Articulo del Diario El Universal De México
Coral Bonelli es la figura central de Quebranto, documental que se estrena esta semana y que ha ganado premios en San Sebastián y Guadalajara
Ella, hasta los 32 años, fue hombre. Si alguien ve la película Fe, esperanza y caridad,
en el segmento donde Sara García arroja unas monedas y dos niños se
pelean hasta que uno sale descalabrado y muere, sabrá quien es.
Coral, como ahora se llama, fue considerado un niño prodigio del cine
mexicano en la década de los setenta. También trabajó en otras como El hijo de los pobres, de Rubén Galindo y Espejismo de la ciudad, dirigida por Julio Bracho.
“Tuve renombre, todo mundo me hablaba para estar con ellos, perdí
algunas películas por hacer otras, era mi momento”, dice la hoy chica,
quien hace gestos de desaprobación cuando escucha su antiguo nombre de
Fernando.
Entonces, también, era un gran mímo interpretando al cantante español Raphael.
Y junto con su madre, Lilia Ortega (Los Héroes del Norte), recorrían en caravana varios lugares.
“Un día, un señor nos dio mil pesos, ¡lo que se podía hacer!”, cuenta su mamá divertida.
Pero todo lo que sube, baja. Por decisión y un tanto por falta de
llamados en más películas, el entonces llamado “Pinolito” se dedicó a
ser bailarín.
Tuvo grandes temporadas en lugares como el Teatro Blanquita, ubicado a
un costado de Plaza Garibaldi, donde vive desde hace 45 años junto con
su madre.
Ya asumido como gay y convertido en Coral, hasta hace poco “fichó” en
calles donde algunas de sus “compañeras”, dice, fueron asesinadas por
algún cliente.
Hoy de nueva cuenta logra reconocimiento gracias al cine con el documental Quebranto, dirigido por Roberto Fiesco, que estrena el viernes.
“Salen del clóset”
¿Qué pensaste cuando te hablaron del proyecto, hace siete años?
No me lo creía, pensé que me estaban tomando el pelo; decía: ¿cómo es
que alguien se fija en mí?. Empecé a los cuatro años imitando a Raphael y
este documental narra parte de lo que fue mi vida infantil y de ahora.
Creí que sería una película experimental que se guardaría en un cajón y
ahora, ya hasta ganó en San Sebastián y otros festivales como
Guadalajara y Morelia.
¿Molesta que aún te sigan reconociendo como “Pinolito”?
No, de ahí surgió todo. Mucha gente aún me ve y me habla por esa
película. Todavía en la frente traigo la cicatriz de la pedrada que me
dieron en el rodaje. Lo que sí me molesta es que tenga gente cercana,
amigos, que se aferran a llamarme por mi antiguo nombre, a muchos le
molesta que yo cambiara mi vida, es como una patada de mula y la verdad
no sé por qué.
¿Qué te dice la gente de que estés de nuevo en el cine?
Hay mucha de la comunidad gay que han visto el tráiler, el póster, les
ha gustado y me han dicho que les ayudó a salir del clóset.
No es una película gay.
Yo sí lo soy y no me arrepiento, es bonito, pero me ha soprendido cómo
lo ha visto la gente. En la marcha lésbico-gay mucha gente se tomó fotos
conmigo.
¿Has tocado puertas en Televisa y TV Azteca?
Ojalá alguien vea el documental y se apiade de mí (risas). Por ahí tuve
una pequeña participación en (la serie de televisión) Los Héroes del
Norte, en las dos primeras temporadas. Pero no creo que mi físico les
interese.
¿Hay más cine pronto?
Estuve en Estrellas solitarias (en posproducción) donde se ve la
discriminación que se nos hace. El protagonista es un chavo gay en un
pueblo donde el papá es funcionario, así que ya se imaginarán. Yo hago a
una activista gay que le da consejos. Hablé con el director y le dije
que debía ser real.