La muerte de Mohamed Alí marcó el acontecimiento más sonado en el #deporte durante 2016

Letal en el cuadrilátero. Con la misma potencia fuera del ensogado y sin tanto movimiento de sus brazos y piernas. Su voz, su idea, su intelecto. La combinación perfecta para ser considerado por décadas como El más grande de todos los tiempos: Muhammad Alí.
Veloz, pícaro, honesto y de discurso noqueador, Cassius Marcellus Clay Jr., nacido un 17 de enero de 1942, cambió el deporte de los gladiadores y convulsionó la historia contemporánea con su espontaneidad.
Tras su fallecimiento, el pasado 3 de junio en Scottsdale, el poderoso púgil pasó a la inmortalidad, recibiendo honores no solo del boxeo, también de todas las disciplinas en todos los rincones del mundo.

“El boxeo era solo un medio para presentarme al mundo”, llegó a soltar como uno de sus derechazos.  “Sé a donde voy y conozco la verdad, y no tengo que ser lo que tu quieres que sea. Soy libre de ser lo que quiero ser”.
El oriundo de Kentucky se caracterizó por su boxeo poco tradicional. Fue dirigido la mayor parte de su carrera por  Angelo Dundee, y sostuvo memorables combates contra los más renombrados pugilistas de su tiempo, como Sonny Liston, Joe Frazier, George Foreman y Ken Norton. Seis de sus peleas han sido consideradas como las mejores del año por la revista The Ring.
Inundó de opiniones irreverentes sobre sus oponentes, como acertados pronósticos de sus contiendas. “Él (Liston) es muy feo para ser campeón mundial. El campeón mundial debería ser alguien lindo como yo”.

Fuera del ring, se erigió como una influencia social desde los 60 cuando se opuso a su reclutamiento por parte de las fuerzas armadas de su país durante la guerra de Vietnam. 
Como integrante de la Nación del Islam cambió su nombre y,  aunque se ganó detractores por su conducta independiente de los estereotipos sobre los afroamericanos, a partir de los años 70, consiguió el respeto como figura deportiva de renombre mundial, en especial tras su pelea contra Foreman.
“Odié cada minuto del entrenamiento, pero dije: No renuncies, sufre ahora y vive el resto de tu vida como un campeón”, expresó.
En el ocaso de su carrera, empezó a dar muestras de desgaste físico; después de su retiro padeció la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, se mantuvo vigente en diversas actividades benéficas y como leyenda vida del deporte mundial.  “Mientras más ayudamos a otros, nos ayudamos nosotros mismos”.
Alí no dejará de existir. Su historia lo convirtió, sin duda, en el Más grande de todos los tiempos. ¡Hasta siempre!

Yulimar,  Stefany y Yoel,   río de alegría
Tres  estrellas de tres diferentes disciplinas llevaron al podio a Venezuela en los Juegos Olímpicos de Río 2016: Yulimar Rojas (salto triple, atletismo), Stefany Hernández (BMX, ciclismo) y Joel Finol (52 kgs, boxeo).
Rojas, una caraqueña criada en Anzoátegui,  obtuvo la distinción de plata al registrar 14,98 por detrás de la colombiana Caterine Ibargüen, oro con 15,17 metros.
 A su arribo al país,  la espigada joven de  22 años, dedicó su presea a todos los venezolanos. Luego fichó con el equipo de atletismo del Barcelona.
“Este es el impulso para mis próximos Juegos Olímpicos. Sé que llegaré a Tokio mejor de lo que estoy ahorita”. señaló Yulimar, después de culminar su desempeño.
 La guayanesa Hernández aportó bronce con  un tiempo de 34.755 en la prueba que dominó la colombiana Mariana Pajón, bicampeona olímpica. 2Te amo Venezuela, esto es para ti”, manifestó emocionada.
Y en el ensogado,  un  “Caciquito” merideño  hizo de las suyas para vencer  por decisión al argelino  Mohamed Flissi y así sumar la  medalla de bronce, que significó la sexta presea en la historia de los “narices chatas” criollos. Sin dudas tres  jóvenes, héroes con  un valor inigualable.




 
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