Luego de más de cincuenta años dedicados a la actuación, la dirección teatral y la formación, este domingo falleció, a los 73 años, Pedro Riera.
Como actor y creador, aportó con su obra dramática al teatro y al cine,
escribiendo 36 piezas teatrales, entre comedias, dramas, sátiras,
teatro para niños y títeres.
Perteneció a la primera promoción de la Escuela de Teatro Ramón
Zapata, que aún funciona en la ciudad de Valencia, Estado Carabobo.
Además, fue fundador y miembro de la Red Nacional de Teatro y Circo de
Venezuela. Como promotor cultural y dirigente sindical, defendió y
reivindicó la dramaturgia venezolana.
Compartió su compromiso hacia el teatro, tanto en su vida artística, como en su carácter militante, con el pintor y dramaturgo César Rengifo, con quien estableció una amistad que también influyó en su formación.
Es recordada la actuación de Riera en la obra del estadounidense
Cliford Odets “Despierta y canta”, en la francesa “Miser Patelín” o en
el más reciente monólogo “La semana de la Patria”, de Néstor Caballero.
Como docente, se desempeñó en las escuelas de teatro Ramón Zapata, de
Valencia, o el Teatro Teófilo Leal, en Barcelona. Como Director,
participó en la Acat (Asociación Carabobeña de Arte Teatral), en la
Pequeña Compañía de Teatro Venezolano y en el Teatro del Triángulo, del cual fue Director general desde 1978 hasta sus últimos días.
Por su prolífera obra, recibió varios premios de instituciones
públicas y privadas. Entre ellos, una placa y reconocimiento público por
la trayectoria y aportes al desarrollo del teatro venezolano en el
XXVIII Festival Internacional de Oriente (2004).
El ministro para la Cultura, Reinaldo Iturriza, manifestó a través de
su cuenta en Twitter @ReinaldoI: “Ha muerto Pedro Riera, dramaturgo,
actor, director. Más de 50 años de vida artística. Nuestros respetos“.
La Fundación Casa del Artista expresó en un comunicado que la obra de
Pedro Riera se inclinó siempre hacia el teatro como servicio social.
Además, destacaron su intención de propiciar la conciencia crítica del
espectador, en lugar de ir hacia el panfleto o las disertaciones
filosóficas.