La
Filarmónica de Berlín elegirá mañana a su futuro director por la vía de
la democracia directa entre sus 124 músicos, un procedimiento único que
implica la posibilidad de que el sucesor de su titular actual, sir
Simon Rattle, sea cualquier maestro vivo, de cualquier parte del mundo.
El venezolano Gustavo Dudamel, el alemán Christian
Thieleman y el letón Andris Nelsons son los directores más citados como
favoritos a ocupar el puesto que quedará vacante en 2018, cuando expire
el contrato vigente con el británico.
Rattle anunció su retirada en 2013, alegando que
ese año cumplirá los 64, y desde entonces se dispararon las apuestas
sobre quién se unirá a la nómina de directores que marcaron la historia
de la orquesta -Hans von Bülow, Arthur Nikisch, Wilhelm Furtwängler,
Herbert von Karajan y Claudio Abbado, más el británico.
La dirección de la Filarmónica, fundada en 1882, ha
optado por el formato de la elección libre, que se materializará en un
lugar secreto, bajo compromiso de estricto secreto -los músicos tienen
vetado todo contacto con el exterior, incluso por teléfono móvil-.
El presidente de la institución, Peter Riegelbauer,
ha definido este procedimiento como "único en el mundo" y garantizado
total libertad de voto a los 124 músicos de la orquesta.
La primera ronda es abierta a toda batuta en
ejercicio -"cualquier director es elegible", insisten desde la dirección
de la Filarmónica-. Pero como se trata de que el resultado sea viable
se procederá a una segunda vuelta sobre un grupo de finalistas, para que
el elegido tenga el respaldo de una "mayoría representativa".
A partir de ahí se entrará en la ronda definitiva:
contactar al ganador, ofrecerle el puesto y esperar a que dé de
inmediato su respuesta.
No hay límites ni contratos con otras orquestas que
conviertan a nadie en descartable, la mayoría de las grandes batutas
del mundo están ligadas a varias instituciones, sea como titulares o
como invitados, recuerdan desde la Filarmónica.
Nada impide, al menos teóricamente, que los músicos
opten por el argentino-israelí Daniel Barenboim, una autoridad musical y
hasta ciudadana en Berlín, cuya Staatsoper dirige desde 2000.
Algo más alejado de una posible elección quedó esta
semana el letón Mariss Jansons, otro nombre que sonaba insistentemente
para la sucesión, pero que justo renovó estos días como director titular
del Coro y Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera.
Se considera que, sea quien sea el elegido por las
urnas, difícilmente rechazará uno de los puestos más codiciados del
ámbito musical y al que cada uno de sus antecesores imprimió su sello.
Al primer gran director, von Bülow (1887-1922), le
correspondió la tarea de marcar las pautas de una orquesta nacida con
vocación de asombrar el mundo.
Con Nikisch (1895-1922) se entró en la
internacionalización y las primeras giras mundiales, mientras que
Furtwängler (1922-1954) llevó sus riendas en sucesivas fases, incluidos
los años del nazismo, lo que primero le costó un periodo de
inhabilitación por el Tercer Reich y luego un proceso de
desnazificación, con la victoria aliada.
La era de Furtwängler estuvo marcada por relevos e
interrupciones, a lo que siguió la larga fase en el cargo de von Karajan
(1956-1989), el genio que convirtió la Filarmónica en lo que hoy es,
desde la nueva y revolucionaria sede inaugurada en 1963.
Karajan murió tres meses después de dejar su puesto
y le sucedió Abbado (1990-2002), que contra los pronósticos iniciales
no quedó eclipsado por el carisma de su antecesor y se ganó a los
berlineses.
Sir Rattle dio a continuación un nuevo brío a la
Filarmónica y la abrió al público y las orquestas más jóvenes, en lo que
juega un papel destacado la presencia frecuente de su amigo y alma
gemela, el venezolano Dudamel.