La
estrella de la música no es ajena a la tarea de generar titulares por
las numerosas extravagancias que pueblan su todavía corta trayectoria
musical, pero hasta ahora se desconocía que Lady Gaga sufría una
llamativa obsesión por la higiene de las sábanas y edredones que
utiliza para disfrutar de un sueño reparador.
Tan
extrema es su necesidad de contar con ropa de cama a estrenar o recién
lavada cuando se ve obligada a viajar por todo el mundo, que la diva del
pop no duda en desembolsar una buena suma de dinero para poder irse a
la cama llena de tranquilidad y con unas sábanas impolutas.
"Gaga
siempre se lleva sus propias sábanas, almohadas y mantas cada vez que
se aloja en un hotel o cuando se ve obligada a dormir fuera de casa.
Ha llegado a un punto en el que solo puede conciliar el sueño cuando
está tumbada en sus sábanas de la lujosa marca Pratesi, que tienen unos
bordados especiales de color rosa que hacen que su precio sea
desorbitado. Aunque se lleva varios juegos de cama, después de cada
noche le pide a una de sus asistentes que se encargue ella misma de
lavarlas en seco, porque necesita que estén perfectas cada noche",
reveló a la revista heat una fuente cercana a la exigente intérprete.
Los
gastos en la cuenta corriente de Lady Gaga se disparan hasta los 100
000 dólares en relación a la ropa de cama que requiere para sus
desplazamientos, un gran desembolso que también se explica por
la intensa fobia que siente hacia unos gérmenes de los que -a diferencia
de su actitud cuando lució un vestido de carne cruda en 2010- no
soporta que campen a sus anchas en la inmensidad de su colchón.
"Gaga
tiene un grave problema de verminofobia [terror a los gérmenes] que la
lleva a invertir todo lo que sea necesario para impedir que los
microbios la rodeen mientras está descansando. No confía en otras
sábanas que no sean las suyas propias ni en ninguna persona ajena a su
equipo que se atreva a limpiarlas", explicó la misma fuente.
Otro
ejemplo de lo selectiva que puede llegar a ser Lady Gaga en su vida
cotidiana tuvo lugar en 2009 durante una visita a Londres, cuando llamó a
un taxi desde la habitación del hotel Blakes para que se dirigiera al
restaurante del hotel Metropolitan donde había almorzado previamente. El
objetivo de tal viaje consistía en recoger la exclusiva taza de té que
había olvidado en la mesa y que, según sus allegados, era el único
recipiente en el que puede tomar sus infusiones.