importante para la salud de los medicados, por eso alerta que hay que
ser "sumamente cuidadosos". "Si uno compra el medicamento por esta vía,
siempre tendremos un riesgo, debemos revisar si la medicina está en
buenas condiciones, si fue usada anteriormente, la fecha de vencimiento.
Es la incertidumbre con la que tienes que vivir, hay que tomar
decisiones fuertes para eso".
Alimentación
La clave en la alimentación de los pacientes con diabetes es el
balance de los carbohidratos, las proteínas y los vegetales. "Lo que hay
que hacer es balancear, debería ser un tercio del plato de
carbohidratos y acompañarlo con vegetales. Pero en Venezuela es difícil,
porque lo que encuentras es solo harinas y pan, por eso tenemos que
comer lo que haya o lo que se consiga".
Los sacrificios son inevitables, comer mal para un diabético es
"fatal". Javier lamentó que "todos los desayunos y todas las cenas son
un sufrimiento porque normalmente como harinas. El precio del queso es
muy elevado, así que lo cambio por ricota o crema de leche. A veces
solamente hay pan y crema de leche o arepa y crema de leche y eso es
bastante dañino en mi caso, porque el cuerpo duplica la azúcar. Bajé más
de cinco kilos por esta situación".
Más allá de perder peso en los últimos meses, él está constantemente
propenso a sufrir una hipoglicemia por la baja cantidad de azúcar, o una
hiperglicemia, que es lo contrario. "Lo más común para mí en el día son
las hipoglicemias, porque no estoy comiendo la cantidad ni el tipo de
comida necesaria para el cuerpo. El factor económico pega duro, porque a
veces no me alcanza para pagar el transporte público y me toca caminar a
mi trabajo. Son más de 17 cuadras y hay días que me toca ir y venir".
Un cosquilleo en las piernas lo pone alerta, luego siente que
comienza a perder la energía, la lucidez. Sus reacciones son más lentas
hasta que finalmente se desmaya. "Si no ingiero azúcar no voy a
despertar". Al consumir exceso de harina también causa otras reacciones
en él. "Me pone propenso a las hiperglicemias y lo que hace es que te
deshidrata, porque me produce poliuria (orinar frecuentemente) y
polidipsia (hambruna). Y cuando se llega al extremo alto de azúcar, esta
se vuelve ácido cetónico, es decir, veneno en la sangre".
Ayuda
La reserva con la que ha estado viviendo este último año es gracias a
la donación de familiares que están en el extranjero. Sin embargo, el
joven profesor necesita humulin N y humalog para continuar con su
tratamiento. Si usted desea ayudar puede comunicarse a través del
0412.645.84.24
Diabetes mellitus tipo 1
La diabetes es una afección crónica que aparece cuando el páncreas no
es capaz de producir suficiente insulina o cuando el organismo no
consigue utilizar la insulina que produce.
Los síntomas principales son: cansancio, pérdida de peso, sed intensa, continua producción de orina, incluso por la noche.
Fuente: La verdad