Hay algo en las miradas de Sandra Bullock durante los 90 minutos de metraje de Gravity que reflejan la inmensidad de su desafío interpretativo.
Perdida
en el espacio, la actriz, de 49 años, no sólo se mete en la piel de su
personaje, la Dra. Ryan Stone —a la que el público acompaña durante su
intenso viaje emocional y físico mientras trata de sobrevivir a un
dramático percance en una estación espacial—, sino que además parece
reconocer que está ante uno de los momentos cumbres de su carrera como
actriz.Sí, ha ganado el Oscar (por The Blind Side), ha actuado en
cintas de considerable éxito comercial (Speed, A Time to Kill, The
Proposal, la reciente The Heat) y ha formado parte de títulos que, por
un motivo u otro, han dado de qué hablar (Crash, Infamous, Extremely
Loud & Incredibly Close).Pero Gravity —que se estrena este viernes— va mucho más allá.El filme dirigido por el cineasta mexicano Alfonso Cuarón
—y que éste ha co-escrito con su hijo Jonás— representa un auténtico
“tour-de-force” creativo por parte de todos sus responsables, con Sandra
Bullock emergiendo, sin lugar a dudas, victoriosa.
Como espectador, es difícil no sentir una conexión emocional con tu personaje y la película. ¿La tuviste al leer el guión?La
tuve. Y eso es lo que me preocupó porque fue como leer un libro. Me
perdí tanto en este mundo impreso, pero que aún así te permite
incorporar tu imaginación, que ese mundo terminó siendo mi mundo. El
cine no es así. Cuando leí el guión lo hice como si fuera un libro y [al
acabarlo] me pregunté cómo iban a hacerme sentir [esa] conexión
emocional. Pensé que iba a ser imposible. Cuando me cité con Alfonso
[Cuarón], lo hice convencida de que iba a rechazar la película. Fue
entonces cuando él compartió su visión y lo que quería alcanzar
emocionalmente. Nunca hablamos del aspecto técnico, o de la ciencia
ficción. Todo eso era secundario. Hablamos simplemente de las emociones.
Tras citarme con él y darme cuenta de cuán conectado a sus emociones
está, supe que él no estaba simplemente pretendiendo. Supe que [gracias
a] su sensibilidad la película tendría la emoción que yo viví cuando leí
el guión. Y eso fue a través del aspecto técnico, de la abstracción, de
la soledad... Al final, siempre volvíamos a lo mismo: a dónde íbamos
con esta película emocionalmente, qué pretendíamos decir...
¿Qué
dirías que hay en Alfonso Cuarón, como artista y persona, que es capaz
de aportar esa conexión emocional a la ciencia ficción?Él
y Jonás [Cuarón], los dos. Cuando los ves juntos te das cuenta lo
humildes que son, padre e hijo. Son artistas que aprecian el arte, que
no piensan en no poder crear. Los dos siempre pisan en el suelo a la
hora de cuestionarse espiritualmente su capacidad como seres humanos.
Todo empieza con saber quiénes son, y tienen la ventaja de poseer este
don de Dios para crear. Es algo que va mucho más allá de lo habitual. Es
difícil ver eso en artistas.
‘Gravity’ vive de su belleza, en el drama, en el terror, en la tragedia... Es casi como una experiencia religiosa.[Alfonso]
agarró la tecnología en tres dimensiones y logró que nos conectáramos
con ella emocionalmente. No se trata de un 3D para mostrar un gran
espectáculo. Todo [en el filme] forma parte de un puzzle mucho más
importante. Hoy me lo dijo: “hay harmonía, todo es harmónico”, porque
sin un elemento concreto todo hubiera fallado. Una vez visto el filme,
uno no puede huir, queda afectado, por las vibraciones, por el sonido...
Es un viaje vital en el que uno vive las emociones al mismo tiempo que
[mi] personaje. Al acabar, uno echa una mirada a su propia vida. No
puede hablar, tiene que pensar por qué uno queda tan afectado... Al
levantar al día siguiente, la película te ayuda a preguntarte: “qué es
lo que estoy haciendo con mi vida que no debería hacer, porque la vida
es muy corta”.
La película me recordó el viaje emocional que viví viendo ‘The Impossible’.Oh, sí. Dos películas hechas por cineastas hispanos. ¿Tiene algo que ver con la cultura de ambos?Oh,
dios mío. Sí. Algo que se puede decir de la cultura latina es que no
tiene miedo de mostrar la emoción. Es una cultura emocional, en su
música, en su arte. Está siempre presente. [Estados Unidos] puede ser
muy reprimido: no hables de esto, no muestres lo otro... Es como la
cultura alemana: sí podemos ser emocionales, pero nos lo guardamos para
nosotros. La cultura latina fluye de emoción. ¿Es esa la razón por la
que no tienen miedo a sumergirse en ella? Quizás. Mi cuñado es medio
japonés, medio latino, dos culturas contradictorias, pero él es
apasionado, emocional... Eso lo envidio, esa falta de temor a la hora de
mostrar cómo te sientes.
Es como ver un concierto de Morrissey y estar rodeado de jóvenes latinos llorando al escuchar las canciones...Y
te preguntas: ¿dónde estoy? [risas]. Es eso precisamente lo que
necesitamos. Aquí [en EEUU] es algo de lo que tratamos de aislarnos. De
eso habla el filme. No distanciamos de esas emociones porque la vida es
dura. Pero lo que hace de la vida algo agradable y dulce es precisamente
la conexión con los demás. Y la cultura latina es acerca de conectar,
de unirse, de la familia, del amor y de siempre luchar. Aislarse es lo
peor que uno puede hacer.
¿Fue el trabajo físico tan agotador como el viaje emocional?Igual
de duro, pero el físico lo entendí sin problemas. El emocional no tuve
ocasión de controlarlo. Luché contra él, tuve tantas frustraciones que,
al final, me rendí y lo usé todo al tiempo que lidiaba con lo físico.
Terminé en un lugar muy oscuro, silencioso... Fue la forma como pude
actuar.
Hablas de actuar, algo que llevas haciendo desde los años 80...Cada
actor te dirá que cuando acepta hacer un filme, no tiene ni idea de qué
va a hacer. No tengo herramientas que utilizo para actuar. Soy muy
intuitiva. Me gusta sentir el decorado. Pero todo eso fue arrancado de
mí, porque [en Gravity] no había nada, ni otros actores, ni sonido, ni
sentido del tacto... Todo de lo que siempre he dependido... nada.
Hay momentos muy sutiles en el filme que logras con sólo una mirada, un movimiento...Surgen
de la confianza. Se lo dije a Alfonso: “prefiere mostrarlo que
decirlo”. [Mi personaje] está tan aislada, no va a mostrar emoción
alguna, está “muerta”, su historia es el pasado. Es un robot que no
muestra la emoción. No me gusta ser melodramática. Arranqué todas sus
emociones para que las tuviera el espectador. Hay que dejar a la
audiencia sentir esas emociones, hay que dejarles hacer ese trabajo.
¿Es este un nuevo comienzo en tu carrera?Se
me ha dado otra oportunidad para intentar algo nuevo, para enfrentarme a
un nuevo desafío. No creía que eso iba a ser posible, porque no pensaba
que existía el material. Se me ha dado la oportunidad de una vida. Y lo
sé. Soy muy consciente de ello. Todo depende del momento. Esta
oportunidad que Alfonso me ha dado, y toda la gente con la que he
trabajado [en Gravity], por muy difícil que haya sido, me ha dejado con
una lección de vida, con una experiencia que supera la película en sí.