A los 77 años cumplidos, el intréprete y
compositor araucano José Rafael Martínez Arteaga, conocido
internacionalmente como El Cazador Novato, falleció en la ciudad de
Barinas, Venezuela, rodeado de familiares y amigos, como consecuencia de
una isquemia cerebral. Su partida enluta a la cultura llanera, y su
legado es lo único que la consuela, porque así podrá ser recordado. Esta
fue su vida y obra.
Un prodigio del contrapunteo
Rafael Martínez Arteaga, nació el 26 de
enero de 1940 a orillas del raudal de La Erica, en el fundo "Jurapal",
que en griego significa "cacho de toro", en el municipio de Arauca.
Fueron sus padres los araucanos José Fernando Martínez y Ramona Arteaga.
Fue criado en medio del campo. Sus
padres lo llevaban al ordeño, a revisar los rebaños y cuidar los
animales enfermos, y hasta a los parrandos más importantes, así nació su
admiración por la creatividad del llanero y por los cantores
consagrados, aquellos que él admiraba.
“Tenía cinco años y debuté en un típico
parrando llanero de Navidad en el hato araucano Jurapal. Sin haber
preparado nada resulté contrapunteando con grandes copleros de la región
y fui, en esa época y dada mi corta edad, considerado como un caso
excepcional. Las parejas dejaron de bailar y no faltó quien dijera: ¡ese
carajito tiene futuro!”, contó el Cazador.
Y porque el niño prometía ser uno de los
grandes de la música llanera, a los seis años los grandes copleros lo
llamaban a contrapuntear porque salía con respuestas muy precisas a lo
que le decían y con versos que ellos a sus 60 años de vida nunca habían
oído. El muchacho salía siempre con algo nuevo.
“Ellos me animaban para que fuera a
contrapuntear porque yo era muy tímido. Aunque a mí no me gustaba cantar
con ellos, por respeto lo hacía, mis grandes maestros fueron mi padre,
mi abuelo y don Jesús Contreras, en Arauca", decía el Cazador novato.
Con escasos 16 años, Rafael representó a
Arauca en el primer Encuentro Nacional de "Folclor celebrado en
Manizales y ocupo el primer lugar como compositor e intérprete. Luego
volvió a lo que era su pasión: la sabana. Con el alma repleta de
esperanzas, aprendió a tocar bandola, guitarra y cuatro. Empezó a hacer
canciones. Sin embargo no descuidó los trabajos del llano,
convirtiéndose en amansador de caballos y vaquero de hato. Lo ponían de
apartador porque los animales le obedecían sin necesidad de
maltratarlos.
El joropo también es de Colombia
Su primera canción la tituló "Llanura,
yo soy tu hijo" y con ella se llevó el galardón en el Torneo
Internacional del Joropo en Arauca en 1966. Así comenzó su exitosa
carrera por los caminos de la fama. Porque ese triunfo evitó que los
venezolanos nos arrebataran una de las tradiciones más representativas
de la región: la música llanera.
Él mismo contó la historia: “Unos
venezolanos organizaron en Arauca un concurso binacional donde el país
ganador tendría derecho a erigir por decreto la música llanera como
emblema nacional. Los venezolanos estaban seguros de ganar y
participaron con sus mejores artistas. Había que componer, cantar y
contrapuntear. Yo me presenté con la canción “Llanura, yo soy tu hijo y
gané”. Sin embargo, el decreto nunca se firmó.
Ese día, Rafael Martínez le ganó el
concurso a artistas venezolanos tan famosos como El Carrao de Palmarito,
Nelson Morales o Loyola. Ahí quedó claro que la música llanera no era
sólo de Venezuela, sino también de Colombia.
Las historias detrás de las canciones
En el año 1969 grabó su primer larga
duración alternando con Tirso Delgado, con el éxito que lo signó para
siempre: El Cazador Novato. La historia es un caso real, le pasó a Juan
Santos, un hombre de Cravo Norte. Un personaje que, según narra Rafael
Martínez, tuvo mucha plata y quedó en la ruina, entonces le tocó
trabajar de veguero para sostenerse. "Yo trabajaba con ellos y me daba
cuenta de todo y ahí fue que le hice el poema.
El Cazador novato rememora que la letra
de las canciones llaneras era producto del momento vivido. "Si a uno le
preguntaban al otro día qué había cantado la noche anterior usted no se
acordaba. La gente improvisaba y no se grababa los versos porque era
como un irrespeto con el público decir los mismos versos en un baile en
Cabuyaro y luego repetirlos en Paz de Ariporo, por ejemplo, los
cantantes eran poetas repentinos".
Una de sus canciones más exitosas, “El
bongo de mis recuerdos”, tiene una historia curiosa. La hizo en 1982 en
un hotel de Villavicencio cuando vino como delegado de Arauca a un
Festival, pero no sabía que tenía que traer una composición. Entonces se
encerró en su habitación con Rafael Padilla, quien lo acompañó con un
cuatro y en 10 minutos la compuso.
El tema, interpretado por Padilla, quien
sólo había cantado en los parrandos, fue el ganador en este concurso:
“Yo le regalé a Rafael el dinero y yo cogí el diploma”, relató esa vez.
Venezuela, Armas y Lucero
En 1972, El Cazador novato se fue para
Venezuela, no por la plata sino porque fue a grabar allá y lo empezaron a
contratar para viajar en giras. Después lo llamaron para trabajar en la
misma empresa donde había grabado y allí duró 15 años, ayudando a mucho
colombianos a grabar.
Conoció a Reinaldo Armas, quien entonces
tenía 17 años y era animador de un sitio de música llanera en Caracas.
"Cuando faltaba el cantante de planta Reynaldo cantaba de vez en cuando,
yo lo oí y comencé a impulsarlo porque me parecía bueno y de estilo
diferente", contó.
El primer disco que grabó Reynaldo
Armas, el cual fue un fracaso comercial, lo costeó El Cazador Novato con
su plata. Después de mucho esfuerzo y sacrificios y de regalarle varias
canciones, entre esas “Laguna Vieja”, llegó al éxito para el
venezolano.
También trabajó con Reina Lucero, Dámaso
Figueredo y Denis Del Río. Pero cuando cumplió quince años se regresó a
la tierra que lo vio nacer.
Lo que pensaba de la música llanera
Para el Cazador, la música llanera tiene
muy buenas voces y excelentes ejecutantes de Instrumentos, pero hay una
gran crisis en las composiciones, siendo que la letra es el alma de la
canción. "En las composiciones de hoy no hay mensaje, no motivan a
nadie", afirmaba.
Siempre sostuvo que los venezolanos no
son mejores que los colombianos ni componiendo ni cantando, "Lo que pasa
es que aquí no sabemos grabar la música llanera, los venezolanos son
mejores para grabar, manejan mejor el sonido, en eso si nos llevan
ventaja", explicó.
Rafael, detrás del "Cazador"
Su título de 'El poeta más tradicional
del Llano' sale a flote al hablar de su tierra, que siempre llevó en el
alma aunque viviera en la ciudad. "Donde esté, yo siempre vivo en el
campo. Me siento prisionero en un apartamento, caminando de la sala a la
cocina y ya", afirmó Martínez.
Su fuente de inspiración primaria fue la
vida llanera, aunque Martínez también encontró otras fuentes de
inspiración: "La mujer es la causante de que uno viva y trabaje. La
mujer es el aire, el arrullo del agua, la mujer es todo", dijo. Aunque
parecía que el corazón de este romántico latía solamente por el Llano y
las mujeres, en realidad sus hijos fueron lo más especial de su vida.
Otros de sus títulos son Las mujeres se
respetan, La ley del Llano y El viagra, que a ojos de algunos pueden
parecer sexistas o superficiales, pero el poeta responde: "Mi enemigo es
el machismo, cuando las personas opinan por los demás, cuando son
prepotentes e imponen su voluntad".
Más que un cantante y compositor,
representaba al hombre llanero en todo el sentido de la palabra. Sus
canciones son clásicos del folclor criollo en Colombia y Venezuela, es
considerado uno de los máximos valores culturales del Llano y, sin
embargo, su sencillez asombraba. Siempre llevó su sombrero bien cuidado y
no se quitó las cotizas ni para asistir a uno de los tantos cocteles en
los cuales frecuentemente se le rindió homenaje.
Solía utilizar un lenguaje claro y
sencillo, donde predomina lo cotidiano. Era un poeta dicharachero que
cantaba como hablaba, no utilizó nunca un lenguaje rebuscado y respetaba
al público. Nunca se prestó en los contrapunteos para pasar de la broma
a la ofensa y dar pie así a que este género fuera relacionado con una
pelea.
Retiro de los escenarios
El siete de diciembre de 2014 recibió un
premio por su vida y obra, en el marco del Festival Araucano de la
Frontera, y se despidió del público araucano.
En el 2015 El Cazador empezó a sufrir de
una isquemia cerebral que lo obligó a retirarse de los escenarios, para
concentrarse en tratar su enfermedad.
Una lucha que finalizó en el momento en
que cerró para siempre sus ojos, a las 9:30 de la noche del 05 de marzo
de 2017, y fue cuando Rafael pasó de ser un artista de la música
llanera, a una leyenda del llano colombo-venezolano.