Articulo de:
MARÍA GABRIELA FERNÁNDEZ B.
| EL UNIVERSAL
La voz de Soledad Bravo,
acostumbrada por igual a acariciar a la audiencia en sus grabaciones y a
retumbar en los teatros durante sus recitales, volverá a tejer los
sueños de la noche caraqueña. En una sola función, prevista para mañana,
la cantante venezolana interpretará los temas que integran su más
reciente producción discográfica: un tripack grabado en vivo durante los
últimos dos conciertos de la artista. El espectáculo Boleros, tangos y algo más,
nombre homónimo del disco, promete colmar al Teatro Santa Rosa de Lima
con la pasión y el romance de algunos de los temas clásicos de estos
géneros musicales, además de intercalar en ellos las canciones más
reconocidas de Bravo. La intérprete de Ojos malignos regresa con una mezcla de emociones y recuerdos.
-¿Por qué convertir al bolero y al tango en los protagonistas de su nuevo disco?
-El bolero siempre ha estado presente, acompañándome en mis recitales y en dos de mis discos anteriores. Yo nunca me he ido, pero acaso él volvió a mí con toda su fuerza. En verdad, siempre he creído que el bolero es como el blues latinoamericano y disfruto de dedicarle un disco entero en este material.
-Con el tango, en cambio, no había tenido demasiado acercamiento en mis producciones y lo vine a atrapar ahora a mis 71 años, con toda esa parte existencial que lo diferencia y que me tiene apasionada, como un homenaje a grandes artistas que siempre me han cautivado.
-Con todo ese romance, ¿dónde quedan las canciones de protesta de su juventud?
-Yo no era una cantante de protesta, sino una protestona. Entonces, tuve canciones con mucho contenido social, nunca panfletario ni agresivo, sino muy bellas. Ahí reflejaba inquietudes que siguen hasta hoy pero apreciando que la música es muy grande en su potencial y en su belleza. Algunos de esos temas están en el tercero de estos discos que presento, con tanta variedad que hasta incluye rancheras. Como decía Serrat: "¡Música, bendita música!".
-¿La música que interpreta funciona, en su caso, como una vía de escape o como un espejo de la realidad?
-Siempre va a ser un espejo. Cuando le canto al amor, lo hago por el amor de mi vida, mi esposo Antonio, quien fue, además, el de la idea del concierto y el disco. Cuando le canto al país lo hago con la esperanza de poder verlo mejor algún día.
-Nacida en una familia que emigró a Venezuela para evitar la difícil situación de España, ¿planea dejar el país por la coyuntura que hoy enfrenta?
-Nunca voy a irme de Venezuela porque es mi país, me gusta estar en él y creo que, sin importar la maldad que haya en todos los gobiernos que pasen, necesito cantar en una tierra libre y quiero darles a mis nietos un país mejor, que se enmarque en un mundo mejor.
-¿Ese cambio que sueña puede gestarse a través de la música?
-No es a través de la música solamente, porque la belleza es la belleza y eso se va a agradecer en la política y en todos lados de la sociedad. Eso es lo que espero y lo que me motiva en mi lucha diaria.
-Entonces, ¿sigue vigente en usted esa esencia "protestona"?
-Sigue vigente mi conciencia de no ceder en mi visión política y amorosa. Siempre quiero tener los ojos bien abiertos y que sólo se cierren cuando se tengan que cerrar.
-¿Qué ha recogido en este camino de 47 años que ha sido su carrera artística?
-He cosechado mucho amor en estos días y la sensación de haber dejado el legado de una mujer que luchó y que ama profundamente a Venezuela.
-¿Por qué convertir al bolero y al tango en los protagonistas de su nuevo disco?
-El bolero siempre ha estado presente, acompañándome en mis recitales y en dos de mis discos anteriores. Yo nunca me he ido, pero acaso él volvió a mí con toda su fuerza. En verdad, siempre he creído que el bolero es como el blues latinoamericano y disfruto de dedicarle un disco entero en este material.
-Con el tango, en cambio, no había tenido demasiado acercamiento en mis producciones y lo vine a atrapar ahora a mis 71 años, con toda esa parte existencial que lo diferencia y que me tiene apasionada, como un homenaje a grandes artistas que siempre me han cautivado.
-Con todo ese romance, ¿dónde quedan las canciones de protesta de su juventud?
-Yo no era una cantante de protesta, sino una protestona. Entonces, tuve canciones con mucho contenido social, nunca panfletario ni agresivo, sino muy bellas. Ahí reflejaba inquietudes que siguen hasta hoy pero apreciando que la música es muy grande en su potencial y en su belleza. Algunos de esos temas están en el tercero de estos discos que presento, con tanta variedad que hasta incluye rancheras. Como decía Serrat: "¡Música, bendita música!".
-¿La música que interpreta funciona, en su caso, como una vía de escape o como un espejo de la realidad?
-Siempre va a ser un espejo. Cuando le canto al amor, lo hago por el amor de mi vida, mi esposo Antonio, quien fue, además, el de la idea del concierto y el disco. Cuando le canto al país lo hago con la esperanza de poder verlo mejor algún día.
-Nacida en una familia que emigró a Venezuela para evitar la difícil situación de España, ¿planea dejar el país por la coyuntura que hoy enfrenta?
-Nunca voy a irme de Venezuela porque es mi país, me gusta estar en él y creo que, sin importar la maldad que haya en todos los gobiernos que pasen, necesito cantar en una tierra libre y quiero darles a mis nietos un país mejor, que se enmarque en un mundo mejor.
-¿Ese cambio que sueña puede gestarse a través de la música?
-No es a través de la música solamente, porque la belleza es la belleza y eso se va a agradecer en la política y en todos lados de la sociedad. Eso es lo que espero y lo que me motiva en mi lucha diaria.
-Entonces, ¿sigue vigente en usted esa esencia "protestona"?
-Sigue vigente mi conciencia de no ceder en mi visión política y amorosa. Siempre quiero tener los ojos bien abiertos y que sólo se cierren cuando se tengan que cerrar.
-¿Qué ha recogido en este camino de 47 años que ha sido su carrera artística?
-He cosechado mucho amor en estos días y la sensación de haber dejado el legado de una mujer que luchó y que ama profundamente a Venezuela.