Aumento de la gasolina, subida de la electricidad,
desabasto de combustible, freno a la inversión de Ford, creciente
inflación y la diaria depreciación del peso. El Presidente Enrique Peña
Nieto apareció este miércoles en televisión para calmar las protestas
ante la ola de malas noticias que golpean los bolsillos de los mexicanos
desde que comenzó la Navidad.
La andanada de aumentos, principalmente de la gasolina que subirá hasta un 20%, ha dado paso a una incubadora de protestas
que Peña Nieto quiso neutralizar con su sorpresiva aparición pública.
Sin embargo, no hubo marcha atrás ni en la subida ni en las
manifestaciones.
“Comprendo el enojo que esto provoca en la población” dijo
Peña Nieto, “pero no hacerlo hubiera supuesto poner en riesgo la
estabilidad económica del país” justificó. “No es fácil tomar esta
medida y apelo a su comprensión. El ajuste en los precios refleja el
aumento en los precios internacionales de la gasolina. Es una medida
responsable en un tema prioritario para mi gobierno: preservar la
estabilidad económica del país” dijo el mandatario para quien “de no
hacerlo, el costo sería mayor”.
Pero mientras Peña Nieto hablaba, a las doce de la mañana, los focos rojos se prendían a lo largo de todo el país.
Convocados por las redes sociales desde Tamaulipas, en la
frontera con Estados Unidos, a Tapachula, en el límite con Guatemala, un
día más se multiplicaron los bloqueos de carreteras, la toma de
autopistas, saqueos, asaltos a las gasolinerías o incluso agresiones a trabajadores de la paraestatal PEMEX.
Por cuarto día consecutivo, varias de las vías que conectan
la Ciudad de México con Querétaro, Puebla o Pachuca, así como el anillo
Mexiquense que rodea la capital, sufrieron bloqueos en protesta por el aumento de combustible.
La misma escena se repitió en Veracruz, Michoacán, Tamaulipas,
Chihuahua, Tabasco o Jalisco donde incluso hubo una huelga de autobuses
urbanos.
Los sucesos más graves se dieron la noche del martes en
Nicolás Romero, en el Estado de México, donde un grupo asaltó un
hipermercado Chedraui y una tienda OXXO en el marco de las protestas
contra el aumento de entre un 15 y un 20% en el precio de las gasolinas. En un gesto inusual el ejército llegó a la barriada para imponer el orden.
Fue el hecho más destacado de una revuelta que suma focos de
inconformidad cada hora. “Hemos tenido agresiones en 400 gasolinerías y
esto aumenta de forma viral con el paso de las horas” dijo Antonio
Caballero, portavoz de la asociación G-500.
Su asociación, que agrupa a 1.800 estaciones de servicio, el
15% de las más de 11.000 que hay en el país, amenazó con cerrarlas
todas si continuaban los disturbios. En la misma línea la organización
de gasolineros de Veracruz anunció que otras 50 estaciones de servicio
fueron “vandalizadas” y estaban fuera de servicio.
Políticamente el mandatario, con uno de los índices de
popularidad más bajos del continente, salió ayer por primera vez a
defender la “difícil” decisión. Desde que entró en vigor la
liberalización de las gasolinerías y el Gobierno fijó un subida de entre
el 15 y el 20% al precio del carburante, el Secretario de Economía,
José Antonio Meade ha recorrido con los estudios y emisoras defendiendo
que el “ajuste” se debe a la subida internacional
del combustible y no a un nuevo impuesto. Actualmente un 36% del precio
del litro de gasolina Magna (0,76 dólares) corresponde a impuestos.
Sin embargo las palabras de Meade no han frenado el desgaste
en el Gobierno, que en dos días ha “lamentado” dos veces la situación
actual. El martes, en señal de repudio tras el anuncio de Ford de detener sus inversiones en México, y el miércoles, para justificar el “doloroso” aumento de los combustibles.
Desde la izquierda el Partido de la Revolución Democrática
(PRD) se ha sumado a una protesta que desborda los partidos políticos,
sumidos en el marasmo navideño. Para la presidenta del partido,
Alejandro Barrales, el gobierno de “hace todo lo posible para crear
inestabilidad social” y recordó que la decisión de aumentar un 20% la
gasolina llegó pocos días después de que se aprobara un incremento del
salario mínimo del 10% y que las previsiones de inflación para este año
rocen el 4’5%.