El
aprendizaje, junto con la atención y la memoria, ayuda al ser humano a
desarrollar numerosas herramientas para la supervivencia y la
cotidianidad. Y de acuerdo con un reciente estudio de Nature
Neuroscience, se requiere un poco de manipulación de los
neurotransmisores, forzado por la práctica, para fortalecer el
aprendizaje en el día a día.
Para
los investigadores, el comprender el efecto del sobreaprendizaje sobre
el desarrollo de un nuevo recurso, fue un proceso vital para un mejor
entendimiento del cerebro. Para lograrlo dividieron en dos grupos a los
voluntarios.
El primero fue expuesto a ejercicios de aprendizaje sobre un tema, al
haber mejoría en la habilidad en práctica tomaban un descanso de 30
minutos y regresaban para más ejercicios de aprendizaje sobre otro tema.
Al día siguiente realizaban una post-prueba, en donde los individuos
tenían buenos resultados en último tema practicado y pésimos en el
primero. Estos resultados fueron como si el grupo no hubiese sido
entrenado en nada. En palabras de Takeo Watanabe, profesor de Ciencias
Cognitivas, Lingüísticas y Psicológicas en Brown University, en EE.UU., y
autor del estudio, “Cuando uno deja de entrenar inmediatamente después
de haber adquirido una habilidad nueva, el área del cerebro asociada con
esta habilidad aún es plástico”. Es decir, débil. El cerebro es
flexible y se adapta en función del aprendizaje de nuevas herramientas;
por lo que si uno se detiene justo después de haber adquirido una de
ellas, el cerebro está en un estado plástico, en un estado
“preparado-para-el-aprendizaje”, y absorberá la información del segundo
conocimiento –y no del primero–.
El segundo grupo practicó el tema por más tiempo y más repeticiones,
un descanso de 30 minutos y un nuevo tema que aprender. Al día
siguiente, en el post-test, los individuos obtuvieron mejores resultados
en aquellos temas que pasaron un poco más de 20 minutos extras en
practicar, sin que un tema pudiese interferir con el otro.
De modo que aunque el primer grupo no “sobreaprendió”, tuvo un mejor
resultado en el último tema; el segundo mostró un una mejoría global con
un lapso mayor de práctica y aprendizaje. Para comprender las causas,
Watanabe y sus colegas realizaron fMRI, escanografías del cerebro
mediante el registro de oxígeno; es decir que requirieron ver las áreas
cerebrales que se activaban usando más oxígeno, carbono y nitrógeno
–traducido en la presencia de neurotransmisores– permitiendo deducir
cuáles químicos incrementan en niveles durante el proceso de
aprendizaje.
Fue así que repitiendo el experimento con la máquina MRS, con dos
cambios principales –uno, que los dos grupos estarían entrenando la
misma cantidad de veces sin el segundo entrenamiento; dos, antes y
durante tanto del entrenamiento como la prueba se estaría escaneando la
actividad cerebral. El resultado fue sorprendente: si uno no
“sobreaprende”, el cerebro consigue niveles altos de glutamato-dominante
–el cual facilita al cerebro a entrar en modo plástico o
“preparado-para-el-aprendizaje”–; pero si se sobre carga de información,
los niveles de glutamato disminuyen y los de GABA incrementan
–encargado de estabilizar el cerebro–. Para Watanabe, “Si se
sobreaprende la habilidad, el estado del cerebro cambia muy rápido de
ser plástico a estable”, lo cual significa que el cerebro tiene más
tiempo de “congelar” la habilidad previniendo de olvidarla.
Es decir que para aprender un tema es recomendable “sobreaprender”
–repetir y repetir– la base para comprender así lo complejo. Si bien se
dice que hay un riesgo del olvido con el paso del tiempo, la realidad es
que existen numerosas técnicas para mantener el conocimiento en un
periodo a largo plazo; como por ejemplo, dar tiempo a que suceda el
aprendizaje sin necesidad de mezclar los temas.
Fuente: ecoosfera / MF