En días recientes el cantautor oriundo
de Panamá, Rubén Blades, respondió un tanto indignado por las
interpretaciones desaforadas que el opositor y escritor venezolano,
Ibsen Martínez, hiciera de una de sus canciones.
La carta de Ibsen, publicada originalmente en el diario "El País" de España, disparó una dura crítica de Blades, quién aseveró que el escritor utilizó sus letras para defender su posición política, de derecha sea dicho además, y para reforzar esa posición política opositora que consideran es la correcta.
“Amigo Ibsen, no puedo aceptarte que la
frase, "Matan a la gente pero no matan a la idea" sea "una pinche idea".
Tampoco que la sugieras como ejemplo de las expresiones que pueden
producir muertes en "proporciones genocidas", escribió Blades.
Blades, quien es severo crítico del
proceso revolucionario en Venezuela, aprovecha la carta en cuestión para
señalar y sacar a relucir varias perlitas ocasionadas por los
opositores de ahora, adecopeyanos de ayer. Las críticas a saber, se
desglosan acá:
- No es la criminalidad un problema exclusivo de Venezuela, y la misma es consecuencia de años de supuestas “democracias” (cuartorrepublicanas).
- Saca a la luz la verdad sobre la cantidad de ricachones que están emigrando a Panamá comprando casas, ante la indignación de los suburbios más populares y generando una actitud xenofóbica en la población.
- Desmonta la idea que intenta instaurar Ibsen sobre lo supuestamente “nocivo” que resultan ser las ideas.
“Algunos venezolanos, especialmente los de alto poder adquisitivo, llegan con una actitud de superioridad y de soberbia como la que contribuyó a producir la reacción popular que llevo a Chávez al poder y que en parte ayuda a explicar la caótica situación, enredada y dividida, que hoy se vive en esa hermana nación”, se extrae de la carta de Blades, misma que puede leer completa a continuación.
Comentario al artículo de Ibsen, escritor venezolano
En un artículo publicado en el diario El
País, titulado "La cara Visible del Fracaso de la Revolución",
reproducido en un blog modestamente titulado "Entorno Inteligente", el
escritor venezolano Ibsen Martínez pareciera satanizar en favor de su
interpretación política un comentario que siempre hago durante la
canción "El Padre Antonio y el Monaguillo Andrés", (dedicada en 1983 al
hoy mártir beatificado, el Salvadoreño Oscar Arnulfo Romero). No estoy
seguro si este escritor es el mismo que conocí hace décadas, por
intermedio de Cesar Miguel Rondón. Ibsen, ¿el escritor de teatro y de
telenovelas?
De ser así, hola Ibsen, que sorpresa, ¡Ibsen!
El punto es que al final de esa canción
acostumbro comentar que, "Matan a la gente, pero no matan a la idea". Lo
hago como parte de mi convicción de que la muerte comienza por el
olvido, que necesitamos constantemente enfrentar a la maldad que
continúa intentando destruir nuestra posibilidad, la de todos y una
forma de hacerlo es reconociendo el sacrificio de los que han caído por
defender el ideal de la justicia.
Me resisto a dar la ultima palabra a los
asesinos, y ayudarlos a creer que la Muerte que causaron con su odio
resulto la triunfadora final.
Pues resulta, según el articulo de
Ibsen, que en un concierto dado por mí ¿en los años 90?, un mexicano
pasado en tragos respondió al comentario exclamando, ..."ojalá mataran a
todas las pinches ideas y dejaran tranquilas a las personas, güey".
Acto seguido, nuestro Ibsen criollo desarrolla una opinión sobre lo que
gritó el borracho, (que ignoramos si recordó lo que dijo al día
siguiente). En el plantea que "las pinches ideas", (que incluirían
reconocer y agradecer el sacrificio de Monseñor Romero siguiendo la
línea embriagada que inspiro al escritor), no solo resultan mala onda
sino que pueden además resultar "peligrosas". Luego, aumentando incluso
la dimensión del argumento etílico, nos advierte que las "pinches
ideas", esos pensamientos que andan por ahí sin supervisión, como ganado
en soltura, "tienden a matar en proporciones genocidas". Tuve que
volver a leer el párrafo, como tres veces.
Solo atiné a reaccionar pensando: Veeeeeeerga!!!, (acento a lo maracucho).
Me sorprende que Ibsen, (el venezolano,
no el noruego) me utilice como ejemplo para forzar una denuncia sobre el
"peligro de las ideas", sean estas "pinches" o no.
Desafortunadamente, el escritor no brinda una explicación que nos
permita identificar cuando una idea deja de ser buena para convertirse
en "pinche", ni como puede dejar de ser "pinche" para convertirse en
buena. Imagino que si la idea proviene del sector ideológico que él
apoya entonces será, en el peor de los casos buena, y en el mejor de los
casos, extraordinaria. De ser así, el articulo adquiere un sesgo
cognitivo que exhibe una de las razones por las cuales la “oposición" no
logra aun producir un mayor respaldo de la población en Venezuela,
aunque se caiga en pedazos la credibilidad de su gobierno y el pueblo
por fin reconozca la inexcusable mediocridad de la administración de
Maduro. Quizás Maese Ibsen equipara mi comentario al tipo de consigna
panfletaria de los años 60, utilizadas por la Izquierda y por los
ambidextros para estimular a las masas, intentando simplificar complejas
realidades en frases fáciles de repetir. Pero ni eso justifica su
descalificación de lo que dije.
La actitud anti-panfleto, que también
comparto y de la que trato de alejarme en mis letras, no quiere decir
que el argumento de algunas consignas sea erróneo. “El pueblo unido
jamás será vencido”, por ejemplo, suena a demagogia pero no lo es. ¿Que
puede vencer a un pueblo unido? Nada. Los pueblos se vencen a si mismos,
sea por actuar como dedos y no como manos, sea por compartir de la
corrupción de sus dirigentes. La cara invisible del fracaso de la
revolución es mucho más compleja, Ibsen, comenzando por la pregunta
¿hubo alguna vez tal revolución, mas allá de los cambios
constitucionales, golpes, rebeliones armadas y ahora desplantes pseudo
"socialistas"? Y que decir de la decepción, o fracaso del sistema
democrático, cuando fue administrado en tu tierra a la manera adeca y
copeyana?
La Venezuela que produjo a Chávez como
alternativa política procuraba la sacudida social que desplazara a los
partidos político-empresariales y su codicia insaciable, los que durante
décadas propiciaron la corrupción y el robo de los recursos públicos,
dejando al país sin oportunidades, en especial para el sector popular.
Esa sacudida, legítima por ser el producto de la cólera de un pueblo
vejado, fue reemplazada con un sistema mal diseñado, desprestigiado y
descartado en otras latitudes y que, a pesar de su promesa inicial de
transformación se convirtió en una rígida y absurda línea ideológica que
partió al pueblo venezolano en mitades, convirtiendo a la posibilidad
nacional en una caricatura que hoy ni la irreverencia de un Zapata
podría concebir.
La actual administración, sin el carisma
de Chávez maquillando su ineficiencia, se esfuerza en crear mística y
apoyo popular utilizando la demagogia y la represión, algo
insostenible. Como decía mi mamá, bruto trabaja dos veces; y a veces,
ni así!
Pero, y esto debe ser considerado
objetivamente en otro foro, el problema de Venezuela parece no radicar
solamente en los desaciertos del actual gobierno. La interioridad del
fracaso, al igual que la del éxito, siempre resulta mucho mas compleja.
Por eso, la responsabilidad por lo que ocurre en Venezuela también
alcanza a los grupos opositores. Por eso, nadie merece o debe esperar
nuestro apoyo incondicional.
No logro entender por qué, cada vez que
se discute sobre realidades sociales de un país, el que sale del poder
culpa de todo lo malo que ocurre al que está ahora al mando, como si con
cada nuevo gobierno toda la realidad nacional volviera a nacer, "ab
ovo". Sobre el comentario en el articulo describiendo el aumento del
crimen en la Venezuela de hoy, resulta mas imparcial considerar que la
responsabilidad por la criminalidad en general radica en la pasada y
presente ausencia de políticas de estado que enfrenten y ofrezcan
factibles alternativas y oportunidades al jetsam y flotsam humano,
producto de la desintegración familiar y de su exclusión dentro del
marco de producción -o explotación- capitalista, el que los regímenes
democráticos adeco-copeyanos y sus adláteres en las grandes fortunas mal
habidas ayudaron a crear, problemas que el presente régimen se ha
encargado de empeorar con charlatanerías, e ineficiencias épicas.
Si la presente aplicación de un
seudo-socialismo ha resultado hasta el momento un desastre, podemos
asegurar lo mismo sobre la aplicación de la democracia, tal y como
resulto interpretada por los gobiernos de corte capitalista del pasado
cercano.
No perdamos el tiempo discutiendo cual de los dos sistemas resulta ser el peor.
Lo que se requiere con urgencia es
honestidad en el análisis del problema actual, la imaginación para
desarrollar una propuesta viable, posible, con los fondos para
producirla y la voluntad para aplicarla. Este es un problema
internacional, Venezuela no es el único lugar que registra un incremento
en la criminalidad en América.
De ello me ocuparé y escribiré muchas
veces mas, en el futuro. Al momento pregunto, ¿existe en Venezuela un
plan ofrecido por la Oposición para enfrentar, o por lo menos disminuir,
el problema del crimen en el país?. No me refiero a pronunciamientos
retóricos, ni a discursos, o promesas. Hablo de una planificada
propuesta, con explicación de motivos, fechas para la ejecución de
proyectos, e identificación de fondos, públicos y/o privados, con los
cuales hacerlos realidad . ¿Ese plan se ha hecho público? Mas allá de
la necesaria denuncia de un problema, también resulta necesario que los
críticos presentemos propuestas para su solución, o al menos alivio.
Amigo Ibsen, no puedo aceptarte que la
frase, "Matan a la gente pero no matan a la idea" sea "una pinche idea".
Tampoco que la sugieras como ejemplo de las expresiones que pueden
producir muertes en "proporciones genocidas".
Lo que sí ha contribuido a producir
genocidios, por siglos, es la indiferencia cívica, el silencio
internacional ante la violencia racial, social o política, y la ceguera
ideológica de gente que se considera, con la mejor intención, como los
únicos poseedores de la razón aunque no puedan ver nada ubicado mas allá
de las orillas de su prejuicio.
En el sector que supongo integras
existen estos ejemplos también; no todos están solamente dentro del
desgobierno que con razón opones. Las ideas no son peligrosas. Deben
ser evaluadas objetivamente y se sostendrán o no en el tiempo, de
acuerdo con la razón y el mérito que posean. Censurarlas antes de ser
siquiera discutidas no es democrático, ni es inteligente. Generalizar,
el agrupar indiscriminadamente conceptos que no han sido examinados,
condenándolos sin un juicio previo, eso es lo que define a las
dictaduras que imagino también opones.
En Panamá, por ejemplo, hacemos un
esfuerzo por lograr que nuestro pueblo no generalice un sentimiento
anti-inmigrante que se empieza a sentir por el éxodo que desde tu país
al mío va en aumento a consecuencia de la situación política.
Algunos venezolanos, especialmente los
de alto poder adquisitivo, llegan con una actitud de superioridad y de
soberbia como la que contribuyo a producir la reacción popular que llevo
a Chávez al poder y que en parte ayuda a explicar la caótica situación,
enredada y dividida, que hoy se vive en esa hermana nación.
Compran dos casas en un barrio de lujo y
de pronto se creen dueños del país, y con una condescendencia que
ofende, tratan a sus anfitriones como si fuesen siervos.
Pero esos son algunos, no todos. Por
eso, no debemos generalizar. Hay muchos venezolanos que han venido a
nuestro país con respeto, agradecen nuestra acogida y se integran a
nuestra sociedad y costumbres. Si permitimos la generalización, si no
utilizamos el criterio objetivo, entonces se condenaría a todos por unos
cuantos. Eso no puede ser excusado. Ni en Panamá, ni en Venezuela.
Ojalá amigo Ibsen no te unas a los que
creen que quienes no coinciden con sus ideas y posturas son idiotas. En
la antigua Atenas, la palabra "idiotes" describía a la persona egoísta,
obsesionada con su exclusiva posibilidad de avance económico y su
interés personal, desligándose de los asuntos de la cosa pública, los
que atañen al interés colectivo, el de la comunidad. Desde esa
perspectiva, para los antiguos griegos todos nacíamos idiotas, hasta que
la formación y la educación se encargaba de transformarnos en
ciudadanos. Una forma de no ser idiota es evitar la generalización.
A mis casi 67 anos he aprendido que lo
importante al discutir es no perder el sentido del humor y mantener la
honestidad y ecuanimidad en la presentación del argumento, algo así como
lo que intentó nuestro amigo Cabrujas, con "El día que me quieras".
El enfrentar su desilusión política no
lo llevo a la quema de todo lo aprendido. Luego de un examen honesto
rescato, como Eneas, sus lares y penates y avanzo hacia un nuevo inicio,
formado desde una perspectiva mas educada y objetiva.
Irse por el camino que escogió Ibsen si
puede representar un peligro serio y confieso que no acabo de entender
sus motivos, a menos que haya mal interpretado la lectura.
Resumiendo:
El escritor Ibsen, venezolano,
a) Redactó un análisis político partiendo de lo que oyó decir a un borracho en un baile,
b) Utilizo mi frase, "Matan a la gente
pero no matan a la idea", (dedicada a la memoria del Salvadoreño Oscar
Arnulfo Romero), para identificarse con lo planteado por el beodo
("maten a las pinches ideas para que dejen tranquilas a las personas",
y,
c) Agregó de su propio albedrío su
opinión concurrente, sobre lo efectivamente peligrosas que pueden
resultar las "pinches ideas".
Pregunto: ¿el "dejar tranquilas a las personas", incluiría el "no molestar" a las que asesinaron a Romero?
¡Ojo con la generalización, güey!
Que no se puede tener la corona de espinas y las treinta monedas de plata a la vez.
Un abrazo,
Rubén Blades | Los Angeles, 3 de julio, 2015
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