El dulce momento que atraviesa Kim Kardashian desde la
llegada al mundo de su hija North West --el pasado 15 de junio-- se ha
visto alterado por la posibilidad de ver a su prometido Kanye West entre
rejas, tras haber sido acusado de agresión e intento de robo por un
fotógrafo la pasada semana.
El artista se vio envuelto en una trifulca con un
paparazzi en Los Ángeles en la que supuestamente Kanye --arrestado ya en
2008 después de destrozar la cámara de un fotógrafo-- le dio un
puñetazo y le tiró todo su equipo fotográfico al suelo.
''Kim está realmente triste. Estuvo llorando mientras le
decía a Kanye que lo necesitaba a su lado para cuidar de North. Le dijo
que no podía salir adelante sola y está preocupada por la posibilidad
de que el juez quiera darle una lección al rapero, sobre todo si tiene
en cuenta su anterior altercado'', confesó una fuente a la revista
Closer.
Los problemas parecen haberse cernido sobre la pareja,
ya que además de esperar la resolución del caso, siguen inmersos en la
interminable reforma de su casa de Bel Air (California) --valorada en 11
millones de dólares (8 millones de euros)--, cuya fecha de entrega se
ha vuelto a posponer hasta inicios del próximo año.
''Su casa no estará lista hasta febrero y Kim teme tener
que hacer la mudanza sola. La actitud de Kanye es la de un auténtico
arrogante, él le asegura que se librará [de ir a la cárcel], un
comportamiento que desde luego no impresiona a Kim'', confesó un amigo a
la misma publicación.