Es febrero de 2015 en el Palacio de Hampton Court, en Londres. Holly Hampsheir, de 12 años, agarra su iPhone para hacerle una foto a su prima Brook.
Al día siguiente, ambas descubren que Brook no era la única en la
foto. Una mujer alta, gris, que parece cubierta con una capa, la sigue.
En una segunda foto, sin embargo, no aparece.
¿Es una sorprendente imagen de una torturada y extraña aparición o algo, digamos, con más sentido?
La respuesta, como veremos, dice más sobre cómo sacan las fotos los teléfonos inteligentes que sobre el mundo sobrenatural.
De hecho, este fantasma gris es solo la más reciente aparición en la fascinante historia de la fotografía de espíritus.
Desde la invención de la cámara han aparecido fantasmas en las fotos. Y con cada avance tecnológico emergen, o son conjurados deliberadamente, nuevos tipos de trazos fantasmales.
Impostores
Las raíces de la fotografía de espíritus se encuentran en el siglo XIX.
Durante las décadas de 1850 y 1860, muchos fotógrafos experimentaron con nuevos efectos, como las imágenes estereoscópicas y la doble exposición.
Pero algunos fotógrafos sin escrúpulos se dieron cuenta pronto de que podían explotar estas técnicas para obtener un beneficio económico.
Se cree que un fotógrafo aficionado estadounidense, William Mumler, fue el primero en capturar un “espíritu” en una fotografía, a principios de 1860.
La imagen parecía mostrar la aparición de su primo muerto.
Se hubiese o no producido esa visita fantasmal, no pasó mucho tiempo
hasta que los trucos de Mumler para capturar a los muertos en carrete se
hiciesen muy populares.
Al principio, los expertos tuvieron dificultades para encontrar algo falso en las fotografías de espíritus de Mumler.
Así que el fotógrafo aficionado se convirtió en profesional, montando un lucrativo negocio
alimentado por los familiares de los muertos en la guerra civil
estadounidense que buscaban lograr algún tipo de conexión con sus seres
queridos.
Es probable que Mumler lograra las imágenes insertando una placa de vidrio
positivada preparada previamente con la imagen de los muertos en su
cámara, que colocaba frente a la placa sin utilizar usada en la
fotografía de sus clientes.
Esta técnica de doble exposición no solo capturaba la imagen del
cliente en cuestión, sino también la imagen fantasmal de la placa de
vidrio situada delante.
Investigadores
Uno de los primeros investigadores de las imágenes de espíritus fue un cura y médium inglés, William Stainton Moses.
Alan Murdie, presidente del Club de Fantasmas (fundado en 1862 y, se
cree, el grupo más antiguo de investigación paranormal del mundo),
explica: “En 1875, Moses había examinado más de 600 supuestas fotos de
espíritus. Su opinión era que no había más de una docena que pudiesen
pasar como algo (sobrenatural…y) que había gente que podía confundir una
sábana y una escoba con su ser querido muerto”.
Pero a medida que más gente se hacía con una cámara, la fotografía de
espíritus experimentó un “boom”. “Para 1880, cualquiera podía tener una
cámara y hacer una foto. Eso abrió la puerta a algunos charlatanes que
engañaban y jugaban con las emociones de la gente”, dice Pritchard.
Llegada la Primera Guerra Mundial, el espiritismo y la fotografía de
espíritus habían ganado algunos famosos defensores, entre ellos el
escritor Sir Arthur Conan Doyle, miembro del Club de los Fantasmas.
El sentimiento de pérdida en muchos países tras la guerra llevó a
algunos a buscar una reunión con sus familiares y amigos muertos.
William Hope, para entonces un establecido fotógrafo de espíritus
inglés, fue uno de los que estuvo dispuesto a aportar entonces su
experiencia.
Hope fue acusado de fraude e investigado por la Sociedad para la
Investigación Física, dirigida por el famoso investigador paranormal
Harry Prince, en 1922. En el trabajo de Prince, Hope apareció como un impostor que jugaba con la doble exposición.
Pero Hope siguió trabajando, apoyado por muchos de sus ardientes seguidores.
Más de una década después, Prince investigó un caso más
desconcertante. En 1936, dos hombres de la revista Country Life fueron
fotografiados al final de una gran escalinata en Norfolk, Inglaterra.
El fotógrafo Hubert Provand y su asistente, Indre Shira, iban a tomar
una foto de la escalera principal cuando Shira vio de pronto “una
silueta vaporosa tomando gradualmente la forma de una mujer” que bajaba
las escaleras hacia ellos.
Segundos después se tomó una imagen apresuradamente.
La foto fue publicada en Country Life con el título “La mujer marrón”.
Algunos creyeron que se trataba de Lady Dorothy Townshend, de la cual
se decía que tenía poseída la casa desde su misteriosa muerte en 1726.
Prince creyó que las pruebas no habían sido manipuladas. Pero otros no estaban tan seguros.
En 1937, la Sociedad para las Investigaciones Físicas concluyó que la
imagen era el resultado de sacudir la cámara durante una exposición de
seis segundos.
“Yo pensaba que había algo en la mujer marrón hasta que encontré el archivo original de la sociedad”, dice Murdie.
Como muchos investigadores, Murdie ha visto una gran cantidad de
imágenes en las que la gente cree que hay fantasmas. “Yo creo que hay
muy pocas fotografías que pueden ser consideradas prueba de algo paranormal“, dice.
Creyentes
Hoy en día, la forma en quelos teléfonos inteligentes toman sus fotos, por etapas, puede producir “espíritus”.
Al contrario que el carrete analógico, los teléfonos toman fotos por
partes, de la misma forma que un escáner se mueve a lo largo de una hoja
de papel.
Es un proceso más lento, especialmente en lugares más oscuros donde
los sensores de la cámara necesitan más tiempo para capturar suficiente
información para la foto.
Como resultado, cualquier cosa que se mueva mientras se toma la foto puede aparecer distorsionado.
A pesar de nuestros conocimientos de estos trucos, parece que mucha gente todavía quiere creer que se puede capturar espíritus con una cámara.
Según una encuesta de la empresa Harris en 2013, el 42% de los
estadounidenses creen en fantasmas, mientras que según un sondeo de
YouGov de 2014 y el 39% de los británicos creen que una casa puede estar
encantada.
Al igual que las apariciones, es posible que nuestra sed por ver vida
más allá sea inmortal, adaptándose al desarrollo tecnológico y
científico de cada momento.