Poco
se sabía del Chavo del 8, de su pasado, de las circunstancias que lo
habían llevado a instalarse en un barril, en medio de una vecindad de
coloridos personajes.
En todo caso, la historia personal del niño creado e interpretado por
Roberto Gómez Bolaños no tenía mayor relevancia a los efectos de las
situaciones humorísticas -y raras veces emotivas- que tenía el programa.
Lo cierto es que el genial actor mexicano sí había imaginado la
historia de su emblemático personaje, y hasta le había puesto un nombre.
Toda esa información forma parte de ‘El diario de El Chavo’, un libro
que Gómez Bolaños escribió en 1995, editó cuatro años más tarde y pasó
desapercibido en su momento. Sin embargo, un nostálgico parece haberlo
desempolvado de algún armario para develar sus secretos en tiempos de
redes sociales y comunicación global.
Ahora sabemos, por ejemplo, que el verdadero nombre del Chavo del 8
era Rodolfo Pietro Filiberto Raffaelo Guglielmi, el mismo que portaba el
actor Rodolfo Valentino antes de hacerse mundialmente famoso. Pero, al
igual que el latin lover hollywoodense, el niño de los tirantes
anaranjados mantuvo el secreto durante toda la serie.
Los motivos de su negación no están claros, aunque posiblemente
tengan que ver con su propia historia: nunca había conocido a su padre y
fue abandonado por su madre cuando era muy pequeño, por lo que terminó
en un orfanato; años más tarde, escapó de la institución y se instaló de
manera anónima en la vecindad, se informó a través del portal La
Opinión.
Fuente: Panorama