Carlos Cruz (@carloscruzc3) “Hoy la gente se divorcia como tomarse un vaso de agua” #divorciarmeyo

Sigue presentándose exitosamente en la sala 1 del Celarg de Altamira el monólogo  “Divorciarme Yo…”, pieza teatral interpretada acertadamente por Carlos Cruz, quien celebra sus 35 años de carrera artística. La interesante dirección corre por Dairo Piñeres. Las funciones son viernes y sábados a las 7:00 pm; mientras los domingos a las seis de la tarde.
Se trata de un unipersonal que relata la historia recurrente de Manuel, en cuanto a frustraciones matrimoniales: cinco bodas y cuatro separaciones a pesar de que ha buscado frecuentemente ser feliz pese a todas las circunstancias. Es un hombre jovial y simpático, muy estable económicamente,un “tipo derecho” sin mayores aspiraciones en su vida, que saca adelante a sus muchachos y se toma de vez en cuando unos trago.
Representa en sí la esencia del hombre que va desde lo vulnerable hasta lo “supermacho”. Este personaje nos cuenta su historia a modo de catarsis para que todos sepan las aterradoras implicaciones de un divorcio. Explica cómo la víctima, en este caso el hombre, vive acosado a tiempo completo.
Carlos Cruz comentó: “Cada texto que cambia de actor es una energía diferente, una manera de pensar diferente. Aquí tratamos de crear situaciones: su llegada a los tribunales, cuando está paranoico porque lo están persiguiendo.
Marcamos diferencia, porque en la puesta original la obra transcurría en un polígono de tiro. Aquí no utilizamos pistolas, sino que pusimos al personaje en una calle donde va con su maletica de maleteado y viendo qué hace. Es lo interesante del teatro, que un texto puede pasar de mano en mano, de actor a actor y siempre habrá una puesta diferente”.
Siente que el texto de hace dos décadas tiene vigencia. “Es un texto que lo puedes hacer dentro de cincuenta años y será exactamente lo mismo, porque el divorcio es el divorcio, el amor y desamor siempre serán los mismo de generación en generación. Hoy por hoy es una obra que se acerca más a lo contemporáneo, porque ahorita nadie aguanta nada, todo el mundo se divorcia a la vuelta de la esquina. Antes divorciarse era un rotundo fracaso, pero en esta época la gente se divorcia como tomarse un vaso de agua”.
Cuando le inquieren que si le gustaría escribir para teatro, no dudó en señalar que ya lo ha pensado. “Tengo algunos bosquejos. Uno es lo que ha significado o significa ser actor en Venezuela. Tengo ideas, situaciones y anécdotas que me han pasado, pero eso está ahí madurando”.
Cruz estudió en Buenos Aires teatro. “Imagínate, cuando comencé en la César Rengifo en 1985 mi maestro venezolano fue Carlos Aspino Díaz, quien se formó en Argentina. Desde ese año y hasta 2004 siempre me estuvo hablando de sus maestros. Cuando fui a Buenos Aires, estudié con sus maestros y mis maestros de actuación eran mis compañeros de clase. Para mi fue un impacto muy fuerte, porque estar escuchando tantos años hablar de alguien y cuando lo tienes enfrente, no sabía cómo hablarles, sentarme ni nada”.
Se impresionó que había talleres por toda Buenos Aires, en especial en el Teatro San Martín donde había ochenta. “El que no estudia es porque no quiere. Tenías espacios de sobra. Ha sido una de las mejores experiencias que he vivido en cuanto a mi formación. Me gustaría regresar para seguir estudiando, porque me parece que nunca debes terminar de formarte”.
Considera que la obra tiene sus groserías necesarias, pero no se pasa. “Soy uno de los principales detractores del exceso de las groserías y gestos procaces en el escenario. No me gusta, me parece que no son necesarios. Cuando se utiliza una grosería en el texto, es porque no se puede utilizar otra palabra. En la vida cotidiana tu dices ‘no jodas’ en el momento necesario, no vas a decir otra. Se dice en la obra porque la situación lo amerita, es una situación muy orgánica y me encantó”..
Cruz tiene una forma particular de trabajar la comedia. “Ese recurso en el teatro de que la gente se enganche con algo que se dice y seguir con eso, no va conmigo. Siempre lucho contra eso. Si digo algo que cause gracia, sigo con mi personaje en mi situación. Es tu reacción como espectador, pero ni me voy a enganchar ni voy hacerlo para que tu te rías. Es mi manera de abordar la comedia”.
Sobre el hecho teatral en este milenio, señaló que “es más rentable hoy en día que cuando comencé, donde uno de verdad trabajaba por amor al arte”.
Esta pieza teatral ha sido presentada con otros actores también en Puerto Rico, República Dominicana y Estados Unidos. En la puesta venezolana el diseño gráfico es de Tiffany Bandez; la fotografía de Jhon Rubio; la prensa por Daisy Alamo y Luis Ugueto; la asistencia de escena de Heny Tilves; la asistencia de dirección Alfonzo Lamus; y la producción general de Carlos Chacón.
Ya tiene contratada varias funciones en el interior. La temporada en el Celarg en Altamira será hasta el 23 de abril. Las entradas pueden adquirirse en www.solotickets.com  y en taquillas del teatro.



 
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