Su aparatosa caída en la tarima de Barquisimeto fue el presagio de
lo que profesionalmente le esperaba, vivíó un mediano estrellato bajo el
padrinazgo de empresas complacientes empeñadas en financiar muecas que
no daban risa en nuestra cultura criolla. Muy lejos estuvo Luis Chataing
de ser un comediante con carisma popular a la altura de Joselo, Charles
Barry, Jorge Tuero o el inolvidable Pedro "El Gato" Soto, mejor
conocido como el Hermano Cocó.
Era un espacio de comedia en tv pero para otros eran
60 minutos de burla arrogante y desprecio contra el pueblo chavista.
Detrás de los chistes y las risas, siempre desde el punto de vista
opositor, más de de la mitad del país que simpatiza con el chavismo era
blanco de ironías y la ridiculización. Lo peor no es que el programa de
Chataing fuera una copia de los formatos estadounidenses de Jay Leno,
David Letterman que nunca tuvieron éxito en la cultura de los
venezolanos, sino que su veneno antichavista era multuplicador de odio
entre la juventud sifrina y por eso ya no era entretenimiento para todo
público ni ningún público.
No faltará quien diga que en el otro polo de la tv
venezolana, hay sujetos parecidos a Chataing, que inclusive imitan su
vestimenta y practican la burla sistemática contra los opositores en vez
de la argumentación de altura; pero es que lejos de justificar la tv
que promueve la degradación del adversario, abogamos por una tv que
eleve el discurso, que entretenga, que fije su opinión sin fingir
imparcialidad pero que no ofenda.
La caída de Chataing se origina de su campaña para
naturalizar el odio político contra los chavistas. Chataing y sus
chistes, parodias, libretos y videos agringados enseñaron durante dos
años a miles de incautos a que reírse y ridiculizar a los boilivarianos
era socialmente aceptable e inclusive necesario. Los estereotipos del
chavista marginal, burro, mediocre, conformista, fantasioso, adulador de
un líder falso, fueron contenidos frecuentes en su ahora desaparecido
programa de tv.
Así como criticamos este tipo de tv ofensiva, que en
tiempos anteriores fuera practicado por un autoproclamado señor de la
noche, quien ofendía implacablemente hasta a sus propios camaradas, hoy
repudiamos el racismo, el eurocentrismo, la discriminación social y
política que en el programa de Chataing tuvieron su nido. Ni siquiera en
tiempos de la enfermedad del Presidente Hugo Chávez este sujeto tuvo un
mínimo de humanismo para cesar en sus burlas y fabricación de intrigas.
Solo los impertinentes podrán decir que su salida
del aire se debe a presión del gobierno, ello no es más que un
desesperado intento de victimizarse y ocultar las crueles prácticas
laborales de la industria del entretenimiento que pone y quita estrellas
y estrellitas según su particular criterio. Que lo diga Maite Delgado o
Carlos Sicilia, otro obsesionado con ese estilo de humor yanqui que no
divierte salvo al sector pequeño burgués. Chataing ha sido un producto
publicitario más que nos fue impuesto por carteles televisivos y esa
famosa emisora 92.9 fm donde tanto ridiculizan a los chavistas.
Seguramente si se arrepiente de tanto menosprecio contra este pueblo y
mejore su libreto, entonces tal vez le permitan probar suerte en la
nueva parrilla de TVS. Tal vez, sólo tal vez...