Se sabían divididas en el
favoritismo nacional: Elluz Peraza, Miss Princesita 1974 y reina de los
liceos de Caracas, concentraba la atención de sus vecinos de La Boyera,
donde creció. Su cintura de 60 centímetros quedó atravesada por la
banda del estado Guárico. Judith Castillo, Miss Manzanita 1974 y
prototipo de la mujer morena criolla, recibía los aplausos de la calle
La Providencia, de El Cementerio, donde vivía. En su cintura de 63
centímetros se leía Nueva Esparta. Dos manifestaciones femeninas en
contienda. Dos extremos de un mismo país.
Aquella
Venezuela, que un mes antes de celebrar a la sucesora de Maritza Pineda
lloró la muerte trágica del poeta caraqueño Aquiles Nazoa, acababa de
firmar la nacionalización de la industria del petróleo. La nación era un
arrojo en las piernas incansables de un popular Carlos Andrés Pérez, el
primer presidente venezolano en ser recibido por un Papa: Pablo VI.
Con el viento económico a su favor, el país se permitía la polarización
sana, que no alterara la naturaleza amigable de sus habitantes. La
Venezuela Saudita, como fue reconocida por su abundancia petrolera, se
divertía en las formas de dos mujeres que apenas culminaban la
adolescencia y que, forzadas por la prensa de entonces, establecieron
una suerte de pugilato por el título de Miss Venezuela 1976. De eso se
cumplen 40 años. Se vivía el apogeo de la hoy bien recordada Cuarta
República. El Teatro París, animado por un joven Gilberto Correa,
recibía a las 15 candidatas. Aunque, caprichoso el gusto humano, solo
dos eran las celebradas. El anuncio de esa noche favoreció a Elluz
Peraza, sin sorpresas para el Círculo de Reporteros Gráficos que la
había elegido Miss Fotogénica. El segundo lugar fue ocupado por Judith
Castillo, nombrada por sus compañeras como Miss Amistad.
Aquel viernes 21 de mayo,
Osmel
Sousa, preparador de misses, pero mano todopoderosa detrás del trono,
festejaba a través de Elluz Coromoto, nacida el 26 de enero de 1958, la
posibilidad de traer a Venezuela la primera corona de Miss Universo, que
ya había sido esquiva con Mariela Pérez Branger en 1967, con Peggy Kopp
en 1968 y con María Antonieta Cámpoli en 1972. Al día siguiente,
sábado 22, la aturdida reina recibía a los periodistas en su casa, bajo
la mirada impaciente de Neomar Bruzual, su novio. "Una vez que se fueron
todos los periodistas, él y yo nos fuimos al porche de atrás de la casa
a conversar y mi papá (en paz descanse) se sentó enfrente con un
periódico a leer", rememora Elluz desde Miami. "Sentí que no iba a tener
privacidad. Fue cuando pedí permiso para ir a comer helados y mi papá
me respondió que no, y al preguntarle por qué, me dijo que yo ya no era
Elluz Peraza sino Miss Venezuela y que no podía estar saliendo por ahí
como si nada. Yo le contesté que aunque tuviera siete coronas en la
cabeza iba a continuar siendo Elluz Peraza y él se levantó molesto, tiró
el periódico y me dijo que nos fuéramos". Autorizada por 30 minutos,
el permiso a la heladería Copa Crema, ubicada en la hoy calle del hambre
de Baruta, se cumplió sin retorno. La reina debutante se marchó de su
casa tras su determinación de abdicar al título de belleza y a su vida
de soltera. "La verdad es que para tomar la decisión lo debo haber
pensado unos veinte segundos. Tenía tan solo 18 años y sentí que mi
libertad estaba en juego por el concurso, los compromisos y mis padres,
quienes me tenían sobreprotegida". Convertida en una señora casada,
Miss Venezuela 1976 declinaba por amor a su reinado. Solo 36 horas
después de haber ganado. Fue el gran titular de prensa. La joven pasó a
ser la figura más polémica y asediada de la farándula vernácula. Por
delante, otro compromiso pendiente: ceder la corona a su virreina,
Judith Josefina, nacida el 16 de junio de 1958.
El evento del traspaso de poderes lo condujo,
nuevamente, Gilberto Correa. Era lunes 24 de mayo. Dicen que, gracias a esa transmisión,Venevisiónganó el rating del año, por encima de la telenovela Angélica
,
cuya protagonista, Mayra Alejandra, también contaba con 18 años. Se
especuló que Elluz había recibido un pago de 100.000 bolívares para
prestarse al show de la dimisión. "Nada más lejos de la realidad",
cuenta, ahora de 58 años, la señora Peraza. "Aquella emoción fue mucha.
Gilberto hizo un buen trabajo preparándonos, diciéndonos cuánto nos
quería la gente, la gran responsabilidad que teníamos sobre nuestras
espaldas". Ciertamente, en la red social YouTube una herramienta
desconocida en un año cuando se hablaba de avances tecnológicos, pero
con la introducción al mercado del Concorde, el avión más rápido se ve
el video del ascenso de la nueva reina, donde ambas, Elluz y Judith, se
reconocen en sus llantos juveniles. "Creo que le dije que esa corona
era muy importante para ella y Judith prometió que nos iba a representar
muy bien y que uniría su fuerza con mi cariño o algo así para dejarnos
muy en alto. Y lo cumplió. Ella lo hizo extraordinariamente bien. Nos
hemos encontrado una que otra vez, pero recientemente no. Recibir la
corona y entregarla fueron dos momentos igual de intensos. El ganar la
corona fue el triunfo, el éxito de tanta preparación y el cariño de la
gente, la felicidad de mis padres y toda mi familia. El entregarla fue
un momento de muchas emociones mezcladas. Había mucha simpatía por
Judith, mucha vergüenza por el rechazo evidente y marcado de los que se
habían molestado, mucha pena por las personas a las que había
defraudado tras ayudarme tanto a lograr ese éxito y, luego, sentirme
casi totalmente desamparada para ese momento".
Contrario a su sueño de ser la
segunda Miss Mundo para Venezuela y emular a Susana Duijm, Judith
Castillo debió viajar a Hong Kong para participar en Miss Universo,
realizado el 11 de julio. Llevó consigo unas palabras aprendidas en
cantonés y Bob Barker, el anfitrión, sonreía ante la gracia de la
estudiante del liceo Gran Colombia, de Prado María, quien aspiraba era
su promesa a convertirse en ingeniero químico. De la mano de la
representante de Israel, Judith obtenía el virreinato y regresaba al
país bañada en gloria. Otro motivo para celebrar a aquel país de la
prosperidad.
"Pienso que siempre negué mi destino,
porque
aunque sentía que las personas me admiraban y me veían bonita, yo nunca
lo sentí", dice Elluz, la reina más bella que ha tenido el liceo
Nuestra Señora del Rosario y los liceos de la capital. "O tal vez nunca
le di la importancia que le da la mayoría a la belleza exterior. Sin
embargo, es cierto, no pude evitar que me escogieran de reina de los
equipos o del liceo. Recuerdo que por eso debía cumplir mi compromiso de
ir aViva la juventud programa
de concurso animado por Guillermito González que enfrentaba
semanalmente a dos liceos de la capital y fui con un conjunto amarillo
que me debe haber comprado mi mamá. No recuerdo mucho más. Me asombró
estar en un canal de televisión. Era muy tímida". Para aquel momento,
la adolescente Elluz ya había acumulado el título de Miss Princesita
1974, venciendo a Maritza Pineda, luego nombrada Miss Venezuela 1975 y
quien curiosamente le entrega la corona de Miss Venezuela en 1976. "El
Miss Princesita surgió por Linda Olivier, la actriz y madre de Carlos
Olivier y desde que me vio dijo que yo debía participar en el Miss
Venezuela. Le dije que no, que no me gustaban los concursos y que solo
tenía 16 años. Entonces me pidió que me inscribiera en Miss Princesita y
un día se presentó en mi casa y me tomó de la mano, me llevó y me
inscribió ella misma en el concurso. En el jurado estaban José Bardina,
Amelia Román, Mirla Castellanos y Miguelángel Landa y yo veía que me
miraban mucho y no entendía. Creía que algo andaba mal conmigo. Al ver
que las dos que nombraban como las favoritas salieron de primera y
segunda finalista me puse a mirarlas a todas a ver cuál iba a quedar y
ni escuché cuando mencionaron mi nombre. Fue muy sorpresivo y
emocionante". Con un average tan alto en materia de belleza, su
mentor, Osmel Sousa, diría años después que Elluz Peraza le había
arrebatado su primer título de Miss Universo y aseguraría, se dice que
en tono de broma, que sus problemas coronarios comenzaron con ella.
"Muchos dicen que Osmel
me
estaba preparando para ganar. Nunca sabremos qué hubiera sucedido si yo
hubiese ido, pero lo cierto es que como le digo a todos: yo no tenía,
como Judith, mucha desenvoltura, yo era muy tímida y tampoco tenía un
tío que supiera hablar chino. A ella eso la ayudó muchísimo". Asumida
Judith como nueva reina, Venezuela asistía pocas emanas después al
matrimonio eclesiástico de la famosa miss de la renuncia, quien lució un
vestido blanco y el detalle de flores en su cabeza, como había sido el
estilismo impuesto por ella. "El vestido me lo hizo una costurera que
me había conseguido mi mamá desde Miss Princesita y que nos había
recomendado una vecina. Le dije que lo quería bien pegado al cuerpo,
porque se especulaba que yo me casaba porque había quedado embarazada.
Lejos, muy lejos de la realidad. El maquillaje y peinado me lo hizo
Tosta, quien lo había hecho también para la entrega de la corona. Fue
lindo que él se presentó en
Venevisión ese
día cuando yo estaba totalmente sola, rechazada por todos los que me
habían antes ayudado y nos hicimos buenos amigos. Salí vestida de mi
casa, a donde había regresado después de haberme casado por el civil".
La comunidad se agolpó a la entrada de la capilla Santo Tomás Apóstol
de La Trinidad para ver a la vecina más hermosa de La Boyera en el
desfile nupcial. Alguien diría al verla: Está hermosa, aunque dicen que
casarse con un collar de perlas significa llanto'.
"Yo
he llorado mucho en mi vida, pero ha sido por eventos que nada tienen
que ver con objetos como un collar. Nunca creí en eso. Lo que hace la
diferencia en nuestras vidas son las decisiones que tomamos. Y la mejor
que he tomado es hacerme cristiana. Recibir a Jesús en mi vida es lo
máximo. No recuerdo si aquel día del matrimonio hubo brindis, pero de
una línea aérea nos tomaron una foto y nos regalaron la luna de miel en
Canaima y Mérida. Los brindis llegaron en todos los lugares donde
salíamos, en esa época nos invitaban a cada rato una botella de champagne. Era otra Venezuela". Ese mismo año, Elluz se hizo actriz de telenovelas, protagonizando Cumbres Borrascosas y Balumba, y el cine la colocó en la gran pantalla sustituyendo en la película Los Tracaleros a
una embarazada Chelo Rodríguez. Su nombre tenía tanto peso como el del
consagrado Toco Gómez y el taquillero Orlando Urdaneta. Con una carrera
exitosa, Elluz vive ahora en Miami, con su madre que amerita de
cuidados. La lejanía con su país la compensa con la cantidad de
compatriotas que hoy han hecho de Estados Unidos su nuevo hogar, como
una vez lo hizo ella
"La verdad es que vivo en un
lugar donde hay muchos venezolanos, aquí se consigue de todo lo de
allá, las arepas, la harina PAN, las cachapas y versiones de quesos que
jamás serán como los de Venezuela. Aunque me he adaptado felizmente,
extraño a mis amigos, mi familia y el Ávila. Hace años que no voy a
Venezuela. La última vez que lo hice fue a un cumpleaños de Osmel en Venevisión".
La Miss Venezuela que reinó 36 horas
lo hizo en un país que ahora es distinto. El país de Elluz y de Judith se asustaba con Tiburón, de Steven Spielberg, reflexionaba con Soy un delincuente, la película de Clemente de la Cerda y aplaudía el triunfo de Rocky en
la entrega del Oscar. Era el país que ponía sus esperanzas en la púber
Paola Ruggeri, la nadadora venezolana que competía en justas deportivas y
que, más tarde, en 1983, también se convertiría en Miss Venezuela.
"Por Venezuela siento un dolor inmenso, una profunda tristeza de ver
cómo han odiado al país, cómo lo han saqueado y destruido", se lamenta
Elluz Peraza. "Hasta el talento se tuvo que ir de allí, pero la justicia
divina vendrá sobre Venezuela y todo lo malo, toda la maldad y lo
torcido saldrán". El país de Elluz Peraza, aquel que se vivió hace 40
años, tiene un mismo espejo en la hoy abogada Judith Castillo. Es un
país que no dio una sino dos reinas. Una Venezuela, entonces, generosa.
@llabanero
Revista Estampas