Osmel Sousa abrió el clóset del Miss Venezuela

.Y abrió las puertas de par en par. El Presidente de la Organización Miss Venezuela, Osmel Sousa -a quien muchos conocen con el pomposo título de "El zar de la belleza"-, decidió abrir literalmente las puertas del concurso de belleza y mostrar al mundo entero, a través de un programa de realidad, buena parte de lo que sucede tras bastidores.

Los primeros encuentros de las participantes con el "mandamás" de la institución. Los trozos de tirro que se han de colocar las concursantes en los zapatos para no maltratar sus pies frente a las prolongadas jornadas de pasarela. Los inclementes nervios que experimentan las jovencitas cuando se exponen a unas cámaras de televisión - "¿Estamos en vivo?", preguntan a cada rato las muy inocentes-. Las zancadillas que, siempre se ha dicho, se ponen las candidatas para escalar posiciones en el concurso. Y, hay que decirlo, las humillaciones a las que han sido expuestas durante años estas chicas. Solo que ahora a los ojos de millones de personas.

Claro que no todas las miserias -y bondades- del concurso serán ventiladas en el programa Todo por la corona, que desde el lunes comenzó a conducir una repotenciada Viviana Gibelli -luce bellísima, pausada y sumamente profesional- a través de la señal de Venevisión. 

Un reality show que, todo parece indicar, servirá para corroborar absolutamente todo lo que se ha comentado acerca de las grandísimas contradicciones que subyacen en este tipo de evento, más allá del bla bla blá de que es un gran trampolín a la fama, de que genera millones de dólares y hasta miles de puestos de trabajo, entre otros lugares comunes.

"Una miss puede nacer", sentenció en algún momento el fotógrafo oficial de la Organización Miss Venezuela, Iván Dumont, quien no tardó en agregar una frase que mucho revela acerca de la filosofía de la llamada fábrica de niñas bellas, y de lo que está por venir en los 15 capítulos restantes del reality. "¡Pero precisamente nuestro trabajo es hacerlas!".

Fue una chica de nombre Gloribel, simpaticaza ella, cachetoncita, ni tan esbelta ni tan espigada como el resto de sus compañeras, quien finalmente dejó al descubierto las verdaderas costuras del jurado y, en general, de un certamen de belleza que para muchos debería, como mínimo, dejar de oler ya a naftalina.

"Yo soy una persona real, no un personaje montado como la mayoría de las que están aquí", tuvo la osadía de decir Gloribel, quien de inmediato -¿acaso por su comentario?- fue interrogada por el profesor de oratoria.

"¿Crees en el destino o en la suerte?", preguntó José Rafael Briceño, quien tal vez nunca imaginó que recibiría acaso una de las respuestas más brillantes que han resonado en los pasillos de la Quinta Miss Venezuela.

Una respuesta que, a decir verdad, ni siquiera parece haber sido escuchada por "el profe", a todas luces más preocupado por mostrar que sabe hablar inglés, que conoce a la escritora británica Virginia Woolf -quien mínimo debe haberse revolcado en la tumba al escuchar su nombre en semejante recinto -, y por lucirse él en el show, que por las estupendas palabras que acababa de pronunciar su pupila.

"¡Primero que nada creo en el trabajo!", dijo Gloribel, quien con semejante respuesta debería al menos haber sido coronada de inmediato como Miss Sensatez. Y sin embargo fue acribillada -y, claro, descalificada- por "los caballeros" que integran el jurado.

"Primero que nada, (ella) no trabajó para venir para esto. Y segundo, debería creer en la suerte, porque hubiera sido la única manera de que hubiera quedado: por suerte", se la descargó Briceño. Desubicada, casi le dijo después el estilista Jesús Morales.

Ni qué decir que, más tarde, cuando una de las aspirantes a miss demostró ante todos que podía entender y responder en inglés, "el zar de la belleza" desestimó de un solo plumazo sus aptitudes, y remató diciendo: "¡Sí, muy lindo todo, pero voltéate!".

"¡Ahí hay como seis, siete, kilos de más!", sentenció Osmel Sousa al ver el trasero de la chica, que llevaba un bikini ni tan diminuto.

Mucho show, silicona y extensiones de cabello. Y muchísima necesidad de exponer a las candidatas al escarnio, tal como se hace en shows al estilo de Nuestra belleza latina y, por qué no, American idol. Y poquísimas neuronas. Es lo que habrá en Todo por la corona. Ese era el riesgo que había de abrir el clóset del Miss Venezuela.
 
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