Articulo Diario El Nacional
Por:
Desde pequeño siempre le fascinó dibujar muñecas. Mientras
más bonitas, mejor. Si no le quedaban a su gusto, hacía borrón y musa
nueva. Osmel Ricardo Sousa Mancilla nació en Rodas —un pueblo de la
provincia de Cienfuegos, Cuba— y se vino a vivir a Maracaibo con su
abuela a los 13 años. Su familia decidió que mandarlo a Venezuela era lo
mejor para él. El muchacho, en cambio, aborreció la idea. Se vino a
regañadientes.
Fue precisamente ese talento para el boceteo el que
le granjeó sus primeros empleos. También estudió teatro con Horacio
Peterson y compañeros como Lupita Ferrer, Miguelángel Landa y Luis
Abreu, pero concluyó que ser actor no era su vocación. Tras laborar como
dibujante y director de arte en VTV y RCTV, entró a trabajar en Oppa
Publicidad, la agencia que en los años setenta se encargaba de organizar
el Miss Venezuela. La primera vez que presenció el concurso quedó
cautivado por aquella colección de muñecas vivientes. Por cuenta propia,
empezó a elegir a la chica que a su juicio tenía mejores cualidades y
le enseñaba cómo caminar, le cambiaba el look o le diseñaba trajes de
ensueño. Así coronó a María Antonieta Cámpoli en 1972, la primera reina
de una lista de ganadoras que hizo evidente, años después, que Sousa era
el indicado para dirigir la Organización Miss Venezuela en 1981.
En
abril de 2005, le contó a Milagros Socorro que bajo este rol regresó a
Cuba, por motivos de trabajo. Tomó un taxi a Cienfuegos para
reencontrarse con su mamá, a la que tenía más de 40 años sin ver. “Yo no
sabía qué aspecto tendría porque ni siquiera tenía fotos de ella.
Pensaba encontrar a una viejita consumida y resultó que era una señora
acomodadísima, blanca en canas, pero con el pelo pintado como azulado y
perfecta de la cabeza”, relataba entonces. “Después de abrazarme, mi
mamá me dijo: ‘Qué bueno que viniste porque nunca se me quitó de la
mente la cara con que me miraste cuando te fuiste. Y qué bueno que te
fuiste porque aquí no hubieras encontrado una vida para ti”.