No
es la primera vez que escribo sobre María Corina Machado pero es que
las circunstancias obligan por la propia voluntad del Alto Mando
Político Militar de la Revolución, o dicho brevemente, la cúpula
gobernante que frecuentemente la menciona.
El
presunto descubrimiento de correos electrónicos comprometedores entre
la actual embajadora de Panamá ante la OEA y sus compinches no
constituye el desenlace de una investigación criminalística, sino un
primer indicio de participación en supuestas actividades golpistas o
magnicidas, algo que los penalistas definimos como “actos preparatorios
del delito”.
Pero
en ningún caso podríamos esperar, ni en lo político, comunicacional y
mucho menos en el ámbito jurídico que tales revelaciones sobre esas
conversaciones de la ex diputada venezolana, generen certeza en la
población respecto a que Machado sea una amenaza militar contra el
gobierno del Presidente Nicolás Maduro.
Si
fuere una amenaza, y creemos que lo es, ello se expresa en el plano
político a partir de sus privilegiados vínculos con el gobierno de los
EEUU y los favores que desde el norte recibe, lo cual se hace visible
desde la fotografiada visita al entonces presidente George W. Bush y que
con el paso de los años se ha consolidado como una relación sólida,
estable, orgánica y comprometida entre Machado y el poder político
estadounidense.
Ni
Henrique Capriles Radonsky, ni Leopoldo López han logrado la relevancia
internacional de Machado, a pesar de que estos caballeros tienen un
origen común con la dama, son todos hijos de la alta burguesía, cursaron
estudios en el exterior (Harvard, Oxford, Yale, etc.) y compraron una
carrera política como pocos pueden hacerlo en Venezuela.
Pero
sólo Machado ha dictado ponencias ideológicas en importantes academias
en el exterior, muchas de ellas en impecable idioma inglés (lo certifico
como profesor universitario de la materia) demostrando sus especiales
capacidades teóricas y destrezas como sobresaliente predicadora del
anticomunismo del siglo XXI. No vemos ni en Leopoldo ni Henrique esas
aptitudes y si aparecieran mañana sería un verdadero hallazgo.
Sirva
entonces este breve análisis para advertir que Machado va acumulando
méritos en la derecha venezolana para dar de que hablar y seguramente en
próximas contiendas presidenciales se vuelva a escuchar la propuesta
del capitalismo popular, frase electoralmente pegajosa que hizo creer a
más de cien mil venezolanos que es posible pasar de buhonero a
empresario con un poco de magia capitalista.
No
creo sobreestimar a Machado, mis criterios como humilde abogado en
ejercicio y docente universitario tienen discreta relevancia en un
universo político manejado por los poderosos, pero nótese que destacados
chavistas con poder y fama coinciden conmigo y la han equiparado con
estadistas de la talla de Golda Meir y Margaret Thatcher, al menos así
parece derivarse de la impactante expresión “Presidenta Machado”, o tal
vez sólo sea un accidente mental al hablar, eso que los especialistas
conceptúan como “lapsus linguae”.
Prefiero
pensar que no es accidente y tal vez sea mejor que no, pues esto me
hace recordar a Ismael García, quien en sus tiempos de chavista en una
sesión de la Asamblea Nacional, no sé si en El Calvario, dijo: “el
presidente Pérez” cuando quien entonces gobernaba en Miraflores era el
presidente Hugo Chávez. Claro, por aquellos años Globovisión era otro
canal y no desperdició aquel insólito incidente para retransmitirlo más
de veinte veces diarias.
No
cabe duda que los “lapsus linguae” representan un pésimo presagio, en
el caso de Ismael fue la revelación de su afecto oculto hacia el ex
presidente Carlos Andrés Pérez y el preámbulo a un espectacular salto de
talanquera, tal vez el más impresionante en muchos años. Porque como
muchos otros chavistas inocentes, esos que todavía existimos en este
país a pesar de tanto maltrato de lado y lado, confieso que yo también
me emocionaba con los gritos de Ismael alabando la Revolución
Bolivariana y siempre recordaré cuando desde la Asamblea Nacional dijo
apasionadamente (al menos eso aparentaba) “Chávez es un patrimonio
nacional”.
Por
último, quiero expresarme sucintamente sobre la idea recientemente
difundida sobre una nueva Asamblea Constituyente para Venezuela, más
allá de colores políticos y sus proponentes, lo cierto es que esa es una
vía constitucional, democrática, pacífica y sabia para resolver la
conflictividad política que afecta a nuestra nación y por tales motivos
no puede ser descartada.