50 años del primer anillo de Luis Aparicio #Beisbol



Don Luis Aparicio se empezó a abrir paso en la historia del béisbol de las Grandes Ligas hace 50 años. El 9 de octubre de 1966, el zuliano alcanzó junto a los Orioles de Baltimore la Serie Mundial cuando barrieron en cuatro juegos a los Dodgers de Los Ángeles. Una hazaña de béisbol venezolano y especialmente el zuliano, pues Aparicio se convirtió en el primer venezolano en ganarse un anillo del Clásico de Otoño. 


El zuliano fue el primer bate y shortstop de un equipo que ganó el banderín de la Liga Americana al terminar con récord de 97-63. En la ronda regular promedió .276 e impuso una marca personal con 182 hits, además de ganar el séptimo de sus nueve Guantes de Oro. 
Fue la segunda Serie Mundial de Aparicio, quien también enfrentó a los Dodgers en la de 1959, pero con el uniforme de los Medias Blancas de Chicago y contribuyó con su sólida defensa con un staff de pitcheo que impuso una marca aún vigente de 33 ceros consecutivos en esta instancia, luego de no permitir carreras desde el tercer inning del primer juego, que ganaron 5-2, y vencer por blanqueo los siguientes tres con marcadores de 6-0, 1-0 y 1-0, respectivamente.
“El último out de esa Serie Mundial, cuando fuimos campeones, ese fue el mejor momento de mi carrera... Hasta que llegué a Cooperstown, que ya es otra cosa. Los Orioles del 66 fue el mejor equipo en el que jugué”, comentó Aparicio a través de Cárdenas Sport Media. 
Aparicio culminó la serie ante los Dodgers con promedio de .250, luego de conectar cuatro hits en 16 turnos, con un doble y par de remolcadas. La mitad de esos imparables, incluido el extrabase, que fue remolcador, se los dio al inmortal Sandy Koufax durante el segundo compromiso, dejando promedio vitalicio de .571 (7-4) ante el zurdo en Series Mundiales.
Más que un equipo, una familia 
Don Luis recuerda que uno de los puntos más fuertes de la novena oropéndola de 1966, no solo estaba en la calidad de sus peloteros, sino en la unión en el dugout. “Éramos como una familia. Éramos muy unidos. Y eso se logró porque teníamos un gran mánager como Hank Bauer, quien defendía mucho a sus peloteros. Él fue el primer mánager que vi en un restaurante sentado con sus peloteros en una mesa para comer. Él conversaba contigo y te inspiraba confianza, porque te dejaba hacer tu juego. Te daba mucha confianza y era tremenda persona, un amigo para todos los peloteros y eso hacía que le pusieras un extra, porque querías ganar para él”. 
“Ese equipo tenía el mejor infield en el que jugué, con Boog Powell en la primera base, Davey Johnson en segunda y ‘Brooksie’ (Brooks Robinson) en tercera. El pitcheo tampoco se quedaba atrás. Teníamos a Moe Drabowski, que lanzaba muy duro, y en ese staff estaba Dave McNally, que para mí era el mejor. También estaba Jim Palmer, quien apenas era un muchachito, pero cuando levantaba la pierna nadie le bateaba”, confesó don Luis. 
“En esa serie los Dodgers nos hizo todas las carreras en los primeros tres innings. Después no nos pisaron más el home. En esa serie me fue muy bien contra Sandy Koufax. Él siempre se encaprichaba en tratar de quitarme el bate de la mano y eso era muy difícil. Él era recta conmigo y yo batazo con eso. Nunca fuimos favoritos, pero ganamos esa serie con pitcheo, defensa y bateo oportuno”. 
 




 
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