Esta vez, la actriz no tuvo que sufrir el reto de un juez.
Pese al daño que sus adicciones han ocasionado a su imagen pública y a su carrera interpretativa, al menos la polémica Lindsay Lohan
puede consolarse con las satisfacciones que le dejan algunas de sus
visitas a los juzgados estadounidenses, sobre todo desde que un tribunal
de California propiciara que la actriz y la empresa textil D.N.A.M. Apparel llegaran a un acuerdo para que la primera reciba una indemnización cercana a los 150.000 dólares.
Lindsay y la citada compañía estaban
enfrascadas en una larga disputa legal por el pago de unas licencias que
nunca se produjo, una obligación que correspondía a D.N.A.M.
por su papel de distribuidor -fuera de Estados Unidos- de las prendas
correspondientes a la propia firma de moda de la artista, llamada 6126.
En lugar de cumplir con sus compromisos, la entidad contraatacó con otra demanda que exigía a Lindsay
el pago de casi 5 millones de dólares por la caída del valor de sus
productos, que vendría motivada por el devastador efecto de la mala
reputación que todavía tiene la pelirroja actriz.
Como publica TMZ, ha tenido que ser el magistrado
que lleva el caso el que obligara a las dos partes a negociar una
solución intermedia que pusiera fin al conflicto, una opción que parece
haber resultado más beneficiosa a la controvertida estrella que a la
compañía que un día pensó que se lucraría gracias a su rebelde imagen.
De nada parece haber servido a D.N.M.A. uno de
los argumentos que utilizó en una de sus últimas visitas a la corte para
justificar el daño que su negocio habría sufrido por culpa de Lindsay:
la mención al mediático aborto del que la artista confesó su existencia
hace escasos meses y que, en opinión de la compañía textil, habría
generado una pronunciada caída en el precio de las prendas.
“Nadie sabe esto y, una vez que lo diga en público, jamás volveré a sacar el tema. Sufrí un aborto
y por eso me escondí del mundo durante una temporada. Fue algo terrible
y una historia que necesitaría varios capítulos más para ser contada.
Así que prefiero dejarlo así”, desvelaba Lindsay en el documental que narraba el calvario en que se convirtió su largo proceso de desintoxicación.