Dentro de un ataúd metálico, los holandeses pueden oler la muerte de JFK:
el perfume dulce de Jackie, los asientos de cuero del descapotable e
incluso la sangre del presidente asesinado, una nueva manera de explicar
acontecimientos históricos a través del olfato.
“Todos tenemos en mente las imágenes del asesinato de JFK, pero ¿qué hay de los olores?“,
se pregunta Frederik Duerinck, profesor de la facultad de Comunicación y
Diseño Multimedia de la escuela de enseñanza superior Avans de Breda
(sur), uno de los creadores de esta instalación.
Encerrado en una célula metálica utilizada habitualmente en las morgues, que los creadores denominan ataúd en la instalación, el “espectador” se sume en la oscuridad.
Y durante cinco minutos, olores y sonidos reviven los últimos instantes de ilustres personalidades,
cuyas muertes marcaron la conciencia colectiva: John Fitzgerald Kennedy
(1963), Lady Di (1997), Muamar Gadafi (2011) y Whitney Houston (2012).
“El olfato es uno de los sentidos relativamente poco utilizados en la comunicación, y queríamos explorar cómo puede serlo más”
“El olfato es uno de los sentidos relativamente poco utilizados en la
comunicación, y queríamos explorar cómo puede serlo más”, explica
Duerinck, para quien “es un sentido muy fuerte, que puede ser un medio de comunicación muy potente“.
De hecho, está científicamente comprobado que los olores están íntimamente relacionados con la parte del cerebro encargada de regular las emociones, en el sistema límbico, y la memoria.
Los aromas se utilizan con fines comerciales como, por ejemplo, en las tiendas para fomentar el consumo de los clientes. “¿Quién no ha tenido nunca ganas de comprar pan después de oler el aroma a pan recién hecho?”, asegura Duerinck.
Pero también se utilizan con fines médicos: para abrir el apetito de los pacientes o en las terapias de lucha contra el tabaquismo.
En colaboración con estudiantes, tres profesores de Avans han escrito
un libro sobre el uso de los olores e imaginando nuevas utilizaciones,
entre ellas, la instalación “Famous Deaths” (Muertes famosas).
Me sentía perseguido
Los cuatro ataúdes metálicos, uno por cada muerto, están puestos en fila uno al lado del otro y conectados, cada uno de ellos, a recipientes con aromas. Estos últimos entran el féretro gracias a una bomba de aire a presión.
La banda sonora, o “escenario sonoro”, que acompaña a los olores se
difunde gracias a los altavoces situados a ambos lados de la cabeza.
Así, sumido en la oscuridad, el espectador es transportado, por ejemplo, a la habitación de hotel de Bervely Hills, en la que Whitney Houston murió en 2012 ahogada en su bañera, tras consumir drogas como cannabis o cocaína.
Todo empieza por un olor de habitación de hotel procedente de un producto de limpieza “genérico”.
A continuación, viene el cannabis, el aceite de oliva que ella
utilizaba habitualmente en su baño, perfume, el sonido de la voz de la
cantante y los ruidos típicos de un baño.
Entonces, un fuerte olor a amoníaco, característico del crack, invade
la garganta del ocupante del ataúd. Y algunos ruidos provenientes del
agua preceden al silencio…
“Es bastante sorprendente y espectacular”, asegura
Rieks Soepenberg, de 31 años, tras haber “olido” la muerte de Muamar
Gadafi durante la conferencia “Sense of Smell” (Sentido del olfato) el 2
de diciembre. Rebeldes libios mataron al dictador en 2011 tras más de
cuatro décadas en el poder.
“Podemos haber visto las imágenes tantas veces como hemos querido,
pero no es lo mismo”, añade Soepenberg, quien evoca especialmente el
olor de la explosión del convoy atacado y de la alcantarilla en la que
se escondió Muamar Gadafi. “Aquí, me sentía casi yo mismo perseguido”.
Tras la primera presentación pública el 2 de diciembre durante una
conferencia en Breda, la instalación debe presentarse en los próximos
meses en Alemania y Austria, entre otros países europeos.
Informe de la autopsia
“Hemos llevado a cabo investigaciones bastante amplias”,
explica Wander Eikenbool, también profesor de Avans, quien precisa
haber contado con la colaboración de una historiadora especialista en
los olores.
“Cuando buscamos en internet, podemos encontrar ya muchas informaciones,
como el perfume que Jackie Kennedy llevaba, o el de JFK. El informe de
la autopsia de Whitney Houston también está disponible”.
El perfume de Jackie Kennedy, por ejemplo, representó un desafío, al no producirse más, explica Mark Meeuwenoord. “Debimos reconstituir algo lo más parecido posible“.
Pero, aseguran los creadores, la exactitud histórica no es el objetivo último de su instalación, orientada sobre todo a explorar una nueva manera de contar un acontecimiento.
VER VÍDEO